Más de 1.100 millones de personas carecen de un suministro suficiente de agua potable

Mar, 02/06/2009

Europa Sur

Más de 1.100 millones de personas carecen de un suministro suficiente de agua potable. Cada semana mueren aproximadamente unas 42.000 como resultado de enfermedades relacionadas con la escasa calidad del agua y la falta de saneamiento. Más de un 90 % de dichas muertes corresponden a menores de 5 años. Más de medio millón de mujeres mueren al año por las complicaciones durante el embarazo o el parto. Aproximadamente el 99 % de todas las muertes por causas derivadas de la maternidad se producen en los países en desarrollo. Más de 854 millones de personas sufren de malnutrición y más de 1.000 millones no tienen acceso a una vivienda digna. Por todo esto, hoy, Amnistía Internacional lucha por la justiciabilidad de los derechos económicos, sociales y culturales. La grandeza de la Declaración Universal de Derechos Humanos estriba en las nociones de universalidad e indivisibilidad. Todas las personas nacen libres e iguales en derechos y dignidad y todos los derechos revisten igual importancia. En plena crisis económica -que amenaza con hundir en la pobreza a millones de personas- reclamar los derechos económicos, sociales y culturales con igual rigor que los derechos civiles y políticos es una tarea inaplazable. Marian Pérez (Sevilla).



Un estudio sobre comportamientos de riesgo ha desvelado que, en Andalucía, el 40% de los jóvenes menores de 14 años opinan que pegar a un compañero o profesor no es violencia y para el 75% la razón que causa esa violencia es porque no saben defenderse. Si a esos mismos adolescentes se les preguntara: '¿Si un profesor o un compañero más fuerte que tú te pegase lo considerarías violencia?' Seguramente el 100% afirmaría, sin dudarlo, que sí era un acto violento. Del estudio en cuestión, entre otras cosas, se deduce que hemos educado a nuestros jóvenes haciendo mucho hincapié en respetar sus derechos (confundidos a veces con caprichos), en cambio las obligaciones se han diluido en la nebulosa de los traumas. Visto lo que estamos viendo ¿no es hora ya de que les hagamos ver que a cada derecho corresponde una obligación? Manuel Villena (Granada)



Hoy es para mí uno de esos días en los que intentas arreglar el mundo. Yo me encuentro en medio de dos mundos muy diferente. Uno que sufre cuando no encuentra unos zapatos de diseño en su enorme vestidor y el otro que muere de malaria por no tener acceso a una pastilla que tiene el valor de una copa que me tomo un fin de semana. Y el mío, donde algunos luchan por escalar socialmente a la estratosfera y otros renuncian a ello para bajar de \'estatus\' y ayudar a los necesitados. Cómo se explica esto si no es por el amor. Esa es la clave. Si nos amásemos tanto como amamos la vida, nuestro bien más preciado, todo sería tan diferente. Pero la seducción es tan fuerte, que lucho cada día para no dejarme atrapar por ella. Realmente es tan injusto dejar morir a nuestros iguales de esta forma que no sé si resistiríamos si fuéramos consciente de ello. F.J. Jiménez Ruiz (Correo electrónico)



De un tiempo a esta parte asistimos a un esfuerzo internacional por sentar bases sólidas que aseguren la defensa de los Derechos Humanos, a través de protocolos y textos legales. Es como para congratularse por ello. Sin embargo, para que estas loables voluntades lleguen a buen puerto, no se pueden olvidar las múltiples conexiones y, sobre todo, contradicciones, que presenta la aplicación práctica de estos derechos con el (enorme y global) sistema financiero y modus vivendi instalado. Lamentablemente, hoy en día tiene más derechos el dinero que las personas. A las corporaciones bancarias y grandes empresas se les perdonan sus tropelías y se les ofrecen vías de salida a las crisis con los recursos de todos. Y peor todavía: se les siguen permitiendo sus excesos. Mientras, en el mundo cada vez mueren más mujeres y niños, muchos en el propio momento de nacer, por falta de acceso a salud y alimentos. O siguen creciendo los asentamientos en chabolas, favelas, o como se quieran llamar en cada sitio, sin las mínimas condiciones sanitarias y de desarrollo de la vida humana. Eso por citar sólo dos de los cientos de ejemplos de Injusticia con mayúsculas. Vamos a tener que ser valientes, más allá de las palabras y los documentos. Y los primeros, nuestros gobiernos. Que se cumpla lo firmado. Gonzalo Gómez (Sevilla)