La campaña de riegos y la escasez de precipitaciones han vaciado los embalses aragoneses
Lun, 19/10/2009
La campaña de riegos de verano y la escasez de precipitaciones de los últimos meses han vaciado los grandes embalses aragoneses dejándolos sensiblemente bajos incluso para esta época del año. El pantano de Yesa, en el río Aragón, el de Barasona, en el Ésera, y el de Moneva, en el Aguas Vivas, se encuentran en niveles de alerta, mientras que los del sistema Gállego-Cinca -y los del Noguera Ribagorzana- están en prealerta.
Pese a todo, la Confederación Hidrográfica del Ebro insiste en que la situación no es preocupante porque el año hidrológico acaba de empezar y por tanto apenas se ha iniciado la temporada de llenado de los embalses. “Lo normal es que de aquí a la primavera la reserva hidráulica se recupere -explican fuentes del organismo de cuenca-. Es verdad que hace tiempo que no llueve, pero en cuestión de días la situación puede cambiar por completo”.
El mejor ejemplo de esto último es lo sucedido el año pasado. En 2008 los pantanos de la Comunidad vivieron el invierno más seco de su historia. La escasez de nieve y de precipitaciones se prolongó hasta bien entrada la primavera, pero en la última semana de mayo un episodio de lluvias intensas provocó varias avenidas que además de llenar los embalses complicaron la inauguración de la Expo.
El jefe del Área de Hidrología y Cauces de la CHE, César Ferrer, recuerda que a la situación actual se ha llegado tras un otoño lluvioso y un invierno abundante tanto en chubascos como en nevadas. La primavera fue menos húmeda, pero la reserva de nieve ayudó _a mantener los caudales de los _ríos, de forma que a comienzos de junio los pantanos de la cuenca volvieron a estar prácticamente llenos.
Un verano cálido y seco
“El problema es que el verano ha sido seco y caluroso y el comienzo del otoño ha mantenido esa tendencia -explica Ferrer-. Eso, unido a que la planificación de los regantes se basaba en una buena disponibilidad de reservas, ha hecho que los embalses se hayan vaciado, pero la situación no es ni extraordinaria ni preocupante porque aún falta mucho para la siguiente campaña de riegos”.
Desde la Confederación destacan que la reserva actual de la cuenca está por encima de la media de los últimos cinco años. No obstante, los promedios históricos muestran que lo habitual es que a estas alturas del año los pantanos estén más altos.
El embalse de Yesa, por ejemplo, está en niveles de alerta con 93 hm3, cuando su media histórica en el mes de octubre se sitúa en los 170 hm3 -casi el doble-. Lo mismo sucede con Barasona, que con solo 22 hm3 se sitúa prácticamente a la mitad de lo que es habitual en estas fechas -40 hm3-. No obstante, hay que tener en cuenta que lo normal es que el único pantano que regula el Ésera se llene varias veces al año.
En Riegos del Alto Aragón, los embalses del sistema Gállego-Cinca -Mediano, El Grado, La Sotonera, Búbal y Lanuza- acumulan unos 150 hm3 menos de lo que indican sus promedios históricos. En este caso, los índices de la CHE los sitúan en estado de prealerta, el mismo en el que se encuentran los pantanos del Noguera Ribagorzana -Santa Ana, Escales y Canelles-.
La situación de la margen derecha del Ebro es algo mejor. Los embalses con más capacidad, como Santolea, Calanda o La Tranquera, están fuera de cualquier nivel de aviso. La presa de Caspe, en el Guadalope, y la de Moneva, en el Aguas Vivas, presentan niveles de alerta, mientras que la de Cueva Foradada, en el Martín, se encuentra en prealerta.
Problemas de caudales
Además, la falta de precipitaciones está provocando que el caudal circulante de los ríos sea realmente bajo llegando en ocasiones a no alcanzar el mínimo ecológico. “El 75% del territorio de la cuenca está en situación seca o muy seca -explica el jefe del Área de Calidad de la Confederación-. Al no llover, los cauces no llevan más escorrentías que las naturales, y además los embalses ya han cerrado las compuertas”.
