Un método experimental capta hasta el 99% del agua de lluvia
Lun, 03/05/2010
Puede ser la panacea que finiquite las necesidades hídricas de los denominados cultivos de primor a la par que acabe con la sempiterna sobreexplotación del acuífero 27 de Doñana. Aunque los agricultores estén anestesiados contra sentencias de este tipo que prometen poco menos que una utopía, lo cierto es que los resultados de un estudio pionero realizado por la Comunidad de Regantes El Fresno hace abrigar esperanzas.
Las pruebas se han realizado en cuatro fincas experimentales en torno a un proyecto que se ha dado en denominar 'aprovechamiento de aguas pluviales', cuyo objetivo no es otro que hacer acopio de los 600 metros cúbicos por metro cuadrado de media que cada campaña descargan los cielos en la comarca del Condado. Estas cifras se corresponden a las mediciones de los últimos nueve ejercicios hídricos, por lo que al estudio no se ha sumado la pluviometría de la presente campaña, que por sus atípicas precipitaciones podrían desvirtuar la media.
Lo más sorprendente es que utilizando una técnica medianamente rudimentaria (no se hace uso de ninguna tecnología de última generación o se utilizan material informático) es posible reutilizar casi el 99% del agua lluvia. Para este fin se aprovechan las infraestructuras de los macrotúneles, dado que su fisonomía con pendientes anguladas distribuye de forma 'natural' el agua hacia los extremos, por lo que mediante la instalación de unos canalones en esas zonas se podría recoger todo esta agua, que se derivaría a una balsa en la zona más baja de la finca agrícola, desde donde sería bombeada a una balsa aun mayor donde quedaría almacenada.
Las fincas 'conejillas de indias' cuentan con una superficie que oscila entre los 60.000 y los 340.000 metros cuadrados y están ubicadas en terrenos de cultivo de Moguer, Lucena del Puerto, Bonares y Almonte.
Lo más interesante es que según el grado de sofisticación de las infraestructuras es posible captar y almacenar casi el 99% de las lluvias caídas. Las diferencias estriban en que algunas fincas optan por cazar el agua plastificando el suelo donde van a parar las aguas que escupen los túneles, para lo cual construyen un 'canal' entre dos lomos y lo plastifican para evitar que el cauce lo chupe la tierra, de modo que pueda desaguar en una regona principal y desde ésta es conducida a una balsa de recogida en la parte inferior de la finca.
Otros métodos menos rudimentarios consisten en instalar canaletas en la parte superior de los macrotúneles de plástico donde se unen los medios arcos. Este último modelo logra un agua inmaculada, al no arrastras partículas de tierra, mientras que mediante tuberías subterráneas desemboca todo el caudal en la balsa de recogida.
Los resultados han despertado una enorme satisfacción entre sus promotores, dado que de generalizarse la puesta en marcha de esta técnica se podrá casar el binomio llamado sostenibilidad y compatibilizar el desarrollo económico con la preservación de la madre naturaleza y, en concreto, en una zona con una riqueza de flota y fauna tan singular como es el Espacio Natural de Doñana.
Para mayor inri, los beneficios para el empresario son incontestables al no sufrir la planta en
ningún momento el estrés hídrico. Huelga decir que el agua pluvial es infinitamente más adecuada para el cultivo que las subterráneas, lo que permite poder olvidarse de los controles necesario para certificar que los índices de salinización no lastrarán la calidad de la fruta.
Los agricultores podrían ahorrar 'hasta el 80% de los costes que abonan a la Comunidad de Regantes por el uso del agua superficial'. La afirmación cobra mayor enjundia al provenir del propio presidente de la Comunidad de Regantes del Fresno, Ángel Gorostidi, quien recuerda que las conclusiones del estudio certifican 'que los costes de la inversión son amortizados entre los tres y los ocho años, siempre dependiendo del grado de sofisticación con el que queramos realizar las infraestructuras'.
El estudio incide en la necesidad de continuar mejorando y optimizando los recursos hídricos a efectos de combatir los periodos de sequía.
Si el análisis de los beneficios se ha de circunscribir únicamente en clave medioambiental, Gorostidi hace una ecuación que no deja lugar a dudas: 'Si los cultivos de primor en la zona ascienden a 8.000 hectáreas y el consumo por cada una de ellas alcanza los 5.500 metros cúbicos, cabe concluir que el consumo anual de agua subterránea se sitúa en torno a los 44 hectómetros cúbicos'. Ello significa, concluye el presidente de la Comunidad de Regantes, que 'con la aplicación de este sistema, el acuífero 27 tendría una disminución de extracción de más de 26 Hm3 anuales que es como decir que garantizamos su futuro'. Desde hace años la Comunidad busca alternativas a estas extracciones.
