Restos de medicamentos en el agua
Vie, 10/09/2010
Restos de medicamentos y productos de higiene personal son, desde hace unos años, algunos de los contaminantes detectados en el agua. Fármacos para humanos, medicamentos utilizados en veterinaria para actividades como la acuicultura o la ganadería y sustancias procedentes de productos de higiene personal pueden llegar a las aguas subterráneas y contaminar acuíferos o quedar retenidos en el suelo y afectar a la cadena trófica. Pese a que varios estudios han puesto en evidencia la presencia de estas sustancias en ríos españoles, los expertos aseguran que no suponen un riesgo inminente para la salud de las personas porque las concentraciones detectadas y el nivel de toxicidad son bajos. Sin embargo, es necesario prestar mayor atención porque su introducción en el medio puede convertirse en un problema persistente.
Antibióticos, antidepresivos y otros fármacos de uso en los hogares, así como compuestos procedentes de productos de higiene personal (champú, pasta de dientes o perfumes) se han detectado en el agua de algunos ríos españoles, según han demostrado varios estudios realizados en los últimos años. El origen de estas sustancias debe buscarse en industrias farmacéuticas, hospitales o granjas donde se suministran medicamentos al ganado, pero también en los hogares. Su presencia en el agua depende de las propiedades físico-químicas de cada uno de ellos y de las particularidades de los suelos. Una investigación realizada por expertos del Instituto Madrileño de Estudios Avanzados (IMDEA) y de la Universidad de Almería en mayo de este año concluye que la presencia de estas sustancias en algunos ríos se debe, en la mayoría de los casos, a que las "depuradoras no eliminan al 100%" muchos de estos productos.
Contaminación emergente
Estos contaminantes, clasificados como emergentes, se caracterizan porque, a pesar de tener una toxicidad y persistencia bajas, con el tiempo pueden llegar a generar problemas si se acumulan en el medio y, por tanto, entran en la cadena trófica y ponen en riesgo la salud de las personas. Algunos de los estudios realizados hasta la fecha han detectado concentraciones bajas, sobre todo, de sustancias procedentes de analgésicos como ibuprofeno, antidepresivos, antiinflamatorios y anticonceptivos, entre otros.
Esta contaminación, que ya investigan de manera rigurosa organizaciones dedicadas a la salud pública como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Agencia para la Protección del Medio Ambiente europea (EPA), no es nada nuevo, pero sí lo es la necesidad de conocer cuál es el efecto toxicológico sobre los organismos acuáticos y, en consecuencia, en las personas. Pese a que su presencia en el medio acuático y en el agua potable es mínima, los expertos destacan su carácter no degradable, un aspecto que aumenta los años de exposición. Además, estos medicamentos pueden interactuar con otros contaminantes, como metales pesados o pesticidas, y provocar unos efectos desconocidos derivados de la denominada "mezcla de tóxicos".
La Dirección General de Salud de la Comisión Europea evalúa los riesgos sanitarios relacionados con la presencia de residuos de medicamentos en aguas destinadas al consumo humano. El objetivo es definir una metodología general bajo la premisa de que no actúan de igual manera los medicamentos de uso humano que los de uso veterinario. Ambos difieren por su naturaleza química, por las cantidades utilizadas, por las vías de introducción en el medio y por la distribución geográfica.
Vías de introducción
Las formas en las que los medicamentos se introducen en el agua son varias. Una de ellas es la mala eliminación de fármacos en el ámbito doméstico, en la mayoría de los casos en la basura o desagües. Además, tras la ingesta, se expulsan las sustancias que no se metabolizan en el organismo a través de heces u orina. En estos casos, los tratamientos a los que se somete el agua en fases posteriores, como en depuradoras, influyen de forma directa en la eliminación total o no de estos residuos. Debe tenerse en cuenta que son sustancias consideradas pseudopersistentes.
