La escasa lluvia y las fi ltraciones amenazan el lago de Castiñeiras
Vie, 16/09/2011
El principal espacio recreativo del monte de O Morrazo, el lago de Castiñeiras, a caballo entre Marín y Vilaboa, está casi seco. La falta de precipitaciones abundantes en primavera y la rareza de las lluvias en verano han supuesto un duro golpe para este delicado ecosistema, donde la entrada de caudal procedente de los arroyos del entorno se ha visto muy mermada en los últimos meses.
La sequía no es la única responsable de este problema. Las fi ltraciones en el muro de cierre del lago también facilitan la pérdida innecesaria de agua. El resultado es que más de las tres cuartas partes del agua que habitualmente llenaba el recinto se ha perdido.
Una inspección ocular a Castiñeiras es más que sufi ciente para valorar el impacto de la sequía y las pérdidas por fi ltraciones. El aspecto que ofrece este entorno natural, dependiente de la Consellería de Medio Rural, es de abandono. Toneladas de fango ocupan el lugar donde debía haber agua, que falta en un volumen tan grande que para los animales terrestres les es posible llegar hasta el islote situado en el centro del vaso de Castiñeiras.
El poco agua que todavía queda está tan turbia que apenas se entrevé el fondo, ni tampoco la fauna acuática que sobrevive en el lodazal. La previsión es que el nivel del lago siga bajando en los próximos días, a un ritmo de un centímetro y medio cada jornada, según algunas fuentes ecologistas.
Al otro lado de la represa que le sirve de cierre al lago, un tremendo boquete, resultado de las riadas del invierno pasado, todavía se sigue agrandando. Las promesas de la Xunta de su reparación no se han cumplido y este retraso abre la incógnita sobre la fortaleza del muro ante el invierno próximo.
La sequía no es la única responsable de este problema. Las fi ltraciones en el muro de cierre del lago también facilitan la pérdida innecesaria de agua. El resultado es que más de las tres cuartas partes del agua que habitualmente llenaba el recinto se ha perdido.
Una inspección ocular a Castiñeiras es más que sufi ciente para valorar el impacto de la sequía y las pérdidas por fi ltraciones. El aspecto que ofrece este entorno natural, dependiente de la Consellería de Medio Rural, es de abandono. Toneladas de fango ocupan el lugar donde debía haber agua, que falta en un volumen tan grande que para los animales terrestres les es posible llegar hasta el islote situado en el centro del vaso de Castiñeiras.
El poco agua que todavía queda está tan turbia que apenas se entrevé el fondo, ni tampoco la fauna acuática que sobrevive en el lodazal. La previsión es que el nivel del lago siga bajando en los próximos días, a un ritmo de un centímetro y medio cada jornada, según algunas fuentes ecologistas.
Al otro lado de la represa que le sirve de cierre al lago, un tremendo boquete, resultado de las riadas del invierno pasado, todavía se sigue agrandando. Las promesas de la Xunta de su reparación no se han cumplido y este retraso abre la incógnita sobre la fortaleza del muro ante el invierno próximo.