Científicos israelíes descubren un mecanismo de planta que se auto-irriga
Mié, 01/07/2009
La planta, conocida localmente como ruibarbo del desierto, de la familia de las "Rheum palaestinum", es común en los desiertos de Israel y Jordania, y tiene la peculiaridad de que con sus hojas canaliza el agua de lluvia hacia las raíces.
De acuerdo con los investigadores Simja Lev-Yadon, Gidi Neemán y Gadi Katzir, de la Universidad de Haifa (norte de Israel), este tipo de ruibarbo puede absorber hasta 16 veces más cantidad de agua que las plantas que crecen en su medio.
"Se trata del primer caso a escala mundial de una planta que se autoirriga. No conocemos otra que funcione de esta manera", dijo a Efe el botánico Gidi Neeman.
Según un comunicado difundido hoy por la universidad, los tres científicos se percataron hace años del gran tamaño de las hojas, inusual en zonas desérticas, y decidieron estudiar su morfología y cómo afectaba al óptimo desarrollo y florecimiento de la planta.
El ruibarbo crece en Israel en las montañas del desierto del Negev (sur del país), donde las precipitaciones son particularmente bajas, 75 milímetros anuales.
A diferencia de otras especies de la misma zona, que tienen pequeñas hojas para minimizar la pérdida de humedad, las rosetas de una a cuatro hojas del ruibarbo pueden alcanzar un diámetro de un metro, dispuestas a modo de paraguas para mejorar la recolección de las escasas lluvias.
En el mecanismo de auto-irrigación juega un papel primordial una cutícula de cera en sus hojas que repele el agua de lluvia, haciéndola fluir directamente hasta la raíz principal y concediéndole reservas extras a la planta para su florecimiento.
La investigación reveló, además, una excepcional estructura de surcos en las hojas que recuerda, al verla de cerca, la topografía de una cordillera de montañas.
Los científicos explican en un comunicado que estas profundas y anchas ranuras en las hojas funcionan como un sistema de canalización de aguas similar al de una depresión montañosa y a través de la cual la planta redirige el agua.
Otras plantas se sacian, simplemente, con el agua de lluvia que cala en el suelo a su alrededor.
"Estas características permiten a la planta florecer en condiciones de extrema aridez, y con unas características similares a las plantas del clima mediterráneo, porque absorbe cantidades de agua similares", destacó el investigador.
Los experimentos y análisis para descubrir el proceso de crecimiento demuestran que el ruibarbo del desierto puede llegar a captar 43,8 litros de agua, en lugar de los 4,2 de otras plantas.
Al probar el mecanismo de irrigación, los investigadores verificaron que el agua corría por los profundos surcos de sus hojas hasta centrarla en torno a la raíz y entraba hasta una profundidad de más de 10 centímetros.
"En la misma zona, sin volcarla sobre la planta, el agua no llega a más de un centímetro", subrayó Neemán.
Según el científico, "los resultados demuestran que un proceso de adaptación natural ha resultado en la evolución de la planta para desarrollar grandes hojas, mejorando su habilidad para sobrevivir en el árido clima del desierto".
En verano, el ruibarbo, como otros vecinos suyos, entra en estivación, de la que despierta cuando bajan las temperaturas.
De acuerdo con los investigadores Simja Lev-Yadon, Gidi Neemán y Gadi Katzir, de la Universidad de Haifa (norte de Israel), este tipo de ruibarbo puede absorber hasta 16 veces más cantidad de agua que las plantas que crecen en su medio.
"Se trata del primer caso a escala mundial de una planta que se autoirriga. No conocemos otra que funcione de esta manera", dijo a Efe el botánico Gidi Neeman.
Según un comunicado difundido hoy por la universidad, los tres científicos se percataron hace años del gran tamaño de las hojas, inusual en zonas desérticas, y decidieron estudiar su morfología y cómo afectaba al óptimo desarrollo y florecimiento de la planta.
El ruibarbo crece en Israel en las montañas del desierto del Negev (sur del país), donde las precipitaciones son particularmente bajas, 75 milímetros anuales.
A diferencia de otras especies de la misma zona, que tienen pequeñas hojas para minimizar la pérdida de humedad, las rosetas de una a cuatro hojas del ruibarbo pueden alcanzar un diámetro de un metro, dispuestas a modo de paraguas para mejorar la recolección de las escasas lluvias.
En el mecanismo de auto-irrigación juega un papel primordial una cutícula de cera en sus hojas que repele el agua de lluvia, haciéndola fluir directamente hasta la raíz principal y concediéndole reservas extras a la planta para su florecimiento.
La investigación reveló, además, una excepcional estructura de surcos en las hojas que recuerda, al verla de cerca, la topografía de una cordillera de montañas.
Los científicos explican en un comunicado que estas profundas y anchas ranuras en las hojas funcionan como un sistema de canalización de aguas similar al de una depresión montañosa y a través de la cual la planta redirige el agua.
Otras plantas se sacian, simplemente, con el agua de lluvia que cala en el suelo a su alrededor.
"Estas características permiten a la planta florecer en condiciones de extrema aridez, y con unas características similares a las plantas del clima mediterráneo, porque absorbe cantidades de agua similares", destacó el investigador.
Los experimentos y análisis para descubrir el proceso de crecimiento demuestran que el ruibarbo del desierto puede llegar a captar 43,8 litros de agua, en lugar de los 4,2 de otras plantas.
Al probar el mecanismo de irrigación, los investigadores verificaron que el agua corría por los profundos surcos de sus hojas hasta centrarla en torno a la raíz y entraba hasta una profundidad de más de 10 centímetros.
"En la misma zona, sin volcarla sobre la planta, el agua no llega a más de un centímetro", subrayó Neemán.
Según el científico, "los resultados demuestran que un proceso de adaptación natural ha resultado en la evolución de la planta para desarrollar grandes hojas, mejorando su habilidad para sobrevivir en el árido clima del desierto".
En verano, el ruibarbo, como otros vecinos suyos, entra en estivación, de la que despierta cuando bajan las temperaturas.