Seis embalses valencianos están contaminados por vertidos
Mié, 24/06/2009
Seis embalses de los 28 que gestiona la Confederación Hidrográfica del Júcar sufren contaminación por vertidos, según los estudios realizados por el organismo de cuenca para la elaboración del próximo Plan Hidrológico. Otras dos presas no almacenan ni un litro de agua.
Bellús, Beniarrés, Buseo, Forata, María Cristina y Tibi son los pantanos que no alcanzan un buen estado ecológico y Algar y Almansa, los que no retienen agua.
La mayoría de ellas son presas pequeñas o medianas y con frecuencia, las últimas antes de que sus ríos desemboquen en el mar, asegura en el análisis la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ).
Estos pantanos se localizan en zonas que sufren las consecuencias del impacto de la civilización, «lo que supone una afección en el embalse debido a los vertidos directos o indirectos localizados en tramos aguas arriba de los mismos», señala el estudio sobre el estado de las masas de agua superficiales de la CHJ.
Ninguno de estos seis embalses alcanza el mínimo para disponer de un buen potencial ecológico debido a que no cuentan con fitoplacton suficiente.
La concentración de clorofila «es un factor que también influye significativamente en el estado de la mayoría de los citados embalses, mientras que el porcentaje de cianobacterias únicamente influye en el embalse de Bellús», señala la CHJ.
Los vertidos de aguas residuales, generalmente, suponen un aporte de nutrientes en los embalses «que produce un incremento de la producción primaria en estas masas de agua y por tanto la concentración de clorofila-a y de la biomasa superando los límites establecidos para el buen potencial biológico», dice la CHJ.
Por lo que se refiere al estado físico-químico de los embalses, los de Bellús, Beniarrés y Tibi presentan niveles de amonio (NH4) que no alcanzan los objetivos de buen estado, aunque no se especifica en el informe ni el nivel de amonio que muestran ni cuál es la cantidad máxima admisible.
«No hoy ningún embalse que tenga exceso de sulfhídrico (SH2) o fósforo total (Pt)», asegura la CHJ en su dossier.
La Confederación insiste en que todos los lagos artificiales que no alcanzan un buen estado físico-químico sufren presión por vertidos aguas arriba del embalse e incide en que la mayoría de los pantanos que no alcanzan un buen estado biológico «también reciben presión por vertidos».
En cuanto a las dos presas que no almacenan agua, Almansa y Algar, la primera de ellas, de las más antiguas de España, se encuentra prácticamente colmatada. Su capacidad de embalse es de 1,6 hectómetros y desde mediados de julio de hace dos años no guarda ni guna gota de agua.
El pantano de Algar, de 6,3 hectómetros de capacidad, está pensado para frenar las riadas del Palancia. Su compuerta, situada al nivel del río, siempre está abierta, por lo que no retiene nada.
El conjunto de pantanos de la CHJ embalsa 1.220 hectómetros cúbico y se encuentra al 36,47%. Esto supone que se dispone de casi un 39% más de agua que el año pasado por estas fechas.
Bellús, Beniarrés, Buseo, Forata, María Cristina y Tibi son los pantanos que no alcanzan un buen estado ecológico y Algar y Almansa, los que no retienen agua.
La mayoría de ellas son presas pequeñas o medianas y con frecuencia, las últimas antes de que sus ríos desemboquen en el mar, asegura en el análisis la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ).
Estos pantanos se localizan en zonas que sufren las consecuencias del impacto de la civilización, «lo que supone una afección en el embalse debido a los vertidos directos o indirectos localizados en tramos aguas arriba de los mismos», señala el estudio sobre el estado de las masas de agua superficiales de la CHJ.
Ninguno de estos seis embalses alcanza el mínimo para disponer de un buen potencial ecológico debido a que no cuentan con fitoplacton suficiente.
La concentración de clorofila «es un factor que también influye significativamente en el estado de la mayoría de los citados embalses, mientras que el porcentaje de cianobacterias únicamente influye en el embalse de Bellús», señala la CHJ.
Los vertidos de aguas residuales, generalmente, suponen un aporte de nutrientes en los embalses «que produce un incremento de la producción primaria en estas masas de agua y por tanto la concentración de clorofila-a y de la biomasa superando los límites establecidos para el buen potencial biológico», dice la CHJ.
Por lo que se refiere al estado físico-químico de los embalses, los de Bellús, Beniarrés y Tibi presentan niveles de amonio (NH4) que no alcanzan los objetivos de buen estado, aunque no se especifica en el informe ni el nivel de amonio que muestran ni cuál es la cantidad máxima admisible.
«No hoy ningún embalse que tenga exceso de sulfhídrico (SH2) o fósforo total (Pt)», asegura la CHJ en su dossier.
La Confederación insiste en que todos los lagos artificiales que no alcanzan un buen estado físico-químico sufren presión por vertidos aguas arriba del embalse e incide en que la mayoría de los pantanos que no alcanzan un buen estado biológico «también reciben presión por vertidos».
En cuanto a las dos presas que no almacenan agua, Almansa y Algar, la primera de ellas, de las más antiguas de España, se encuentra prácticamente colmatada. Su capacidad de embalse es de 1,6 hectómetros y desde mediados de julio de hace dos años no guarda ni guna gota de agua.
El pantano de Algar, de 6,3 hectómetros de capacidad, está pensado para frenar las riadas del Palancia. Su compuerta, situada al nivel del río, siempre está abierta, por lo que no retiene nada.
El conjunto de pantanos de la CHJ embalsa 1.220 hectómetros cúbico y se encuentra al 36,47%. Esto supone que se dispone de casi un 39% más de agua que el año pasado por estas fechas.