La pesca ilegal, la suciedad y el descontrol amenazan el futuro del Mar de Aragón
Mar, 10/08/2010
La pesca ilegal, la suciedad acumulada en las orillas y otros problemas derivados de la enorme afluencia de visitantes y de la pasividad de las administraciones amenazan seriamente el futuro del embalse de Mequinenza, uno de los espacios naturales más emblemáticos de la Comunidad. Los municipios, los agentes sociales y las asociaciones deportivas de la zona llevan años denunciando la degeneración que sufre el Mar de Aragón, pero el panorama no hace sino empeorar y los afectados no dudan en calificarlo de "caos", "desidia" y "descontrol total".
Los últimos en alzar la voz han sido los agentes de protección de la naturaleza (APN) del Departamento de Medio Ambiente de la DGA. La asociación que agrupa a estos funcionarios -también conocidos como forestales- se ha sumado a las voces que critican la falta de medios y de personal para tratar de reconducir la situación.
El Mar de Aragón tiene unos 500 kilómetros de orilla y, según los datos de Medio Ambiente, cada año recibe hasta 600.000 visitas de pescadores, de los cuales la gran mayoría son extranjeros. Los APN aseguran que, aunque hay excepciones, "la mayor parte" de esas personas cometen ilegalidades relacionadas tanto con la pesca como con lo que le rodea -acampadas, fogatas, basura...-.
Frente a estos datos, y pese a que la afluencia de pescadores sigue creciendo, el Departamento de Medio Ambiente solo dispone de nueve forestales para vigilar desde Quinto hasta Fayón. Teniendo en cuenta que entre esos dos municipios hay más de 150 kilómetros de río, y que además los APN tienen otras muchas competencias -como la lucha contra los incendios-, los agentes de protección de la naturaleza solo pueden dedicarse a controlar el embalse seis o siete días al mes como máximo.
De la vigilancia del Mar de Aragón también se encarga la Guardia Civil a través del Seprona y del resto de agentes destinados en la zona. No obstante, la patrulla que el Seprona tiene en Caspe solo la forman cuatro guardias, y además carecen de una lancha con la que moverse por el pantano. Por eso suele recibir apoyo tanto de Zaragoza como de Huesca.
Otros cuerpos implicados en el control del Mar de Aragón son la Policía Local de Caspe y la guardería fluvial de la CHE, pero su margen de maniobra es limitado.
Según los datos facilitados por el propio Seprona y la DGA, en lo que va de año en el embalse de Mequinenza se han tramitado unas 400 denuncias por infracciones de pesca o de otro tipo. Esa cifra se antoja insignificante en comparación con la de afluencia y con el elevado porcentaje de visitantes que comete infracciones. Cada día el pantano recibe, de media, a unos 1.500 pescadores. El número oscila mucho según la época del año y si es sábado o domingo, pero incluso entre semana hay cientos de personas en las orillas. En cuanto a su procedencia, la Asociación de Agentes para la Protección de la Naturaleza de Aragón calcula que el 80%, o incluso más, son extranjeros -sobre todo de Europa del Este, pero también franceses, ingleses, holandeses...-.
"La gran mayoría vienen a disfrutar de un circuito de pesca de tres o cuatro días con capturas garantizadas -explican desde la asociación-. Muchos tienen todo organizado a través de agencias que les sacan la licencia y les preparan todo, pero cada vez son más los que conocen el embalse de Mequinenza por internet o por el boca a boca y vienen por libre".
Además del ya mítico siluro, el pantano ofrece otras muchas especies muy atractivas para los pescadores: la carpa, la lucioperca, la perca americana -más conocida como 'black bass'-... El problema para el embalse es que en la captura de estos animales el uso de técnicas prohibidas está generalizado. Además, la presencia de ese gran volumen de gente conlleva otros problemas ambientales como la acumulación de basura, las acampadas ilegales, el riesgo de incendios por las hogueras o el tránsito de especies invasoras.