La preparación del terreno para acoger las infraestructuras no se incrementa en demasiada del presupuesto que cada año se tiene que destinar a principio de campaña ya que los macrotúneles de hierro galvanizado y los plásticos hacen el grueso del trabajo. Únicamente hay que tener en cuenta la orografía del terreno para que el agua discurra por los conductos instalados, por efecto de la ley de Newton, hacia la parte más baja de la finca.
Las pruebas se han realizado en cuatro fincas experimentales en torno a un proyecto que se ha dado en denominar 'aprovechamiento de aguas pluviales', cuyo objetivo no es otro que hacer acopio de los 600 metros cúbicos por metro cuadrado de media que cada campaña descargan los cielos en la comarca del Condado. Estas cifras se corresponden a las mediciones de los últimos nueve ejercicios hídricos, por lo que al estudio no se ha sumado la pluviometría de la presente campaña, que por sus atípicas precipitaciones podrían desvirtuar la media.
Lo más sorprendente es que utilizando una técnica medianamente rudimentaria (no se hace uso de ninguna tecnología de última generación o se utilizan material informático) es posible reutilizar casi el 99% del agua lluvia. Para este fin se aprovechan las infraestructuras de los macrotúneles, dado que su fisonomía con pendientes anguladas distribuye de forma 'natural' el agua hacia los extremos, por lo que mediante la instalación de unos canalones en esas zonas se podría recoger todo esta agua, que se derivaría a una balsa en la zona más baja de la finca agrícola, desde donde sería bombeada a una balsa aun mayor donde quedaría almacenada.
Las fincas 'conejillas de indias' cuentan con una superficie que oscila entre los 60.000 y los 340.000 metros cuadrados y están ubicadas en terrenos de cultivo de Moguer, Lucena del Puerto, Bonares y Almonte.
Lo más interesante es que según el grado de sofisticación de las infraestructuras es posible captar y almacenar casi el 99% de las lluvias caídas. Las diferencias estriban en que algunas fincas optan por cazar el agua plastificando el suelo donde van a parar las aguas que escupen los túneles, para lo cual construyen un 'canal' entre dos lomos y lo plastifican para evitar que el cauce lo chupe la tierra, de modo que pueda desaguar en una regona principal y desde ésta es conducida a una balsa de recogida en la parte inferior de la finca.
Otros métodos menos rudimentarios consisten en instalar canaletas en la parte superior de los macrotúneles de plástico donde se unen los medios arcos. Este último modelo logra un agua inmaculada, al no arrastras partículas de tierra, mientras que mediante tuberías subterráneas desemboca todo el caudal en la balsa de recogida.
Los resultados han despertado una enorme satisfacción entre sus promotores, dado que de generalizarse la puesta en marcha de esta técnica se podrá casar el binomio llamado sostenibilidad y compatibilizar el desarrollo económico con la preservación de la madre naturaleza y, en concreto, en una zona con una riqueza de flota y fauna tan singular como es el Espacio Natural de Doñana.
Para mayor inri, los beneficios para el empresario son incontestables al no sufrir la planta en
ningún momento el estrés hídrico. Huelga decir que el agua pluvial es infinitamente más adecuada para el cultivo que las subterráneas, lo que permite poder olvidarse de los controles necesario para certificar que los índices de salinización no lastrarán la calidad de la fruta.
Los agricultores podrían ahorrar 'hasta el 80% de los costes que abonan a la Comunidad de Regantes por el uso del agua superficial'. La afirmación cobra mayor enjundia al provenir del propio presidente de la Comunidad de Regantes del Fresno, Ángel Gorostidi, quien recuerda que las conclusiones del estudio certifican 'que los costes de la inversión son amortizados entre los tres y los ocho años, siempre dependiendo del grado de sofisticación con el que queramos realizar las infraestructuras'.
El estudio incide en la necesidad de continuar mejorando y optimizando los recursos hídricos a efectos de combatir los periodos de sequía.
Si el análisis de los beneficios se ha de circunscribir únicamente en clave medioambiental, Gorostidi hace una ecuación que no deja lugar a dudas: 'Si los cultivos de primor en la zona ascienden a 8.000 hectáreas y el consumo por cada una de ellas alcanza los 5.500 metros cúbicos, cabe concluir que el consumo anual de agua subterránea se sitúa en torno a los 44 hectómetros cúbicos'. Ello significa, concluye el presidente de la Comunidad de Regantes, que 'con la aplicación de este sistema, el acuífero 27 tendría una disminución de extracción de más de 26 Hm3 anuales que es como decir que garantizamos su futuro'. Desde hace años la Comunidad busca alternativas a estas extracciones.
La preparación del terreno para acoger las infraestructuras no se incrementa en demasiada del presupuesto que cada año se tiene que destinar a principio de campaña ya que los macrotúneles de hierro galvanizado y los plásticos hacen el grueso del trabajo. Únicamente hay que tener en cuenta la orografía del terreno para que el agua discurra por los conductos instalados, por efecto de la ley de Newton, hacia la parte más baja de la finca.