El caudal del Júcar y del Segura puede bajar una cuarta parte por el cambio climático
Vie, 25/09/2009
Los recursos hídricos disponibles de las cuencas del Segura y el Júcar en la Comunitat Valenciana podrían reducirse hasta un 23% en 2030 si la temperatura media aumenta un grado y las precipitaciones se reducen a la mitad, tendencias que los expertos atribuyen al cambio climático en esta región. Así lo explicó el catedrático de la Universitat Jaume I de Castellón, José Quereda, que ayer impartió una conferencia sobre las consecuencias del cambio climático en estas cuencas, en el marco del III Congreso Nacional de la Ingeniería Técnica Agrícola en la Universidad Politécnica de Valencia (UPV).
Según sus cálculos, para 2030 esa subida de la temperatura y esa reducción de las lluvias produciría un déficit de agua «muy importante» en las cuencas valencianas, según Quereda, quien indicó que se dispondrían de «poco más de 3.000 hectómetros cúbicos frente a los 5.000 que necesitan ambos sistemas hidrográficos».
Entre esas tendencias, la evaporación sería el fenómeno «más preocupante», según el académico, que estima que si sólo se tiene en cuenta éste, como consecuencia del aumento de un grado de la temperatura e independientemente de las lluvias, la reducción de recursos hídricos sería de entre un 10 y un 12% para 2030.
Preguntado por la posibilidad de sequías más graves en el futuro, Quereda advirtió que éstas «podrían darse» como consecuencia, sobre todo, de una mayor permanencia del anticiclón de Azores sobre la zona mediterránea. «El cambio climático podría alterar las dinámicas atmosféricas y, como consecuencia, posicionar ese anticiclón sobre nosotros y reducir más y más las lluvias, algo que afectaría no sólo a los pluviómetros, sino sobre todo a la mayor evotranspiración», dijo.
Las soluciones pasan, según Quereda, por la gestión del agua y sus técnicas de ahorro, y mediante el trasvase de las cuencas excedentarias hacia las deficitarias, como la del Júcar y del Segura, donde las condiciones para la agricultura «son mejores por la insolación, la profundidad de los suelos y, por tanto, la rentabilidad».
En este sentido, aseguró que el trasvase Tajo-Segura podría proporcionar «hasta la mitad» de las necesidades de la cuenca del sur de la Comunitat, mientras que el del Ebro «podría reportar una buena parte del déficit estructural» de la cuenca del Júcar , cerca de los 1.000 hectómetros cúbicos, según Quereda,
Junto a estas medidas, aboga por fuentes alternativas como la depuración, la desalinización, el ahorro en los sistemas de riego y la optimización de los cultivos.
Así, defendió defendido una política de distribución del agua unitaria, «que se remonta a doscientos años de filosofía hídrica», para que los excedentes hídricos de unos lleguen a todas las demarcaciones del Estado, una estrategia que está planteada «técnicamente, pero que falla en ese entendimiento administrativo político que flojea».
Según sus cálculos, para 2030 esa subida de la temperatura y esa reducción de las lluvias produciría un déficit de agua «muy importante» en las cuencas valencianas, según Quereda, quien indicó que se dispondrían de «poco más de 3.000 hectómetros cúbicos frente a los 5.000 que necesitan ambos sistemas hidrográficos».
Entre esas tendencias, la evaporación sería el fenómeno «más preocupante», según el académico, que estima que si sólo se tiene en cuenta éste, como consecuencia del aumento de un grado de la temperatura e independientemente de las lluvias, la reducción de recursos hídricos sería de entre un 10 y un 12% para 2030.
Preguntado por la posibilidad de sequías más graves en el futuro, Quereda advirtió que éstas «podrían darse» como consecuencia, sobre todo, de una mayor permanencia del anticiclón de Azores sobre la zona mediterránea. «El cambio climático podría alterar las dinámicas atmosféricas y, como consecuencia, posicionar ese anticiclón sobre nosotros y reducir más y más las lluvias, algo que afectaría no sólo a los pluviómetros, sino sobre todo a la mayor evotranspiración», dijo.
Las soluciones pasan, según Quereda, por la gestión del agua y sus técnicas de ahorro, y mediante el trasvase de las cuencas excedentarias hacia las deficitarias, como la del Júcar y del Segura, donde las condiciones para la agricultura «son mejores por la insolación, la profundidad de los suelos y, por tanto, la rentabilidad».
En este sentido, aseguró que el trasvase Tajo-Segura podría proporcionar «hasta la mitad» de las necesidades de la cuenca del sur de la Comunitat, mientras que el del Ebro «podría reportar una buena parte del déficit estructural» de la cuenca del Júcar , cerca de los 1.000 hectómetros cúbicos, según Quereda,
Junto a estas medidas, aboga por fuentes alternativas como la depuración, la desalinización, el ahorro en los sistemas de riego y la optimización de los cultivos.
Así, defendió defendido una política de distribución del agua unitaria, «que se remonta a doscientos años de filosofía hídrica», para que los excedentes hídricos de unos lleguen a todas las demarcaciones del Estado, una estrategia que está planteada «técnicamente, pero que falla en ese entendimiento administrativo político que flojea».