El agua: una inversión segura para mejorar la salud humana, la seguridad alimentaria y el crecimiento económico

Sáb, 27/08/2011

iagua.es

Según un estudio de las Naciones Unidas que ha salido a la luz hoy, invertir el 0.16 por ciento del PIB mundial en el sector hídrico podría aminorar la escasez de agua y reducir a la mitad el número de personas sin acceso sostenible al agua potable y a servicios básicos de saneamiento en un periodo inferior a cuatro años.

Actualmente, la falta de inversión en servicios hídricos, así como la extracción, el tratamiento y el reciclaje ineficientes de este tipo de recursos están exacerbando la carencia de agua en muchas partes del mundo, y, a la vez, agravando una situación en que la demanda mundial de agua podría sobrepasar el nivel de abastecimiento en un plazo de 20 años.

En el capítulo dedicado al agua, en su revolucionario “Informe sobre economía verde” publicado durante el congreso de la Semana Mundial del Agua en Estocolmo, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señaló que la inversión en servicios de saneamiento y de agua potable, el fortalecimiento de los sistemas locales de abastecimiento hídrico, la conservación de ecosistemas decisivos en el suministro del agua y el desarrollo de políticas más efectivas pueden ayudar a evitar el elevado coste social y económico generado por un aprovisionamiento inadecuado del agua.

Camboya, Indonesia, las Filipinas y Vietnam son algunos de los países que pierden unos 9 mil millones de dólares estadounidenses al año, o un dos por ciento de su PIB combinado, debido a los problemas motivados por la existencia de servicios deficientes de saneamiento; por ejemplo, enfermedades transmitidas a través del agua.

- Mejorar el acceso a servicios de saneamiento y a agua potable de mejor calidad es fundamental en una sociedad más sostenible que haga un uso más eficiente de los recursos —comentó Achim Steiner, Subsecretario General de las Naciones Unidas y Director Ejecutivo del PNUMA.

- El “Informe sobre economía verde” pone de manifiesto que la inversión acelerada en los ecosistemas dependientes de los recursos hídricos, en infraestructura hídrica y en la gestión de estos recursos, junto con el desarrollo de políticas efectivas, pueden contribuir a garantizar la seguridad del agua y de los alimentos, mejorar la salud humana y favorecer el crecimiento económico —añadió el Sr. Steiner.

Si no se consigue promover un uso más eficiente del agua, se espera que para el año 2030 la demanda de agua supere a la oferta nada menos que en el 40 por ciento.

El “Informe sobre economía verde” señala asimismo la expectativa de que los incrementos en la productividad del agua, así como el mayor abastecimiento (a partir de nuevos embalses y plantas desalinizadoras y de un mayor reciclaje), reduzcan esta brecha en aproximadamente un 40 por ciento, si bien el sesenta por ciento restante tendrá que proceder de la inversión en infraestructura, la reforma de las políticas hídricas y el desarrollo de nuevas tecnologías.

— De no llevarse a cabo esta inversión y no producirse dicha reforma política, estas crisis en el aprovisionamiento hídrico se convertirán en una práctica generalizada —aseguró el catedrático Mike Young, de la Universidad de Adelaida, autor principal del capítulo dedicado al agua en el “Informe sobre economía verde”.

Mejorar la eficiencia y la sustentabilidad del uso del agua es otro aspecto fundamental para poder satisfacer la creciente demanda de agua en escala mundial. La previsión es que a medida que los países gocen de una mejor situación económica y aumenten su índice de población, la demanda industrial de agua irá en incremento. En China, por ejemplo, se prevé que más de la mitad del incremento en la demanda de agua en los próximos 25 años se originará en una significativa expansión del sector industrial nacional. Si se cumple con los cánones de inversión verde descritos en el “Informe sobre economía verde”, para el 2015 podría conseguirse que el uso del agua a escala mundial se mantenga dentro de límites sostenibles, a la vez que se lograría el Objetivo de Desarrollo del Milenio de reducir a la mitad la proporción de personas sin acceso sostenible al agua potable y a servicios básicos de saneamiento.

Con una inversión anual de 198 miles de millones dólares estadounidenses, o el 0.16 por ciento del PIB mundial, para el año 2030 el uso del agua podría ser más eficiente y favorecer una producción agrícola, bioenergética e industrial no sólo mayor, sino también más sostenible. En estas condiciones, el número de personas que viviría en regiones afectadas por la escasez de agua sería un 4 por ciento inferior al de la situación actual, y un 7 por ciento menor, de hoy al 2050.

El informe pone de relieve varios estudios de casos donde la inversión verde destinada al agua está generando frutos tanto en el nivel económico como medioambiental.