También hay un riesgo para la seguridad de los propios pescadores, ya que en ocasiones utilizan embarcaciones neumáticas de pequeño tamaño que pueden zozobrar con facilidad. Además, muchos empresarios turísticos se quejan de que las agencias que organizan los viajes alojan ilegalmente a sus clientes en casas, masías, casetas, tiendas...
"Por supuesto que hay mucha gente que cumple la ley escrupulosamente, pero por desgracia son minoría -señalan desde la asociación que agrupa a los APN de la Comunidad-. Como la mayoría de los pescadores proceden del extranjero, no conocen la legislación y hacen lo que quieren".
También hay infracciones plenamente conscientes y comportamientos que directamente se deben a la falta de civismo. Solo así se explica que el año pasado el Ayuntamiento de Caspe invirtiera 40.000 euros en la limpieza de la basura acumulada en su término municipal -varias toneladas- y que dos meses después la situación volviera a ser la misma. "Las orillas del pantano dan auténtico asco... por no utilizar una expresión más dura", lamenta el presidente de la comarca Bajo Aragón-Caspe, Javier Sagarra. Otro fenómeno que denuncian los APN es el de la extracción masiva de pescado. Ni a los funcionarios de la DGA ni al Seprona le consta que los peces capturados en el Mar de Aragón se vendan luego, pero aunque sean para consumo propio esa práctica conlleva un riesgo.
"Las aguas del embalse están contaminadas, y por tanto sus grandes peces también -indican desde la asociación de APN-. Con la crisis hemos notado que este comportamiento se ha acentuado, se ve que para mucha gente es una forma de obtener comida".
El presidente comarcal asegura que la situación es "insostenible" y hace un llamamiento a las distintas administraciones para que actúen en el pantano de forma conjunta. "El Mar de Aragón es nuestra mejor fuente de recursos, pero si seguimos tratándolo así mataremos la gallina de los huevos de oro", avisa Sagarra. El presidente de los empresarios de la zona, Jesús Aparicio, coincide en que la respuesta debe ser coordinada. "Hay que controlar a los pescadores, pero si no lo hacemos entre todos será imposible", opina. En lo que va de año se han puesto unas 400 denuncias en el embalse de Mequinenza. - Pesca ilegal. - Tránsito de especies invasoras. - Acumulación de basura. - Acampadas ilegales. - Riesgo de incendio por hogueras. - Uso de embarcaciones poco seguras. - Alojamientos ilegales.
Los últimos en alzar la voz han sido los agentes de protección de la naturaleza (APN) del Departamento de Medio Ambiente de la DGA. La asociación que agrupa a estos funcionarios -también conocidos como forestales- se ha sumado a las voces que critican la falta de medios y de personal para tratar de reconducir la situación.
El Mar de Aragón tiene unos 500 kilómetros de orilla y, según los datos de Medio Ambiente, cada año recibe hasta 600.000 visitas de pescadores, de los cuales la gran mayoría son extranjeros. Los APN aseguran que, aunque hay excepciones, "la mayor parte" de esas personas cometen ilegalidades relacionadas tanto con la pesca como con lo que le rodea -acampadas, fogatas, basura...-.
Frente a estos datos, y pese a que la afluencia de pescadores sigue creciendo, el Departamento de Medio Ambiente solo dispone de nueve forestales para vigilar desde Quinto hasta Fayón. Teniendo en cuenta que entre esos dos municipios hay más de 150 kilómetros de río, y que además los APN tienen otras muchas competencias -como la lucha contra los incendios-, los agentes de protección de la naturaleza solo pueden dedicarse a controlar el embalse seis o siete días al mes como máximo.
De la vigilancia del Mar de Aragón también se encarga la Guardia Civil a través del Seprona y del resto de agentes destinados en la zona. No obstante, la patrulla que el Seprona tiene en Caspe solo la forman cuatro guardias, y además carecen de una lancha con la que moverse por el pantano. Por eso suele recibir apoyo tanto de Zaragoza como de Huesca.
Otros cuerpos implicados en el control del Mar de Aragón son la Policía Local de Caspe y la guardería fluvial de la CHE, pero su margen de maniobra es limitado.
