Un manto de lodo ahoga a Madeira

Lun, 22/02/2010

Hoy

El paraíso se convirtió en un infierno en cuestión de horas. Hacía más de cuarenta años que en el archipiélago portugués de Madeira no llovía con tanta intensidad. Un torrente caído del cielo que hasta ahora se ha cobrado 43 vidas y ha dejado más de 120 heridos. Las inundaciones también han obligado a desalojar de sus casas a unas 250 personas. «Lo peor ya ha pasado», informaron ayer los servicios meteorológicos lusos, pero la situación sigue siendo más que complicada, sobre todo, en la zona sur de la isla de Madeira, que ha sido la más afectada. El amanecer , cuando dejó de llover, descubrió la imagen de la desolación. Deslizamientos de tierra, carreteras y puentes destruidos, techos arrancados, cortes de electricidad y de teléfono y casas en las que el lodo alcanzaba la primera planta eran algunas de las consecuencias de las fuertes riadas, que se han ensañado con la capital, Funchal. Incluso el aeropuerto tuvo que permanecer cerrado hasta ayer por la mañana, aunque el problema más grave es la falta de agua potable porque los servicios de abastecimiento han quedado destruidos. Otras de la zonas más azotadas son los municipios de Ribeira Brava y Santo Antonio, mientras que pequeñas localidades de la parte sur de la isla permanecen aisladas. Pero, sin duda, lo que más duele es la pérdida de vidas humanas. Sólo en la capital se localizaron dieciocho cadáveres y «es muy probable que hallemos más bajo las casas y vehículos sepultados por el fango», aseguró Miguel Alburquerque, alcalde de Funchal. Aunque ahora, «la prioridad son los vivos», manifestó el presidente de la región autónoma de Madeira, Alberto Joao Jardim. Los testimonios de los que pudieron salvarse in extremis eran sobrecogedores. Neusa Abreu puede contarlo tras escapar con su hijo de trece años cuando su casa comenzó a temblar por la subida de la riada en la zona baja de Funchal. Se unieron a otro chico que no localizó a su familia hasta horas después. «Sorteamos cadáveres y escombros hasta llegar a un lugar seguro», relataba aún sobrecogida. En el municipio de Santa Cruz, Claudia Ferrao y su marido dormían cuando sintieron el estrépito de las aguas inundar su vivienda. Se salvaron por los pelos, mientras la riadas engullía la casa, el coche y un muro de quince metros. El Gobierno portugués movilizó el mismo sábado sus efectivos para comenzar cuanto antes con las búsqueda de supervivientes. La ayuda llegó encabezada por una fragata militar equipada con helicópteros, un equipo médico y diverso material de rescate. Y ayer se esperaba en la capital la llegada de submarinistas, efectivos de la Guardia Nacional republicana con perros adiestrados en la localización de víctimas, refuerzos con 36 bomberos y Protección Civil desde Lisboa y miembros del Instituto de Medicina Legal «para realizar lo antes posible las autopsias», según explicó el ministro del Interior, Rui Pereira. Las Fuerzas Armadas, con dos equipos de remolque de escombros, dos de transporte y otro de especialistas en puentes, comenzaron a preparar viaductos para rehabilitar varias carreteras y el operador Portugal Telecom anunció el envío urgente de 400 kilos de material para restablecer las comunicaciones. La ayuda también comenzó a llegar de fuera de las fronteras portuguesas. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, anunció la «disponibilidad» del Ejecutivo comunitario, en lo que definió como una «terrible catástrofe». El Gobierno español y el canario también brindaron su mano a Madeira. José Luis Rodríguez Zapatero ofreció al país luso «toda la ayuda para socorrer a las víctimas y devolver la normalidad a la isla». Y los propios vecinos de Funchal, personas anónimas también afectadas por las inundaciones, han querido ayudar a los que lo han perdido todo, o casi todo. «Hay gente que se ha puesto a cocinar para los demás y otros les han prestado su ropa», relató un vecino. Otros madeirenses no tan anónimos como el futbolista Cristiano Ronaldo mostraron su intención de ayudar. «Quiero expresar toda mi disposición para colaborar en minimizar y superar cuanto antes los efectos de esta gran tragedia», señaló la estrella del Madrid. Varias personas observan la fuerte riada que está a punto de engullir un vehículo estacionado en una de las avenidas de la capital de Madeira. Un hombre rescata a un perro de entre los escombros. Debajo, coches arrastrados se apilan en una de las calles de Funchal.