Un nuevo informe de Greenpeace pone de relieve los costes ocultos de la contaminación tóxica del agua
Jue, 26/05/2011
Greenpeace ha hecho público hoy el informe Consecuencias ocultas en el que analizan varios casos de contaminación industrial del agua en diferentes partes del planeta y las consecuencias que han tenido tanto para las personas, como para el medio ambiente y la economía. Con este informe, la organización ecologista pretende llamar la atención de políticos y empresas para que protejan nuestros ríos y no repita los errores del pasado.
En España, la organización ecologista se ha centrado en el caso de la limpieza de la contaminación producida durante más de un siglo por la empresa Ercros en el embalse de Flix (Tarragona), en el río Ebro. Como mucho, la empresa se hará cargo del 5% de los costes de descontaminación de sus vertidos, que en su mayor parte será sufragada con dinero público tanto de los españoles como del resto de ciudadanos de la Unión Europea.
El estudio realizado por Greenpeace distingue entre ríos localizados en lo que denomina "Sur global", como el Chao Phraya, en Tailandia o el Yangtsé, en China donde la mayor parte de la contaminación se ha producido en las últimas décadas, y los que se encuentran en el "Norte global", que han sufrido una contaminación durante un periodo de tiempo mayor, y que se presentan como ejemplo para mostrar lo que puede suceder en el Sur global. Así, destacan el caso del río Hudson en EEUU, cuya multimillonaria descontaminación fue pagada por General Electric, o el de un delta en Holanda, cuya restauración, por el contrario, fue financiada por los contribuyentes.
Greenpeace considera que es necesario tomar medidas urgentemente para dar protección a lo que es el sustento de las personas y de la vida silvestre que depende de estos cursos de agua "En el Norte global, la contaminación química del agua ha dejado tras de sí un legado de problemas y de enormes dificultades técnicas, económicas y políticas para quienes tienen la responsabilidad de limpiarlo", ha declarado Sara del Río, responsable de la campaña de contaminación de Greenpeace. "Estos costosos errores aún se puede evitar en el Sur si se apuesta por modelos de desarrollo innovadores y sostenibles, en los que se elimine de forma progresiva el uso y los vertidos de sustancias peligrosas al agua".
Muchos de los ríos que se incluyen en el informe abastecen de agua potable y de riego tanto a zonas rurales como en grandes urbes, tales como Shanghái, Bangkok o San Petersburgo. Aunque, a menudo son invisibles para el ojo humano, las sustancias persistentes, bioacumulativas y tóxicas que se encuentran en estos ríos, y en muchos otros, son extremadamente perjudiciales para la salud humana.
"Raramente se tienen en cuenta los costes de los impactos de la contaminación del agua sobre la salud humana, el medio ambiente y las economías locales, no solo porque sean difíciles de calcular, sino por la dificultad de perseguir a los contaminadores y de hacerles responsables legales, ha añadido Del Río. "El contribuyente es quien, con demasiada frecuencia, termina por pagar la cuenta de las consecuencias de la contaminación, como en el caso de Ercros en Flix".
Greenpeace exige a empresas y gobiernos a que se comprometan por un futuro "libre de tóxicos", mediante la adopción de medidas urgentes, basadas en la precaución y la transparencia, para eliminar totalmente el uso y la emisión de todas las sustancias peligrosas.
En España, la organización ecologista se ha centrado en el caso de la limpieza de la contaminación producida durante más de un siglo por la empresa Ercros en el embalse de Flix (Tarragona), en el río Ebro. Como mucho, la empresa se hará cargo del 5% de los costes de descontaminación de sus vertidos, que en su mayor parte será sufragada con dinero público tanto de los españoles como del resto de ciudadanos de la Unión Europea.
El estudio realizado por Greenpeace distingue entre ríos localizados en lo que denomina "Sur global", como el Chao Phraya, en Tailandia o el Yangtsé, en China donde la mayor parte de la contaminación se ha producido en las últimas décadas, y los que se encuentran en el "Norte global", que han sufrido una contaminación durante un periodo de tiempo mayor, y que se presentan como ejemplo para mostrar lo que puede suceder en el Sur global. Así, destacan el caso del río Hudson en EEUU, cuya multimillonaria descontaminación fue pagada por General Electric, o el de un delta en Holanda, cuya restauración, por el contrario, fue financiada por los contribuyentes.
Greenpeace considera que es necesario tomar medidas urgentemente para dar protección a lo que es el sustento de las personas y de la vida silvestre que depende de estos cursos de agua "En el Norte global, la contaminación química del agua ha dejado tras de sí un legado de problemas y de enormes dificultades técnicas, económicas y políticas para quienes tienen la responsabilidad de limpiarlo", ha declarado Sara del Río, responsable de la campaña de contaminación de Greenpeace. "Estos costosos errores aún se puede evitar en el Sur si se apuesta por modelos de desarrollo innovadores y sostenibles, en los que se elimine de forma progresiva el uso y los vertidos de sustancias peligrosas al agua".
Muchos de los ríos que se incluyen en el informe abastecen de agua potable y de riego tanto a zonas rurales como en grandes urbes, tales como Shanghái, Bangkok o San Petersburgo. Aunque, a menudo son invisibles para el ojo humano, las sustancias persistentes, bioacumulativas y tóxicas que se encuentran en estos ríos, y en muchos otros, son extremadamente perjudiciales para la salud humana.
"Raramente se tienen en cuenta los costes de los impactos de la contaminación del agua sobre la salud humana, el medio ambiente y las economías locales, no solo porque sean difíciles de calcular, sino por la dificultad de perseguir a los contaminadores y de hacerles responsables legales, ha añadido Del Río. "El contribuyente es quien, con demasiada frecuencia, termina por pagar la cuenta de las consecuencias de la contaminación, como en el caso de Ercros en Flix".
Greenpeace exige a empresas y gobiernos a que se comprometan por un futuro "libre de tóxicos", mediante la adopción de medidas urgentes, basadas en la precaución y la transparencia, para eliminar totalmente el uso y la emisión de todas las sustancias peligrosas.