Una sustancia extraída de escobas y otros vegetales sirve para depurar aguas y realizar análisis clínicos

Dom, 12/09/2010

Las peroxidasas son unas de las enzimas más ampliamente distribuídas en el reino vegetal y contribuyen a que tengan lugar importantes procesos fisiológicos en las plantas, como la formación de la pared celular o a la protección frente a microorganismos patógenos. Además, compañías internacionales las aplican como biocatalizador en análisis clínicos y sirven incluso para el tratamiento de aguas contaminadas junto a otros compuestos.
Sin embargo, las peroxidasas que se comercializan proceden de rábano picante, una especie que no se cultiva en España y que en el extranjero se emplea exclusivamente para este fin. Por eso, el equipo de investigación de Manuel García Roig, científico del Departamento de Química Física de la Universidad de Salamanca y del Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico del Agua (Cidta) de la institución académica, se propuso hace tiempo rastrear la presencia de estas enzimas en otros vegetales.
Esta línea de investigación le llevó a colaborar con la Universidad Industrial de Santander (Colombia) porque las hojas de las palmeras tropicales eran ricas en esta sustancia. Sin embargo, su objetivo pasó a ser encontrarla activa dentro de la biodiversidad de Castilla y León, así que en los últimos años ha analizado residuos de especies agrícolas y ornamentales, así como plantas silvestres. “Nos interesamos en los residuos porque dentro de los cultivos autóctonos no tendría sentido matar la planta sólo para obtener hojas y, de ellas, la peroxidasa”, señala.
Por eso, su objeto de estudio han sido desechos como césped y plantas que quedan tras las cosechadoras una vez recogido su fruto, como es el caso de los guisantes o de la lenteja de la Armuña. Precisamente, este último vegetal ofreció una elevada actividad en cuanto a peroxidasas y buenos resultados al sustituir éstas a la peroxidasa comercial de rábano picante en los análisis clínicos de rutina (colesterol, triglicéridos o glucosa, por ejemplo), en una colaboración que se estableció con el centro de análisis Labot de Salamanca.

Aprovechar la escoba blanca

Sin embargo, los científicos se han fijado ahora en el arbusto silvestre conocido como escoba blanca (Cytisus multiflorus), abundante y endémico en la comunidad autónoma, de manera que un nuevo proyecto financiado por la Junta de Castilla y León tratará de extraer, aislar y caracterizar una peroxidasa no descrita hasta ahora, la de los tallos y las hojas de esta especie.
Además de esta investigación básica, el objetivo del proyecto es darle una aplicación concreta para que la peroxidasa de escoba actúe de biocatalizador en el proceso de eliminación de metales en aguas ácidas de minas de Castilla y León, en el que intervendrán además polifenoles (otra sustancia química presente en vegetales) procedentes de residuos de las industria vinícola y del aceite.
La hipótesis es que al unir aguas contaminadas de metales con otras que contienen polifenoles y agregarles la peroxidasa, se producirán una serie de fenómenos químicos que dejarán limpia el agua. “Los polifenoles se unen a los metales y forman complejos que, con el efecto de la peroxidasa, forman una gran molécula que se precipita al fondo y deja arriba el agua limpia que se puede reutilizar”, señala el experto. En definitiva, la idea es darle un valor añadido a una especie sin utilidad y hasta molesta para agricultores y ganaderos como es la escoba blanca.