Especies de aves acuáticas habitan en balsas de riego ante la escasez de agua en humedales

Lun, 23/05/2011

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La escasez de agua y la baja calidad de la que inunda el parque de El Hondo ha propiciado que algunas especies de aves acuáticas hayan trasladado sus nidos a las 4.000 balsas de riego que se extienden por la comarca de la Vega Baja. Investigadores de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Orihuela llevan diez años censando los ejemplares localizados en estos embalsamientos. Las poblaciones de tarro blanco y de cigüeñuela común son mayores en las balsas que en los humedales naturales, según la investigadores del área de Ecología de la UMH Esther Sebastián. Además, otras especies, como las garzas, se desplazan desde El Hondo hasta las balsas para alimentarse, ya que estas contienen peces de pequeñas dimensiones, ranas e invertebrados acuáticos que suponen la base de la alimentación de estas aves. En total, los investigadores han localizado 42 especies en las balsas, de las cuales siete (gallineta común, focha común, zampullín chico, ánade real, cigüeñuela común y tarro blanco) se reproducen en ellas. Algunas construyen el nido en la orilla de los embalses y otras los hacen flotantes y los amarran a las boyas de seguridad que suelen disponerse en este tipo de construcciones. El tarro blanco (especie amenazada) instala su nido en las madrigueras de los conejos. Hay aves que hacen «guarderías» en las que los pollos de varias parejas son vigilados por un adulto mientras el resto se van a buscar comida.

«Estas es una zona semiárida, sobre todo en verano, y el agua de los humedales es de mala calidad», detalló Sebastián acerca de las causas que llevan a las aves a anidar en los embalses artificiales. Aunque algunas poblaciones se concentran en las balsas, la experta señaló que estas «complementan a los humedales y viceversa», ya que ciertas especies se trasladan a comer y a pasar las horas de más calor a los embalsamientos humanos.

En este sentido, las especies que prefieren las construcciones humanas a los parajes naturales habitan tanto en balsas de grava como de plástico. No obstante, estas últimas ponen más dificultades, ya que las pendientes de las paredes hacen que muchas crías caigan y se ahoguen. Otra de las pegas que puede tener una balsa como entorno natural de especies acuáticas son las bajadas y subidas del nivel de agua, ya que un crecimiento brusco de éste puede ahogar a las crías que descansan en el nido. La experta de la UMH Esther Sebastián examina una de las balsas censadas. Siete especies se reproducen en las balsas. El uso de productos químicos para tratar el agua es otro de los problemas con los que se enfrentan las aves, por lo que algunos investigadores intentan concienciar a los propietarios de un uso responsable de estos productos. Sin embargo, las balsas ofrecen a las crías una protección que no tendrían en un entorno natural, ya que el vallado evita que depredadores terrestres rompan la tranquilidad del nido. Hay otras que parecen auténticas lagunas y tienen vegetación, por lo que las aves se mueven en un entorno casi silvestre.

Investigadores de la UMH elaboran un censo de los ejemplares que viven en 4.000 embalses artificiales de la comarca de la Vega Baja El vallado de las construcciones protege a las aves de depredadores terrestres, pero las aguas son tratadas con pesticidas.