Ecologistas ven el fin de los vertidos de fosfoyeso "el más necesario avance" para recuperar la ría de Huelva

Mié, 26/01/2011

La organización Ecologistas en Acción considera la finalización de los vertidos de fosfoyeso a las marismas del Tinto como "el más necesario avance" para la eliminación definitiva de los vertidos industriales a la ría de Huelva y "el primer eslabón" de una cadena que debe concluir con la recuperación y devolución a su estado original de un paraje natural históricamente asociado a los valores ambientales y naturales de la ciudad onubense.

En este sentido, la organización en una nota ha lamentado que hayan sido necesarios "tantos años para que se imponga la cordura y el respeto al patrimonio natural, por encima de los intereses privados de unas empresas que, anunciando a bombo y platillo su compromiso con la ciudad de Huelva, vienen demostrando a diario lo contrario, hipotecando el futuro bajo legados de destrucción tan devastadores como este de las balsas de fosfoyeso".

Así, ha recordado que desde que la antigua Coordinadora Ecologista de Huelva, hoy Ecologistas en Acción, iniciara sus primeras protestas ante la administración medioambiental en la década de los ochenta, se han venido depositando residuos tóxicos y radiactivos en las marismas a razón de más de tres millones de toneladas al año, llegando a superar el doble del volumen hasta entonces existente y hasta conformar el desolador panorama que hoy nos encontramos.

En este periodo de "tiempo perdido y de reivindicaciones desatendidas", los fosfoyesos han crecido en altura hasta crear "un infranqueable muro de desencuentro entre la ciudad y su entorno natural más inmediato", ha resaltado. Además de los fosfoyesos, en marismas del Pinar, del Rincón y Mendaña, se han depositado las aguas ácidas de transporte de los residuos, cenizas de pirita, lodos de dragado o escombros y áridos de obras, entre otros componentes, que han ido "sepultando las marismas, creando uno de los paisajes más degradados de nuestro planeta, en un entorno de gran permeabilidad y capacidad de difusión de los elementos contaminantes".

Por otro lado, ha resaltado que se ha transformado la cuenca fluvial de los ríos Tinto y Odiel, en su desembocadura, en "un gran erial químico radiactivo". Así, ha lamentado que "la parálisis de ideas" que ha venido sufriendo la administración para dar solución a este grave problema, se ha traducido en una política de "cosmética ambiental con cargo al erario público", consistente en querer evadir el asunto a base de "una efímera cubierta vegetal sobre las áreas afectadas y la siembra de arbolitos".

En esta línea, ha apuntado que "las empresas, alentadas por la defensa a ultranza desde la administración de una quebrantada sostenibilidad, han apostado, a golpe de recurso, por mantener la situación de flagrante ilegalidad y prorrogar agónicamente y hacia un callejón sin salida su viabilidad, utilizando como chantaje y elemento de presión el drama social de la pérdida de puestos de trabajo".

"MOMENTO HISTÓRICO"

No obstante, ha manifestado que éste es "un momento histórico para Huelva que no debe quedar desaprovechado para la recuperación del espacio natural perdido, alejándose de proyectos de restauración inútiles como los hasta ahora empleados, o sucedáneos, aún más caros, que solo tengan como finalidad tapar el desastre sin atajar el verdadero problema de contaminación existente".

En este sentido, considera que la propuesta de recuperación presentada por el Ministerio de Medio Ambiente "roza la tomadura de pelo al ciudadano y el escarnio", por lo que "exige unas garantías medioambientales y sociales justas, eludiendo las soluciones que planteen cambiar el problema de sitio".

Además, ha añadido que todo el proceso de descontaminación, incluidos todos los estudios previos necesarios, deben ser sufragados por aquellos que causaron el daño en cada caso y bajo la vigilancia y transparencia de la administración ambiental, favoreciendo la participación ciudadana desde los planteamientos iniciales. Por último, Ecologistas en Acción incide "en la necesidad de cuestionar la industria del fosfato y su proceso productivo a nivel mundial, por la incapacidad de gestionar apropiadamente el ingente volumen de residuos que genera y la elevada cantidad de metales pesados y elementos radiactivos que se ponen en juego, como ya sugiere la actual directiva comunitaria en vigor, Euratom2000".