La cuenca del Duero alberga 540 especies de algas
Sáb, 07/08/2010
La calidad de las aguas se puede medir por distintos indicadores. Uno de ellos es el estudio de las diatomeas, es decir, pequeñas algas microscópicas que se encuentran en ríos y mares. La presencia de algunas y la ausencia de otras es lo que muestra si la calidad es buena o mala. Así lo explica Ignacio Rodríguez, Comisario de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD).
Desde 2005 la CHD y el departamento de Ecología de la Universidad de León colaboran en el estudio de las diatomeas de la cuenca del Duero. Su objetivo es el de reconocer las diferentes especies de algas que habitan allí y ver así qué especies son las mejores indicadoras del estado de salud de las cuenca hidrográfica. Los resultados de esta investigación se plasmarán en un atlas ilustrado que saldrá «en el último semestre de este año» y que recogerá las especies de diatomeas más abundantes.
Este estudio, financiado por la CHD con un presupuesto de 300.000 euros, ha permitido diferenciar hasta el momento 540 especies diferentes, con algo más de 260.000 individuos y a lo largo de cinco campañas de muestreo, lo que permite hacerse una idea de la variedad de diatomeas existentes en los ríos de Castilla y León, ya que el 97% de la Cuenca del Duero está en la región, según datos de la CHD.
Entre los hallazgos conseguidos, cabe destacar una nueva especie a nivel mundial, y en torno a 100 nuevas especies de algas microscópicas en la Península Ibérica. «Comparativamente con otras cuencas como la cantábrica o la del Ebro, la variedad que hay aquí es de casi el doble», subraya Rodríguez. Además existe una especie invasora, denominada comúnmente moco de roca. «El año pasado se encontró en un río de Soria, también en un afluente del alto Duero, y en varios ríos de León», explica Rodríguez. Esta especie invasora puede llegar a taponar los fondos de los ríos, provocando así modificaciones en el ecosistema. Sin embargo, es una amenaza muy localizada y que está, según el Comisario de Aguas, en «franca regresión, aunque sigue habiendo presencia en algunos puntos».
Por el momento han colaborado entre científicos y técnicos en torno a doce personas en una actividad calificada por Rodríguez como laboriosa, porque hay que rastrear muchos puntos. «El trabajo a pie de campo consiste en coger piedras y hacer un pequeño rastrillado. Esa muestra se fija con un tubo y luego se estudia». Esta técnica es más sencilla y evita hacer complejos análisis al agua.
Se realiza normalmente en primavera, verano y otoño, y se tienen que dar unas condiciones concretas, ya que cuando hay grandes crecidas del agua en los ríos es muy difícil coger muestras.
A pesar de que no quieren adelantar las conclusiones de la publicación, según la CHD la calidad de las aguas de la cuenca hidrográfica del Duero es entre moderada y buena. «Aunque hay de todo, habrá tramos con una calidad excelente y otros con una calidad mala», afirma Rodríguez. Máquina que trata alimentos con algas diatomeas.
Desde 2005 la CHD y el departamento de Ecología de la Universidad de León colaboran en el estudio de las diatomeas de la cuenca del Duero. Su objetivo es el de reconocer las diferentes especies de algas que habitan allí y ver así qué especies son las mejores indicadoras del estado de salud de las cuenca hidrográfica. Los resultados de esta investigación se plasmarán en un atlas ilustrado que saldrá «en el último semestre de este año» y que recogerá las especies de diatomeas más abundantes.
Este estudio, financiado por la CHD con un presupuesto de 300.000 euros, ha permitido diferenciar hasta el momento 540 especies diferentes, con algo más de 260.000 individuos y a lo largo de cinco campañas de muestreo, lo que permite hacerse una idea de la variedad de diatomeas existentes en los ríos de Castilla y León, ya que el 97% de la Cuenca del Duero está en la región, según datos de la CHD.
Entre los hallazgos conseguidos, cabe destacar una nueva especie a nivel mundial, y en torno a 100 nuevas especies de algas microscópicas en la Península Ibérica. «Comparativamente con otras cuencas como la cantábrica o la del Ebro, la variedad que hay aquí es de casi el doble», subraya Rodríguez. Además existe una especie invasora, denominada comúnmente moco de roca. «El año pasado se encontró en un río de Soria, también en un afluente del alto Duero, y en varios ríos de León», explica Rodríguez. Esta especie invasora puede llegar a taponar los fondos de los ríos, provocando así modificaciones en el ecosistema. Sin embargo, es una amenaza muy localizada y que está, según el Comisario de Aguas, en «franca regresión, aunque sigue habiendo presencia en algunos puntos».
Por el momento han colaborado entre científicos y técnicos en torno a doce personas en una actividad calificada por Rodríguez como laboriosa, porque hay que rastrear muchos puntos. «El trabajo a pie de campo consiste en coger piedras y hacer un pequeño rastrillado. Esa muestra se fija con un tubo y luego se estudia». Esta técnica es más sencilla y evita hacer complejos análisis al agua.
Se realiza normalmente en primavera, verano y otoño, y se tienen que dar unas condiciones concretas, ya que cuando hay grandes crecidas del agua en los ríos es muy difícil coger muestras.
A pesar de que no quieren adelantar las conclusiones de la publicación, según la CHD la calidad de las aguas de la cuenca hidrográfica del Duero es entre moderada y buena. «Aunque hay de todo, habrá tramos con una calidad excelente y otros con una calidad mala», afirma Rodríguez. Máquina que trata alimentos con algas diatomeas.