Los embalses acumulan contaminantes que arrastró la lluvia tras los incendios

Lun, 14/11/2011

ABC

Los incendios registrados a finales de este verano, quizás por su carácter inesperado, sorprendieron incluso a las huestes gobernantes, que reconocieron «no prever el desastre». La segunda fase de esta lacra se vive ahora, con los temidos «arrastres» de la materia calcinada, que están yendo directos a los ríos en las zonas más afectadas de la provincia ourensana, un hecho que se repite desde que comenzasen las primeras (y esperadas) lluvias. Los ecologistas hablan de una «demora en la actuación, no hubo la respuesta que debía darse». Tras estas jornadas de precipitaciones incesantes, los caudales fueron receptores del intranquilizador tinte negruzco, compuesto por agua y cenizas (verdinegro en algún caso). No solo obstruye tuberías en algunos casos, sino que obliga a los ayuntamientos afectados a duplicar sus esfuerzos y ampliar gasto para limpiar el líquido con el que se abastecen, ya que cuando el agua sucia baja al cauce y de ahí se recoge para la red, el sistema de filtrado «empieza a resentirse», contaron a ABC algunos alcaldes; y exactamente lo mismo señalan para «el caso de las potabilizadoras».

Los chubascos «hacían falta», aseguraron a este periódico, «porque, además de limpiar el aire casi irrespirable del mes de octubre, permitieron el rebrote de la flora. No obstante, la ceniza en exceso quedó suelta y ya llegó a los embalses, favoreciendo el desarrollo de bacterias e incrementando la acidez del agua», apostillaron. La teoría de los regidores de municipios perjudicados por este fenómeno es coincidente: «El fuego pasó, pero el daño que ha provocado va mucho más allá en el tiempo tanto a nivel paisajístico y ecológico, como medioambiental y humano. Con todo ello, a día de hoy todavía permanece en nuestra retina la imagen impactante de los árboles en llamas, las viviendas quemadas y el humo que nos agobió durante casi un mes entero».

Los grupos ecologistas con los que contactó este diario dicen que, efectivamente, el problema provocado por los restos arrastrados por la lluvia puede afectar tanto a la flora como a la fauna acuícola. Por ello solicitan una mayor atención, y acciones urgentes. La Consellería de Medio Rural anunció que se está estudiando «la viabilidad de las actuaciones de restauración» para cada zona; y la Confederación Hidrográfica MiñoSil, a quien compete la calidad de las aguas de los ríos, por el momento dice estar en la «toma de muestras», exactamente la misma explicación que ofrecían cuando sucedió la tragedia ecológica del embalse de Las Conchas, plagado de cianobacterias.

Así, lamentan algunos de los directamente damnificados, «mientras unos estudian qué hacer y los otros analizan el agua una y otra vez pero sin adoptar medidas»; el Ministerio de Medio Ambiente «no dice nada salvo por la boca de una Confederación Hidrográfica que si solo puede ordenar que se hagan análisis del agua, para poco vale», critican, al tiempo que recuerdan que «la prevención era fundamental y se pudo haber evitado que el arrastre de la lluvia llevara los restos de los incendios a los ríos, pero no se hizo, ¿y esto por qué?», se preguntan.

Desde la Xunta, la Consellería de Medio Ambiente replicó que la situación no se puede calificar como «problema», aunque entiende la preocupación; «porque, de haber sido así, habríamos actuado», puntualizaron. La Confederación Hidrográfica Miño-Sil tampoco entendió esta alarma; aseguró estar trabajando en los ríos de su demarcación para conocer su estado tras las intensas lluvias. Indicaron que estudian detenidamente el efecto de la llegada de los restos de tierra, maleza y, en esta ocasión, ceniza proveniente de los incendios que asolaron la provincia, con insistencia, en los últimos meses.

La Fundación Germán Estévez para la Protección del Medio Ambiente y la Conservación de la Naturaleza consideró fundamental examinar el cauce de los ríos del macizo central ourensano. Se sabe, afirmó este organismo, que la capacidad de regeneración de los ríos «es alta»; «pero también es sabido que in situ, o derivado a los ríos, el material acumulado en el suelo, en su combustión, provoca daños en el medio natural». Además esta situación, matizaron, obliga a los ayuntamientos afectados a subir niveles de cloración y a poner en alerta a los usuarios instándoles en algunos casos a hervir el agua antes de utilizarla en sus hogares. Importante del mismo modo, adujo esta asociación, es «tener en cuenta la situación de las fuentes a las que acuden muchos ciudadanos del rural. Es preciso conocer el estado de todas estas fuentes y ahí los ayuntamientos tienen que dar un paso, por más seguridad». Ríos de mayor o menor caudal de la provincia de Ourense que derivan en los embalses llegaron grises en las últimas semanas, aclararon a ABC residentes en pueblos colindantes.