Un nuevo modelo predice cómo los fármacos afectan al medio ambiente
Jue, 28/07/2011
La mayoría de los productos químicos sintéticos incorporados en bienes de consumo terminan su ciclo vital inalterados en el entorno. Ante los riesgos que presentan para el medio ambiente y la salud humana, investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) han desarrollado una nueva herramienta para predecir, de forma eficaz, el destino de fármacos actuales y futuros.
Miles de productos farmacéuticos, cada vez más diversos y consumidos, son “parcialmente” metabolizados por el organismo humano. Aquellos fármacos que quedan inalterados llegan al agua residual tratada en depuradoras, que no siempre están diseñadas para eliminar compuestos orgánicos sintéticos.
“A veces incluso determinados sustratos pueden revertir al fármaco original dentro de la misma planta de tratamiento e incrementar la concentración de fármaco en la salida del efluente de la planta, como es el caso de la carbamazepina (fármaco antiepiléptico psicótropo)”, explica Xavier Domenech, coautor e investigador en el departamento de Química de la UAB.
El resultado es que llega al medio ambiente una gran diversidad de fármacos que pueden ser nocivos para la vida silvestre. “La preocupación aumenta cuando hablamos de la potabilización del agua para consumo humano, donde cada vez más se detecta la presencia de un cóctel de fármacos a baja concentración (nanogramos por litro), cuyo efecto a la larga se desconoce”, manifiesta Domenech.
Determinar el efecto del fármaco
El estudio, que se ha publicado en Water Air and Soil Pollution, ha permitido desarrollar una nueva herramienta que determina la posibilidad de que los fármacos acaben en el medio ambiente y a qué concentración, cumpliendo así la obligación de la Agencia Europea de Medicamentos (EMEA, por sus siglas en inglés) de evaluar el riesgo ambiental de los nuevos fármacos que se quieran comercializar.
La nueva herramienta, desarrollada por Marc Ribera, autor principal de la investigación, utiliza unas pocas propiedades fisicoquímicas y del ritmo de consumo de fármacos en España entre 1999 y 2006 para determinar su comportamiento ambiental. Los fármacos analizados y que son los más consumidos en España (más de 1 mg de sustancia activa por persona y año) han sido, entre muchos otros, el ibuprofeno, el diazepam, el naproxeno, el omeprazol, el paracetamol.
Para validar el modelo, el equipo de investigadores comparó los resultados de la predicción del modelo en agua, con valores medidos por otros autores en ríos y lagos. “El modelo aplicado predice bien los datos experimentales y puede erigirse en un buen modelo de predicción aplicable a la evaluación de riesgos ambientales de fármacos actuales y de aquellos que pretendan ser comercializados”, concluye Domenech.
Miles de productos farmacéuticos, cada vez más diversos y consumidos, son “parcialmente” metabolizados por el organismo humano. Aquellos fármacos que quedan inalterados llegan al agua residual tratada en depuradoras, que no siempre están diseñadas para eliminar compuestos orgánicos sintéticos.
“A veces incluso determinados sustratos pueden revertir al fármaco original dentro de la misma planta de tratamiento e incrementar la concentración de fármaco en la salida del efluente de la planta, como es el caso de la carbamazepina (fármaco antiepiléptico psicótropo)”, explica Xavier Domenech, coautor e investigador en el departamento de Química de la UAB.
El resultado es que llega al medio ambiente una gran diversidad de fármacos que pueden ser nocivos para la vida silvestre. “La preocupación aumenta cuando hablamos de la potabilización del agua para consumo humano, donde cada vez más se detecta la presencia de un cóctel de fármacos a baja concentración (nanogramos por litro), cuyo efecto a la larga se desconoce”, manifiesta Domenech.
Determinar el efecto del fármaco
El estudio, que se ha publicado en Water Air and Soil Pollution, ha permitido desarrollar una nueva herramienta que determina la posibilidad de que los fármacos acaben en el medio ambiente y a qué concentración, cumpliendo así la obligación de la Agencia Europea de Medicamentos (EMEA, por sus siglas en inglés) de evaluar el riesgo ambiental de los nuevos fármacos que se quieran comercializar.
La nueva herramienta, desarrollada por Marc Ribera, autor principal de la investigación, utiliza unas pocas propiedades fisicoquímicas y del ritmo de consumo de fármacos en España entre 1999 y 2006 para determinar su comportamiento ambiental. Los fármacos analizados y que son los más consumidos en España (más de 1 mg de sustancia activa por persona y año) han sido, entre muchos otros, el ibuprofeno, el diazepam, el naproxeno, el omeprazol, el paracetamol.
Para validar el modelo, el equipo de investigadores comparó los resultados de la predicción del modelo en agua, con valores medidos por otros autores en ríos y lagos. “El modelo aplicado predice bien los datos experimentales y puede erigirse en un buen modelo de predicción aplicable a la evaluación de riesgos ambientales de fármacos actuales y de aquellos que pretendan ser comercializados”, concluye Domenech.