Un vertido tiñe de verde un arroyo que desemboca en el Miño en Lugo
Vie, 16/07/2010
El Ayuntamiento de Lugo y el Seprona investigan un vertido al arroyo de Pías, probablemente procedente de una industria del parque empresarial de O Ceao, que tiñó de verde el agua del citado cauce. El agua del arroyo acaba en otro riachuelo y este desemboca en el Miño, relativamente próximo al punto en el que se produjo la incidencia.
La voz de alarma la dieron vecinos de la parroquia de Pías, que comunicaron la situación a la Policía Local, según explicó el concejal delegado para Medio Ambiente y Zona Rural, el socialista Lino González Dopeso. Para comprobar el alcance del problema se desplazaron a Pías, en el extrarradio de la capital lucense, además del edil González, técnicos municipales, miembros de la patrulla verde de la Policía Local y una patrulla del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil. Tanto el personal municipal como el del Seprona tomaron muestras del agua. El concejal de Medio Ambiente no sabía ayer cuándo estarán disponibles los resultados de los análisis.
Según la citada fuente, el vertido se produjo en la tarde de ayer y se prolongó por espacio de unas tres horas. Alrededor de las siete y media de la tarde parecía que había cesado.
El vertido que tiñó de verde el agua del arroyo llegó al cauce a través de la red de recogida de aguas pluviales del polígono de O Ceao. Se da la circunstancia de que solo las zonas de más reciente urbanización del polígono disponen de red separativa (pluviales por un lado y fecales por otro).
El concejal Lino González señaló que el incidente de ayer le recordó otro de hace un par de años, solo que en aquella ocasión el agua del arroyo se tiñó de rojo. También entonces el vertido llegó a través de la red de pluviales. Procedía de una empresa y el producto era un colorante que, fi nalmente, resultó inocuo para la salud de los humanos.
Ayer, el personal que investigó el vertido procedió a levantar varias tapas de registro de la red de recogida de pluviales, pero no llegó a conseguir pistas ?al menos así lo indicó el concejal? sobre la procedencia del producto que tiñó de verde el agua.
En el último año, un vertido de gasóleo de calefacción procedente de una casa de Meilán, en las inmediaciones de la capital lucense, llegó al Miño, cerca de la planta potabilizadora, y el Ayuntamiento mantuvo durante un par de días la recomendación de no beber agua de la traída. Entonces se utilizó una barrera para evitar que se viese afectada la potabilizadora y se realizó una detallada inspección de todo el sistema de tratamiento de agua para comprobar que no se vio afectado. Otro vertido de gasóleo al Miño se produjo en noviembre del 2004, procedente, según parece, de un gran supermercado.
El Ayuntamiento de Lugo se dotó recientemente de una ordenanza de vertidos, con el fi n de disponer de una herramienta que le permita un adecuado control de lo que llega a la red de alcantarillado. Ahora que dicha normativa está en vigor, prepara los trámites necesarios para poder efectuar las inspecciones con todas las bendiciones legales.
El concejal de Medio Ambiente, Lino González, se marcó entre sus objetivos el control de los vertidos a la red de alcantarillado y a la de pluviales. Las anomalías acaban por provocar incidencias que generan problemas de mayor o menor alcance.
González es consciente de que la aplicación de inspecciones a las empresas no le reportará nuevas amistades, pero está dispuesto a llevar a cabo la citada iniciativa. Si no lo hizo antes fue porque carecía de una ordenanza en la que apoyarse. Dice que la jefa del Servicio de Medio Ambiente tiene a punto los trámites administrativos para llevar a cabo las revisiones y comprobar que las empresas vierten lo que dicen que vierten y donde aseguran que lo hacen. En la capital lucense están casi terminadas las obras del saneamiento integral, que supusieron la instalación de varios colectores generales, dotados de pozos de tormentas. También están muy avanzadas las obras de la nueva planta depuradora de aguas residuales, que sustituirá a la actual, insufi ciente para las necesidades de la ciudad.
La voz de alarma la dieron vecinos de la parroquia de Pías, que comunicaron la situación a la Policía Local, según explicó el concejal delegado para Medio Ambiente y Zona Rural, el socialista Lino González Dopeso. Para comprobar el alcance del problema se desplazaron a Pías, en el extrarradio de la capital lucense, además del edil González, técnicos municipales, miembros de la patrulla verde de la Policía Local y una patrulla del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil. Tanto el personal municipal como el del Seprona tomaron muestras del agua. El concejal de Medio Ambiente no sabía ayer cuándo estarán disponibles los resultados de los análisis.
Según la citada fuente, el vertido se produjo en la tarde de ayer y se prolongó por espacio de unas tres horas. Alrededor de las siete y media de la tarde parecía que había cesado.
El vertido que tiñó de verde el agua del arroyo llegó al cauce a través de la red de recogida de aguas pluviales del polígono de O Ceao. Se da la circunstancia de que solo las zonas de más reciente urbanización del polígono disponen de red separativa (pluviales por un lado y fecales por otro).
El concejal Lino González señaló que el incidente de ayer le recordó otro de hace un par de años, solo que en aquella ocasión el agua del arroyo se tiñó de rojo. También entonces el vertido llegó a través de la red de pluviales. Procedía de una empresa y el producto era un colorante que, fi nalmente, resultó inocuo para la salud de los humanos.
Ayer, el personal que investigó el vertido procedió a levantar varias tapas de registro de la red de recogida de pluviales, pero no llegó a conseguir pistas ?al menos así lo indicó el concejal? sobre la procedencia del producto que tiñó de verde el agua.
En el último año, un vertido de gasóleo de calefacción procedente de una casa de Meilán, en las inmediaciones de la capital lucense, llegó al Miño, cerca de la planta potabilizadora, y el Ayuntamiento mantuvo durante un par de días la recomendación de no beber agua de la traída. Entonces se utilizó una barrera para evitar que se viese afectada la potabilizadora y se realizó una detallada inspección de todo el sistema de tratamiento de agua para comprobar que no se vio afectado. Otro vertido de gasóleo al Miño se produjo en noviembre del 2004, procedente, según parece, de un gran supermercado.
El Ayuntamiento de Lugo se dotó recientemente de una ordenanza de vertidos, con el fi n de disponer de una herramienta que le permita un adecuado control de lo que llega a la red de alcantarillado. Ahora que dicha normativa está en vigor, prepara los trámites necesarios para poder efectuar las inspecciones con todas las bendiciones legales.
El concejal de Medio Ambiente, Lino González, se marcó entre sus objetivos el control de los vertidos a la red de alcantarillado y a la de pluviales. Las anomalías acaban por provocar incidencias que generan problemas de mayor o menor alcance.
González es consciente de que la aplicación de inspecciones a las empresas no le reportará nuevas amistades, pero está dispuesto a llevar a cabo la citada iniciativa. Si no lo hizo antes fue porque carecía de una ordenanza en la que apoyarse. Dice que la jefa del Servicio de Medio Ambiente tiene a punto los trámites administrativos para llevar a cabo las revisiones y comprobar que las empresas vierten lo que dicen que vierten y donde aseguran que lo hacen. En la capital lucense están casi terminadas las obras del saneamiento integral, que supusieron la instalación de varios colectores generales, dotados de pozos de tormentas. También están muy avanzadas las obras de la nueva planta depuradora de aguas residuales, que sustituirá a la actual, insufi ciente para las necesidades de la ciudad.