En este sentido, los índices de la CHE muestran que las aportaciones del río Aragón al pantano de Yesa están en niveles de emergencia, y lo mismo sucede con las entradas en Santolea, Las Torcas o los embalses del Noguera Ribagorzana. El resto de los principales cauces aragoneses -el Gállego, el Cinca o el Jalón, entre otros- se encuentran en nivel de alerta.
Pese a todo, la Confederación Hidrográfica del Ebro insiste en que la situación no es preocupante porque el año hidrológico acaba de empezar y por tanto apenas se ha iniciado la temporada de llenado de los embalses. “Lo normal es que de aquí a la primavera la reserva hidráulica se recupere -explican fuentes del organismo de cuenca-. Es verdad que hace tiempo que no llueve, pero en cuestión de días la situación puede cambiar por completo”.
El mejor ejemplo de esto último es lo sucedido el año pasado. En 2008 los pantanos de la Comunidad vivieron el invierno más seco de su historia. La escasez de nieve y de precipitaciones se prolongó hasta bien entrada la primavera, pero en la última semana de mayo un episodio de lluvias intensas provocó varias avenidas que además de llenar los embalses complicaron la inauguración de la Expo.
El jefe del Área de Hidrología y Cauces de la CHE, César Ferrer, recuerda que a la situación actual se ha llegado tras un otoño lluvioso y un invierno abundante tanto en chubascos como en nevadas. La primavera fue menos húmeda, pero la reserva de nieve ayudó _a mantener los caudales de los _ríos, de forma que a comienzos de junio los pantanos de la cuenca volvieron a estar prácticamente llenos.
Un verano cálido y seco
“El problema es que el verano ha sido seco y caluroso y el comienzo del otoño ha mantenido esa tendencia -explica Ferrer-. Eso, unido a que la planificación de los regantes se basaba en una buena disponibilidad de reservas, ha hecho que los embalses se hayan vaciado, pero la situación no es ni extraordinaria ni preocupante porque aún falta mucho para la siguiente campaña de riegos”.
Desde la Confederación destacan que la reserva actual de la cuenca está por encima de la media de los últimos cinco años. No obstante, los promedios históricos muestran que lo habitual es que a estas alturas del año los pantanos estén más altos.
El embalse de Yesa, por ejemplo, está en niveles de alerta con 93 hm3, cuando su media histórica en el mes de octubre se sitúa en los 170 hm3 -casi el doble-. Lo mismo sucede con Barasona, que con solo 22 hm3 se sitúa prácticamente a la mitad de lo que es habitual en estas fechas -40 hm3-. No obstante, hay que tener en cuenta que lo normal es que el único pantano que regula el Ésera se llene varias veces al año.
En Riegos del Alto Aragón, los embalses del sistema Gállego-Cinca -Mediano, El Grado, La Sotonera, Búbal y Lanuza- acumulan unos 150 hm3 menos de lo que indican sus promedios históricos. En este caso, los índices de la CHE los sitúan en estado de prealerta, el mismo en el que se encuentran los pantanos del Noguera Ribagorzana -Santa Ana, Escales y Canelles-.
La situación de la margen derecha del Ebro es algo mejor. Los embalses con más capacidad, como Santolea, Calanda o La Tranquera, están fuera de cualquier nivel de aviso. La presa de Caspe, en el Guadalope, y la de Moneva, en el Aguas Vivas, presentan niveles de alerta, mientras que la de Cueva Foradada, en el Martín, se encuentra en prealerta.
Problemas de caudales
Además, la falta de precipitaciones está provocando que el caudal circulante de los ríos sea realmente bajo llegando en ocasiones a no alcanzar el mínimo ecológico. “El 75% del territorio de la cuenca está en situación seca o muy seca -explica el jefe del Área de Calidad de la Confederación-. Al no llover, los cauces no llevan más escorrentías que las naturales, y además los embalses ya han cerrado las compuertas”.
En este sentido, los índices de la CHE muestran que las aportaciones del río Aragón al pantano de Yesa están en niveles de emergencia, y lo mismo sucede con las entradas en Santolea, Las Torcas o los embalses del Noguera Ribagorzana. El resto de los principales cauces aragoneses -el Gállego, el Cinca o el Jalón, entre otros- se encuentran en nivel de alerta.