Como parte de su Plan Quinquenal para el Crecimiento Verde, la República de Corea, por ejemplo, anunció una inversión de 17,3 miles de millones de dólares estadounidenses en su Proyecto de Rehabilitación de los Cuatro Ríos Principales, del 2009. Los cinco objetivos primordiales del proyecto son: garantizar los recursos hídricos frente a la escasez de agua, poner en práctica medidas de control para evitar inundaciones, mejorar la calidad del agua a la vez que se recuperan los ecosistemas en las cuencas fluviales, desarrollar las regiones locales y crear espacios culturales y de entretenimiento en torno a los ríos principales.

En términos generales, se espera que el proyecto genere 340.000 puestos de trabajo y obtenga resultados económicos positivos por un valor aproximado de 31,1 mil millones de dólares gracias a la rehabilitación de los ríos.
La buena planificación bioenergética es un aspecto fundamental de la economía verde

El uso de agua para la producción de bioenergía es el tema de otro informe que también se ha divulgado hoy con motivo de la Semana Mundial del Agua. El vínculo entre la bioenergía y los recursos hídricos es el resultado de una coproducción entre el PNUMA, el Instituto Öko y el Grupo de Trabajo 43 sobre Bioenergía (Bioenergy Task 43) de la Agencia Internacional de la Energía.

Contar con fuentes de energía renovables y sostenibles es fundamental en una economía verde basada en un uso eficiente de los recursos y una baja emisión de carbono. Todas las fuentes de energía, en mayor o menor medida, tienen impacto en los recursos hídricos. Por otra parte, la relación entre los recursos hídricos y la bioenergía (energía renovable procedente de materias orgánicas como la madera, la biomasa o los subproductos agrícolas) es particularmente compleja.

Este informe revela que los requerimientos hídricos de la producción bioenergética dependen en gran medida del cultivo y procesamiento de la materia prima, como las cosechas, las cuales a su vez tienen una importante repercusión sobre la agricultura sostenible, el uso de la tierra y la producción de alimentos.

En un mundo donde más del 70 por ciento del agua dulce se destina a la agricultura, el informe destaca la importancia de planificar detenidamente el desarrollo bioenergético con el fin de evitar que este se convierta en otro elemento de presión. Esta planificación requiere reflejar la necesidad cada vez más competitiva de las mismas materias primas para distintos usos, como la provisión de alimentos, de pienso animal y de fibra, a medida que la población mundial ascienda al índice previsto de los nueve mil millones para mediados del siglo. En algunos casos, estas consideraciones podrían ser un argumento en contra del desarrollo energético.

El informe pone de manifiesto, por otro lado, circunstancias donde el desarrollo bioenergético bien planificado puede contribuir a mejorar las prácticas agrícolas, promover un insumo más eficiente del agua y un uso más sostenible de los fertilizantes, e incluso incrementar el acceso al agua gracias a sistemas de bombeo y purificación alimentados por biocombustibles, como así también mejorar la seguridad alimentaria en aquellos casos donde se recurra a sistemas de producción combinada de alimentos y de bioenergía.
Recomendaciones del informe

- Adoptar un enfoque holítisco y una perspectiva de largo plazo: considerar el contexto a la hora de identificar el uso óptimo del agua. No existe un “patrón único para todos”, sino que se debe aplicar una perspectiva que contemple el ciclo vital, considerar las interrelaciones con otras necesidades de recursos y tener en cuenta la cuenca hidrográfica completa.

- Basar las decisiones en evaluaciones de impacto para garantizar una gestión sustentable de los recursos hídricos: analizar los sistemas de bioenergía desde un vasto punto de vista socio-ecológico. Promover el uso sustentable de la tierra y del agua.

Diseñar y aplicar instrumentos políticos eficaces relacionados con el agua: estos instrumentos políticos deben cubrir la producción de materias primas y la conversión energética, y supervisar la competencia por usos del agua entre los diversos sectores.
Promover el desarrollo tecnológico: las nuevas tecnologías pueden ayudar a mitigar la presión sobre los recursos hídricos, pero deben ser sometidas a una revisión de debida diligencia antes de su aplicación generalizada.

- Trabajar más en investigación, llenar los vacíos de información y desarrollar herramientas regionales: apoyar la cooperación internacional en la investigación del impacto bioenergético sobre los recursos hídricos, abordar problemas emergentes y en gran medida aún inexplorados, tales como el potencial y los riesgos de las microalgas de zonas costeras, de las microalgas de origen terrestre y de organismos modificados genéticamente; controlar periódicamente las necesidades pendientes respecto de los vacíos de información y verificar el cumplimiento de los reglamentos y de la producción sostenible. La evaluación del impacto del ciclo vital y la huella del agua son insuficientes, si no existen a la vez herramientas regionales que midan el impacto localizado.