Estos contaminantes se incluyen en la categoría de emergentes (según la Directiva de Protección de las Aguas Subterráneas contra la Contaminación y el Deterioro, DAS) porque corresponde a las sustancias ambientales que se han introducido de forma reciente y, por tanto, no se han considerado como peligrosas hasta ahora, o sustancias de las que se tiene poca información debido a que se han detectado a través de métodos más sensibles desarrollados en los últimos años. En especial, se han detectado antibióticos, cuyo consumo en la Unión Europea es elevado (algunos estudios lo cifran en toneladas por año) e, incluso, la cantidad puede llegar a ser similar a la de los pesticidas.
Antibióticos, antidepresivos y otros fármacos de uso en los hogares, así como compuestos procedentes de productos de higiene personal (champú, pasta de dientes o perfumes) se han detectado en el agua de algunos ríos españoles, según han demostrado varios estudios realizados en los últimos años. El origen de estas sustancias debe buscarse en industrias farmacéuticas, hospitales o granjas donde se suministran medicamentos al ganado, pero también en los hogares. Su presencia en el agua depende de las propiedades físico-químicas de cada uno de ellos y de las particularidades de los suelos. Una investigación realizada por expertos del Instituto Madrileño de Estudios Avanzados (IMDEA) y de la Universidad de Almería en mayo de este año concluye que la presencia de estas sustancias en algunos ríos se debe, en la mayoría de los casos, a que las "depuradoras no eliminan al 100%" muchos de estos productos.
Contaminación emergente
Estos contaminantes, clasificados como emergentes, se caracterizan porque, a pesar de tener una toxicidad y persistencia bajas, con el tiempo pueden llegar a generar problemas si se acumulan en el medio y, por tanto, entran en la cadena trófica y ponen en riesgo la salud de las personas. Algunos de los estudios realizados hasta la fecha han detectado concentraciones bajas, sobre todo, de sustancias procedentes de analgésicos como ibuprofeno, antidepresivos, antiinflamatorios y anticonceptivos, entre otros.
Esta contaminación, que ya investigan de manera rigurosa organizaciones dedicadas a la salud pública como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Agencia para la Protección del Medio Ambiente europea (EPA), no es nada nuevo, pero sí lo es la necesidad de conocer cuál es el efecto toxicológico sobre los organismos acuáticos y, en consecuencia, en las personas. Pese a que su presencia en el medio acuático y en el agua potable es mínima, los expertos destacan su carácter no degradable, un aspecto que aumenta los años de exposición. Además, estos medicamentos pueden interactuar con otros contaminantes, como metales pesados o pesticidas, y provocar unos efectos desconocidos derivados de la denominada "mezcla de tóxicos".
La Dirección General de Salud de la Comisión Europea evalúa los riesgos sanitarios relacionados con la presencia de residuos de medicamentos en aguas destinadas al consumo humano. El objetivo es definir una metodología general bajo la premisa de que no actúan de igual manera los medicamentos de uso humano que los de uso veterinario. Ambos difieren por su naturaleza química, por las cantidades utilizadas, por las vías de introducción en el medio y por la distribución geográfica.
Vías de introducción
Las formas en las que los medicamentos se introducen en el agua son varias. Una de ellas es la mala eliminación de fármacos en el ámbito doméstico, en la mayoría de los casos en la basura o desagües. Además, tras la ingesta, se expulsan las sustancias que no se metabolizan en el organismo a través de heces u orina. En estos casos, los tratamientos a los que se somete el agua en fases posteriores, como en depuradoras, influyen de forma directa en la eliminación total o no de estos residuos. Debe tenerse en cuenta que son sustancias consideradas pseudopersistentes.
Estos contaminantes se incluyen en la categoría de emergentes (según la Directiva de Protección de las Aguas Subterráneas contra la Contaminación y el Deterioro, DAS) porque corresponde a las sustancias ambientales que se han introducido de forma reciente y, por tanto, no se han considerado como peligrosas hasta ahora, o sustancias de las que se tiene poca información debido a que se han detectado a través de métodos más sensibles desarrollados en los últimos años. En especial, se han detectado antibióticos, cuyo consumo en la Unión Europea es elevado (algunos estudios lo cifran en toneladas por año) e, incluso, la cantidad puede llegar a ser similar a la de los pesticidas.