Las reservas de nieve del Pirineo están bajo mínimos
Jue, 24/02/2011
Los Pirineos están secos. Hace ahora un año, en esas montañas había más del doble de nieve que la acumulada hasta hoy. Y las reservas de agua -la obtenida con el deshielo de esa nieve- también están muy por debajo de la media de los últimos cinco años.
¿Hay que alarmarse por esta situación? Desde la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) se asegura que todavía es muy pronto para augurar que esa falta de precipitaciones en forma de nieve pueda degenerar, entrada la primavera, en una situación de sequía. De hecho, los embalses de esa cuenca están al 73 por ciento de su capacidad, sólo un dos por ciento por debajo de las cifras del pasado año en estas mismas fechas.
Es un dato que anima a la tranquilidad, pero a falta de reservas de agua en forma de nieve en las cimas de las montañas, el futuro depende más que nunca -si no hay nuevas nevadas de aquí al final del invierno- del agua que caiga con las lluvias de la primavera.
En los Pirineos -sin contar las montañas de Girona- hay ahora mismo almacenados 807 hectómetros cúbicos de agua en forma de nieve. Una cifra que queda muy lejos de los 1.800 hectómetros cúbicos que había en esas mismas montañas el 20 de febrero del pasado año. Son los datos con los que trabaja la Confederación Hidrográfica del Ebro.
César Ferrer, jefe del área de hidrografía y cauces de la CHE, recalca que esas cifras "son estimativas". Se obtienen a partir de un modelo matemático con datos de la cantidad de agua y nieve recogida en las estaciones de cotas más bajas. Pero estas estimaciones no suelen fallar, ya que la CHE realiza cada año mediciones directas en las cimas de las montañas para confirmar sus cálculos. Este año todavía no se ha realizado ninguna de esas salidas, para las que se utiliza un helicóptero.
¿Por qué este invierno los Pirineos están tan secos de nieve? Algunos científicos y expertos en meteorología apuntan que esas montañas hacía al menos cuatro décadas que no padecían una falta tan acusada de precipitaciones. César Ferrer afirma, de una forma muy gráfica, que lo que ha pasado es que la mayoría de las precipitaciones de este invierno se han desplazado al sur de España. "La circulación atmosférica ha bajado y la mayoría de esas borrascas han entrado a la altura de Madrid", indica este responsable de la CHE. Y eso explicaría la bonanza vivida en los Pirineos, en lo que a precipitaciones se refiere, frente a los problemas sufridos por los habitantes del sur de España, afectados por crecidas de ríos y copiosas lluvias.
El último temporal que ha azotado esta semana las comarcas de montaña era una esperanza para aumentar esas reservas de agua en forma de nieve en los Pirineos. Pero las cosas apenas han variado, se afirma desde la Confederación Hidrográfica del Ebro, pues las precipitaciones han sido menos generosas de lo esperado. De esta situación sólo se salvaría Val d'Aran y la zona norte del Pallars Sobirà, donde se han registrado las nevadas más copiosas. En las cotas más altas de las montañas aranesas estas precipitaciones han dejado grosores de más de medio metro de nieve nueva. Esta es una buena noticia para los aficionados del esquí que visitan la zona, pero esa nieve ha quedado limitada a un área muy pequeña, lo que apenas ha hecho variar la cifra de reservas de agua esperada para la época del deshielo.
La reserva actual de 807 hectómetros cúbicos de agua en forma de nieve en las montañas del Pirineo queda, asimismo, muy lejos de la media de los últimos cinco años, que se sitúa en los 1.250 hectómetros cúbicos.
La falta de nieve en las comarcas de montaña no ha evitado que en esas áreas se haya vivido en los últimos meses un ambiente invernal. Ha sido por la entrada de diferentes olas de frío polar que hicieron bajar los termómetros hasta cerca de los veinte grados negativos. Ese frío ha sido el mejor regalo para las estaciones de esquí, que han podido mantener abiertas sus pistas gracias a la nieve fabricada de forma artificial.
¿Hay que alarmarse por esta situación? Desde la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) se asegura que todavía es muy pronto para augurar que esa falta de precipitaciones en forma de nieve pueda degenerar, entrada la primavera, en una situación de sequía. De hecho, los embalses de esa cuenca están al 73 por ciento de su capacidad, sólo un dos por ciento por debajo de las cifras del pasado año en estas mismas fechas.
Es un dato que anima a la tranquilidad, pero a falta de reservas de agua en forma de nieve en las cimas de las montañas, el futuro depende más que nunca -si no hay nuevas nevadas de aquí al final del invierno- del agua que caiga con las lluvias de la primavera.
En los Pirineos -sin contar las montañas de Girona- hay ahora mismo almacenados 807 hectómetros cúbicos de agua en forma de nieve. Una cifra que queda muy lejos de los 1.800 hectómetros cúbicos que había en esas mismas montañas el 20 de febrero del pasado año. Son los datos con los que trabaja la Confederación Hidrográfica del Ebro.
César Ferrer, jefe del área de hidrografía y cauces de la CHE, recalca que esas cifras "son estimativas". Se obtienen a partir de un modelo matemático con datos de la cantidad de agua y nieve recogida en las estaciones de cotas más bajas. Pero estas estimaciones no suelen fallar, ya que la CHE realiza cada año mediciones directas en las cimas de las montañas para confirmar sus cálculos. Este año todavía no se ha realizado ninguna de esas salidas, para las que se utiliza un helicóptero.
¿Por qué este invierno los Pirineos están tan secos de nieve? Algunos científicos y expertos en meteorología apuntan que esas montañas hacía al menos cuatro décadas que no padecían una falta tan acusada de precipitaciones. César Ferrer afirma, de una forma muy gráfica, que lo que ha pasado es que la mayoría de las precipitaciones de este invierno se han desplazado al sur de España. "La circulación atmosférica ha bajado y la mayoría de esas borrascas han entrado a la altura de Madrid", indica este responsable de la CHE. Y eso explicaría la bonanza vivida en los Pirineos, en lo que a precipitaciones se refiere, frente a los problemas sufridos por los habitantes del sur de España, afectados por crecidas de ríos y copiosas lluvias.
El último temporal que ha azotado esta semana las comarcas de montaña era una esperanza para aumentar esas reservas de agua en forma de nieve en los Pirineos. Pero las cosas apenas han variado, se afirma desde la Confederación Hidrográfica del Ebro, pues las precipitaciones han sido menos generosas de lo esperado. De esta situación sólo se salvaría Val d'Aran y la zona norte del Pallars Sobirà, donde se han registrado las nevadas más copiosas. En las cotas más altas de las montañas aranesas estas precipitaciones han dejado grosores de más de medio metro de nieve nueva. Esta es una buena noticia para los aficionados del esquí que visitan la zona, pero esa nieve ha quedado limitada a un área muy pequeña, lo que apenas ha hecho variar la cifra de reservas de agua esperada para la época del deshielo.
La reserva actual de 807 hectómetros cúbicos de agua en forma de nieve en las montañas del Pirineo queda, asimismo, muy lejos de la media de los últimos cinco años, que se sitúa en los 1.250 hectómetros cúbicos.
La falta de nieve en las comarcas de montaña no ha evitado que en esas áreas se haya vivido en los últimos meses un ambiente invernal. Ha sido por la entrada de diferentes olas de frío polar que hicieron bajar los termómetros hasta cerca de los veinte grados negativos. Ese frío ha sido el mejor regalo para las estaciones de esquí, que han podido mantener abiertas sus pistas gracias a la nieve fabricada de forma artificial.