La gestión del río Sénia enfrenta a Aragón y Valencia
Lun, 27/04/2009
El Consejo del Agua estudia ceder la tutela del curso a los gestores del Ebro Siempre entre dos aguas. Entre las del Ebro y las del Júcar, a medio camino entre Tarragona y Castellón. El río Sénia (Cenia, en castellano) atraviesa momentos de incertidumbre. La propuesta del Consejo Nacional del Agua de que su sistema fluvial sea gestionado por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), en lugar de por la del Júcar --a la que ha pertenecido hasta ahora-- ha suscitado el rechazo frontal del Gobierno de Aragón. No lo quieren. Temen que aceptar al Sénia en la demarcación del Ebro abra las puertas a futuros trasvases hacia Levante. Tal es la presión ejercida por el Ejecutivo aragonés, especialmente por su consejero de Medio Ambiente, el regionalista Alfredo Boné, que el Consejo del Agua decidió aplazar el pasado martes cualquier decisión sobre la anexión del Sénia al Ebro. Y eso que todo el mundo lo daba por hecho. En opinión de los expertos, pese a nacer en suelo valenciano y desembocar directamente en el mar, el Sénia es un río muy vinculado al Ebro, del que le separan, en algunos tramos, apenas 18 kilómetros. Para el Gobierno de Aragón, en cambio, la anexión "sentaría un precedente inadmisible y peligroso", dijo Boné. Las consecuencias de la entrada del Sénia, recalcó el consejero del PAR, podrían ser importantes para el Ebro, "ya que suponen la incorporación de nuevos usuarios y un cambio en la composición de la demarcación en cuanto al peso territorial y poblacional de las comunidades autónomas". Es evidente que, con la entrada de los regantes valencianos del Sénia en la CHE, se alterará la actual correlación de fuerzas en el seno del organismo, que ahora es contrario a cualquier trasvase. Aragón propone que el Sénia continúe en la Confederación del Júcar o que, de no ser posible la permanencia, el río se incorpore a las cuencas internas de Catalunya o de Valencia. En último extremo, el Sénia podría ser gestionado conjuntamente entre esas dos comunidades, sugiere Aragón, pero sin ser anexionada a la demarcación del Ebro. El río Sénia, de 49 kilómetros, nace en los montes de Beseit, en el término municipal de La Pobla de Benifassà (Castellón), y desemboca en el Mediterráneo a la altura de Vinaròs, tras recorrer parte del Maestrat y servir en algunos tramos de frontera con Tarragona. Según datos de la Agència Catalana de l'Aigua (ACA), hay 18.000 catalanes usuarios de las aguas del sistema fluvial del Sénia. Se regula por un único embalse, el de Ulldecona, de 11 hectómetros cúbicos y que abastece a los agricultores de la zona. Pese a ello, existe un proyecto para construir una nueva presa en uno de los afluentes del Sénia, el río San Miguel, una infraestructura que la Confederación del Júcar vinculaba al almacenamiento de las transferencias externas procedentes del Ebro.
El Consejo del Agua estudia ceder la tutela del curso a los gestores del Ebro
Siempre entre dos aguas. Entre las del Ebro y las del Júcar, a medio camino entre Tarragona y Castellón. El río Sénia (Cenia, en castellano) atraviesa momentos de incertidumbre. La propuesta del Consejo Nacional del Agua de que su sistema fluvial sea gestionado por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), en lugar de por la del Júcar --a la que ha pertenecido hasta ahora-- ha suscitado el rechazo frontal del Gobierno de Aragón. No lo quieren. Temen que aceptar al Sénia en la demarcación del Ebro abra las puertas a futuros trasvases hacia Levante.
Tal es la presión ejercida por el Ejecutivo aragonés, especialmente por su consejero de Medio Ambiente, el regionalista Alfredo Boné, que el Consejo del Agua decidió aplazar el pasado martes cualquier decisión sobre la anexión del Sénia al Ebro. Y eso que todo el mundo lo daba por hecho. En opinión de los expertos, pese a nacer en suelo valenciano y desembocar directamente en el mar, el Sénia es un río muy vinculado al Ebro, del que le separan, en algunos tramos, apenas 18 kilómetros.
Para el Gobierno de Aragón, en cambio, la anexión "sentaría un precedente inadmisible y peligroso", dijo Boné. Las consecuencias de la entrada del Sénia, recalcó el consejero del PAR, podrían ser importantes para el Ebro, "ya que suponen la incorporación de nuevos usuarios y un cambio en la composición de la demarcación en cuanto al peso territorial y poblacional de las comunidades autónomas". Es evidente que, con la entrada de los regantes valencianos del Sénia en la CHE, se alterará la actual correlación de fuerzas en el seno del organismo, que ahora es contrario a cualquier trasvase.
Aragón propone que el Sénia continúe en la Confederación del Júcar o que, de no ser posible la permanencia, el río se incorpore a las cuencas internas de Catalunya o de Valencia. En último extremo, el Sénia podría ser gestionado conjuntamente entre esas dos comunidades, sugiere Aragón, pero sin ser anexionada a la demarcación del Ebro.
El río Sénia, de 49 kilómetros, nace en los montes de Beseit, en el término municipal de La Pobla de Benifassà (Castellón), y desemboca en el Mediterráneo a la altura de Vinaròs, tras recorrer parte del Maestrat y servir en algunos tramos de frontera con Tarragona. Según datos de la Agència Catalana de l'Aigua (ACA), hay 18.000 catalanes usuarios de las aguas del sistema fluvial del Sénia.
Se regula por un único embalse, el de Ulldecona, de 11 hectómetros cúbicos y que abastece a los agricultores de la zona. Pese a ello, existe un proyecto para construir una nueva presa en uno de los afluentes del Sénia, el río San Miguel, una infraestructura que la Confederación del Júcar vinculaba al almacenamiento de las transferencias externas procedentes del Ebro.