El riego con agua salada no merma la producción de varios tipos de olivos
Mar, 28/07/2009
Aunque claven sus raíces en la tierra, algunos olivos, como muchos peces, son de agua salada. Incluso toleran el riego con ella sin que su productividad se vea afectada. Lo ha comprobado un grupo de científicos del Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba (UCO) que ha llegado a esta conclusión después de nueve años de estudio.
En una nota, Andalucía Innova añade que, según el informe, no existen diferencias en cuanto al crecimiento, la producción, el tamaño o la calidad del fruto entre un olivo regado con agua no salina y otro regado con agua salina. Es lo que sostiene el responsable del proyecto, Ricardo Fernández-Escobar, quien aclara que las conclusiones se refieren a clases de olivo tan frecuente como la Picual.
El estudio amplía las posibilidades de riego de los agricultores que se dedican al olivo, ya que «las aguas salinas, frecuentes en tierras de pocas lluvias, en general, no son beneficiosas para los cultivos ni aptas para el consumo humano». Sin embargo, este grupo científico ha descubierto que las variedades más habituales en el cultivo, sobre todo la Picual, toleran hasta seis gramos y medio de sal por litro de agua.
Mejora el rendimiento
«Se ha demostrado claramente que el riego mejora la producción», apostilla Fernández-Escobar, señalando que cualquier descubrimiento en este sentido resulta «positivo, sobre todo en lugares de poca agua donde hay que utilizar este tipo de aguas». Además, el estudio apunta a la tolerancia de los olivos al cloruro, pero no así al sodio.
De este modo, para evitar el efecto pernicioso del sodio sobre una plantación de olivos «hay que añadir calcio al agua de riego, ya que el calcio retiene el sodio en las raíces impidiendo que el sodio pase a la planta aérea y evitando así su toxicidad», añadió el investigador.
El grupo de Fernández-Escobar también lleva a cabo otras iniciativas para la mejora de la nutrición global del olivo y en este momento está realizando ensayos desde Huelva a Jaén para analizar directamente los aspectos importantes de la nutrición del olivar en las diferentes zonas, «como son la deficiencia de potasio o el exceso de nitrógeno, que se aplica por costumbre pero genera muchos problemas ambientales y de producción».
Así, el informe abre una nueva vía para el riego de los olivares que, además, puede ayudar en la lucha contra la sequía.
En una nota, Andalucía Innova añade que, según el informe, no existen diferencias en cuanto al crecimiento, la producción, el tamaño o la calidad del fruto entre un olivo regado con agua no salina y otro regado con agua salina. Es lo que sostiene el responsable del proyecto, Ricardo Fernández-Escobar, quien aclara que las conclusiones se refieren a clases de olivo tan frecuente como la Picual.
El estudio amplía las posibilidades de riego de los agricultores que se dedican al olivo, ya que «las aguas salinas, frecuentes en tierras de pocas lluvias, en general, no son beneficiosas para los cultivos ni aptas para el consumo humano». Sin embargo, este grupo científico ha descubierto que las variedades más habituales en el cultivo, sobre todo la Picual, toleran hasta seis gramos y medio de sal por litro de agua.
Mejora el rendimiento
«Se ha demostrado claramente que el riego mejora la producción», apostilla Fernández-Escobar, señalando que cualquier descubrimiento en este sentido resulta «positivo, sobre todo en lugares de poca agua donde hay que utilizar este tipo de aguas». Además, el estudio apunta a la tolerancia de los olivos al cloruro, pero no así al sodio.
De este modo, para evitar el efecto pernicioso del sodio sobre una plantación de olivos «hay que añadir calcio al agua de riego, ya que el calcio retiene el sodio en las raíces impidiendo que el sodio pase a la planta aérea y evitando así su toxicidad», añadió el investigador.
El grupo de Fernández-Escobar también lleva a cabo otras iniciativas para la mejora de la nutrición global del olivo y en este momento está realizando ensayos desde Huelva a Jaén para analizar directamente los aspectos importantes de la nutrición del olivar en las diferentes zonas, «como son la deficiencia de potasio o el exceso de nitrógeno, que se aplica por costumbre pero genera muchos problemas ambientales y de producción».
Así, el informe abre una nueva vía para el riego de los olivares que, además, puede ayudar en la lucha contra la sequía.