La primera riada anual del Ebro inunda 10.000 hectáreas en la Ribera

Dom, 17/01/2010

El Periódico de Aragón

Novillas vuelve a vivir la misma historia de todos los inviernos. El Ebro crece por las lluvias en su cabecera y en los afluentes, se derrite la nieve en las montañas y extensas zonas de cultivo se inundan en este pueblo ribereño, aguas arriba de la capital aragonesa. En esta ocasión son 2.000 las hectáreas que han quedado anegadas, principalmente de cereal apenas crecido y verduras de invierno como la col y el brócoli. Y en el conjunto de la Ribera, aguas arriba de Zaragoza, se han anegado ya 10.000 hectáreas.
"Esto ocurre, en gran medida, porque no se limpia el cauce del río, de forma que, cada vez que sube el caudal, el agua se desborda y arruina nuestros campos", protestó ayer José Ayesa, alcalde de Novillas.
La punta de la crecida alcanzó ayer los siete metros bajo el puente que une Novillas con la carretera de Tauste a Tudela y se espera que llegue esta tarde a la capital aragonesa, con un caudal aproximado de 1.700 metros cúbicos por segundo.
"En Zaragoza no habrá problemas, no puede haberlos", manifestó ayer Jesús Pardo, un agricultor de Mallén que explota tierras en el término de Novillas. "La riada pierde toda su fuerza aguas arriba porque no se hace nada para evitarlo, ni se hace un dragado del cauce ni se corta la maleza", denunció.

"EMBALSE REGULADOR"

En opinión de Pardo, las márgenes del Ebro a su paso por el Campo de Borja y la Ribera Alta "sirven de embalse regulador", de manera que la corriente llega ya "amansada" al puente de Santiago. "Hay tal dejadez por parte de las autoridades, que hasta se forman islas en medio del cauce", lamentó el agricultor.
El precio que paga por ello Novillas es alto. "Ha habido que evacuar varias granjas de terneros y ovejas", indicó José María Larroy, responsable de Protección Civil en el Campo de Borja. Él y su compañero Javier Lázaro, que trabajan como voluntarios, se movilizaron ayer de madrugada para advertir a los ganaderos y hortelanos del riesgo que corrían sus haciendas.
Aguas abajo, en Pradilla, la situación no era mejor a mediodía de ayer, hasta el punto de que la Guardia Civil tuvo que impedir el paso por el puente que comunica el pueblo con la margen derecha. El Ebro se desbordaba y nada podía detenerlo.