Según los datos facilitados por el propio Seprona y la DGA, en lo que va de año en el embalse de Mequinenza se han tramitado unas 400 denuncias por infracciones de pesca o de otro tipo. Esa cifra se antoja insignificante en comparación con la de afluencia y con el elevado porcentaje de visitantes que comete infracciones. Cada día el pantano recibe, de media, a unos 1.500 pescadores. El número oscila mucho según la época del año y si es sábado o domingo, pero incluso entre semana hay cientos de personas en las orillas. En cuanto a su procedencia, la Asociación de Agentes para la Protección de la Naturaleza de Aragón calcula que el 80%, o incluso más, son extranjeros -sobre todo de Europa del Este, pero también franceses, ingleses, holandeses...-.
"La gran mayoría vienen a disfrutar de un circuito de pesca de tres o cuatro días con capturas garantizadas -explican desde la asociación-. Muchos tienen todo organizado a través de agencias que les sacan la licencia y les preparan todo, pero cada vez son más los que conocen el embalse de Mequinenza por internet o por el boca a boca y vienen por libre".
Además del ya mítico siluro, el pantano ofrece otras muchas especies muy atractivas para los pescadores: la carpa, la lucioperca, la perca americana -más conocida como 'black bass'-... El problema para el embalse es que en la captura de estos animales el uso de técnicas prohibidas está generalizado. Además, la presencia de ese gran volumen de gente conlleva otros problemas ambientales como la acumulación de basura, las acampadas ilegales, el riesgo de incendios por las hogueras o el tránsito de especies invasoras.
También hay un riesgo para la seguridad de los propios pescadores, ya que en ocasiones utilizan embarcaciones neumáticas de pequeño tamaño que pueden zozobrar con facilidad. Además, muchos empresarios turísticos se quejan de que las agencias que organizan los viajes alojan ilegalmente a sus clientes en casas, masías, casetas, tiendas...
"Por supuesto que hay mucha gente que cumple la ley escrupulosamente, pero por desgracia son minoría -señalan desde la asociación que agrupa a los APN de la Comunidad-. Como la mayoría de los pescadores proceden del extranjero, no conocen la legislación y hacen lo que quieren".
También hay infracciones plenamente conscientes y comportamientos que directamente se deben a la falta de civismo. Solo así se explica que el año pasado el Ayuntamiento de Caspe invirtiera 40.000 euros en la limpieza de la basura acumulada en su término municipal -varias toneladas- y que dos meses después la situación volviera a ser la misma. "Las orillas del pantano dan auténtico asco... por no utilizar una expresión más dura", lamenta el presidente de la comarca Bajo Aragón-Caspe, Javier Sagarra. Otro fenómeno que denuncian los APN es el de la extracción masiva de pescado. Ni a los funcionarios de la DGA ni al Seprona le consta que los peces capturados en el Mar de Aragón se vendan luego, pero aunque sean para consumo propio esa práctica conlleva un riesgo.
"Las aguas del embalse están contaminadas, y por tanto sus grandes peces también -indican desde la asociación de APN-. Con la crisis hemos notado que este comportamiento se ha acentuado, se ve que para mucha gente es una forma de obtener comida".
El presidente comarcal asegura que la situación es "insostenible" y hace un llamamiento a las distintas administraciones para que actúen en el pantano de forma conjunta. "El Mar de Aragón es nuestra mejor fuente de recursos, pero si seguimos tratándolo así mataremos la gallina de los huevos de oro", avisa Sagarra. El presidente de los empresarios de la zona, Jesús Aparicio, coincide en que la respuesta debe ser coordinada. "Hay que controlar a los pescadores, pero si no lo hacemos entre todos será imposible", opina. En lo que va de año se han puesto unas 400 denuncias en el embalse de Mequinenza. - Pesca ilegal. - Tránsito de especies invasoras. - Acumulación de basura. - Acampadas ilegales. - Riesgo de incendio por hogueras. - Uso de embarcaciones poco seguras. - Alojamientos ilegales.