La construcción de una presa en Etiopía pondría en peligro a la población local
Dom, 07/02/2010
Destacados conservacionistas afirman que las condiciones de vida de cientos de miles de personas podrían quedar en peligro si Etiopía sigue adelante con un proyecto hidroeléctrico con el que espera producir 1.870 MW de electricidad, de los que la vecina Kenia se ha comprometido a comprar 500 MW. «Es una locura, podría provocar un desastre medioambiental de la mayor magnitud», dijo el paleoantropólogo y conservacionista keniano Richard Leakey, quien puntualizó que «el único estudio del impacto ambiental de la presa lo hizo la propia constructora, y ya hace varios años». La presa Gilbel Gibe III, que está siendo construida con la ayuda de capital italiano y cuya finalización se prevé en 2013, está ubicada sobre el río Omo, que nace en el sur de Etiopía y suministra entre el 80 y el 90 por ciento del agua del lago Turkana, situado en una zona desértica entre los dos países. Según Leakey, reconocido internacionalmente por sus descubrimientos de fósiles de homínidos en el valle del Omo (sitio declarado por la Unesco como uno de los Patrimonios de la Humanidad), la presa reducirá notablemente el nivel del lago Turkana, incrementando tanto la salinidad del agua que dejará de ser apta para el consumo humano. «Además (advierte Leakey) disminuirá la cantidad de peces (en detrimento de los pescadores locales) y cesarán las inundaciones estacionales que irrigan toda la zona, lo que llevará a enfrentamientos entre las comunidades del norte de Kenia y del sur de Etiopía por unos recursos cada vez más escasos». A finales de enero pasado, seis personas fueron asesinadas por milicianos etíopes en un poblado keniano cercano a la frontera entre los dos países. Según la prensa local, el ataque fue en represalia por un robo de ganado perpetrado por los aldeanos kenianos. Tres de los cadáveres aparecieron flotando en el lago Turkana. Según Ikal Angelei, fundadora de la organización Amigos del Lago Turkana, «las comunidades de la zona están armadas y para ellos no existen las fronteras, tan sólo la lucha por los, cada vez menores, recursos, lo que podría incluso acabar en un conflicto internacional». Angelei subraya que 500.000 personas en Etiopía y 300.000 en Kenia dependen directamente del Turkana para sobrevivir, mientras que un total de 1,2 millones de habitantes en todo el este de África necesitan que el lago mantenga, al menos, su nivel actual. «Los políticos que firman esos acuerdos (de cooperación económica) no tienen ni idea de cómo es la vida en la región del lago Turkana, estoy segura de que, sumando todas sus visitas, el ministro de Energía no ha pasado ni 24 horas en la zona», se queja Angelei, que dice confiar más en los jueces, «quienes al menos sí se leen las noticias de los periódicos hasta el final».