Un río que ha hecho un largo recorrido hasta Estambul
Mar, 17/03/2009
Tribunal del Agua:
Un río que ha hecho un largo recorrido hasta Estambul
Como un vasto río en busca de su desaguadero, el Tribunal del Agua ha hecho un largo recorrido antes de desembocar, este mes de marzo, en el Bósforo.
Este río tiene, como es lógico, mucho afluentes. En sus orígenes está la razón principal de su existencia: el riesgo creciente al que están sometidos los sistemas hídricos del planeta, desde las formas más diversas de contaminación y abuso, hasta las amenazas más recientes que se expresan en los intentos de privatizar el agua de consumo humano.
Muy cerca de ese afluente surge otro, que también está en los orígenes de este Tribunal. Se trata de una creciente “crisis de legalidad”, que se expresa en la incapacidad de los Estados para dar satisfacción a las demandas de los ciudadanos que, con cada vez mayor frecuencia, ven amenazado el indispensable acceso al agua necesaria para la vida.
A estas dos grandes vertientes se suman, luego, otras muchas, para dar forma a este vasto río que es hoy el Tribunal del Agua. Se trata de las decenas, luego centenares y, probablemente, miles de afluentes que vendrán, en el futuro, a desembocar en las aguas del Tribunal, con sus demandas y sus esperanzas de que sus justos reclamos por un uso adecuado del agua sean oídos por quienes deben poner atención a las necesidades de la gente.
Un largo recorrido
Ese río ha hecho ya un largo recorrido, antes de llegar a Estambul, desde que fue creado, en 1998, y sesionó, por primera vez, en San José de Costa Rica, en el 2000, para analizar once casos de amenazas a los sistemas hídricos en Centroamérica.
Una segunda audiencia centroamericana se realizó, también en la ciudad de San José, durante la semana del 15 al 19 de marzo de 2004, con el fin de dirimir nueve causas sobre la vulneración a los sistemas hídricos y los derechos ambientales de las comunidades en la región.
Como resultado de esas experiencias, el Tribunal se reunió nuevamente, del 13 al 20 de marzo de 2006, en la ciudad de México, para dirimir 13 causas sobre vulneración a los sistemas hídricos y los derechos ambientales en países latinoamericanos, afectados por proyectos hidroeléctricos de gran envergadura, como el de La Parota, en México; por casos de contaminación industrial y minera; o de privatización del agua, como ocurrió en Bolivia, entre varios otros.
En la siguiente audiencia, en la ciudad mexicana de Guadalajara, en octubre del 2007, el Tribunal reafirmó su vocación internacional, con el juzgamiento de siete casos, desde México y Suramérica, pasando por diversos casos de contaminación por actividades de explotación minera a cielo abierto en Centroamérica.
La última audiencia se llevó a cabo el año pasado, en la ciudad de Antigua, en Guatemala. Esa audiencia tuvo la particular característica de analizar casos de abuso de los sistemas hídricos en territorios indígenas y contó con la participación de representantes de algunas de las principales comunidades de Guatemala.
Este Tribunal del Agua tiene algunos antecedentes ilustres. Experiencias similares fueron llevadas a cabo en Holanda y Brasil. La primera de ellas, en 1983, en Rotterdam. En 1992, en Amsterdam, se efectuó otra sesión, en la que se denunciaron casos de contaminación del agua en Asia, Oceanía y América Latina. En 1993, el Tribunal Nacional de Agua, de Brasil, analizó casos sobre la explotación de carbón y la construcción de hidroeléctricas en ese país.
Inspirado en esas iniciativas, iniciamos, cinco años después, este largo recorrido, que nos ha llevado hasta las orillas del Bósforo, pasando por tierras centroamericanas y latinoamericanas.
Principios éticos
El Tribunal del Agua es una instancia internacional, autónoma e independiente de justicia ambiental, creada con el fin de coadyuvar a la solución de conflictos relacionados con los cuerpos de agua y sistemas hídricos. Se funda en principios de convivencia, respeto a la dignidad humana, solidaridad entre los pueblos, santidad de las formas vivientes y responsabilidad ambiental.
Los procedimientos del TLA implican dos paradigmas fundamentales: el ecocéntrico, que pone a la naturaleza en el centro y supera el antropocentrismo; y, en segundo lugar, una noción holística que rompe con el mecanicismo procesal que instaura procedimientos rígidos y separa la realidad en partes, oponiéndose al pensamiento sistémico, fundamental en la ecología.
El Tribunal busca que la población tome conciencia y se forme opinión sobre el manejo y protección del agua y trata de fomentar una actitud vigilante sobre los proyectos que puedan afectar los sistemas hídricos.
De esta manera, se busca fortalecer una cultura del agua, por medio de la modificación y eliminación de prácticas que afectan ecosistemas y cuerpos de agua.
Los procedimientos para la eficacia en un sistema ético de juzgamiento deben partir de la conexión entre algunos principios procesales del derecho positivo y la celeridad necesaria para un proceso de carácter ético. En este concurso de justicia convergen diversos principios fundamentales, tales como la imparcialidad para el análisis de los sistemas probatorios, el juicio científico y profundo (de acuerdo con la equidad) respecto a los alegatos y argumentos de las partes, la ecuanimidad en cuanto a las pruebas presentadas y el fundamento en criterios sistémicos en lo científico-técnico, la entereza y escrupulosidad en lo concerniente a lo primordial de los valores ecológicos como directrices para el análisis y el respeto al debido proceso.
Si bien es cierto que los veredictos y resoluciones de un tribunal de conciencia no son de cumplimiento obligatorio para las autoridades de ningún país, la difusión internacional de las sentencias y la censura de la comunidad internacional resultante de esa difusión será la que impulse una condena de tipo moral y encauce la búsqueda de alternativas para la solución de los conflictos hídricos.
La audiencia de Estambul
Este largo recorrido ha venido a desembocar en el Bósforo, a las orillas de la ciudad de Estambul, donde se llevará a cabo una nueva audiencia, conjuntamente con la Fundación Heinrrich Böell, en la que se analizarán cinco casos.
El Tribunal del Agua de Estambul será una plataforma de justicia alternativa cuyo propósito es propiciar el diálogo y la búsqueda de soluciones a las diferentes problemáticas hídricas seleccionadas.
En total se atenderán cinco casos: tres de Turquía; uno de México; y otro, de Brasil:
• El proyecto de la represa Yusufeli, en el río Çoruh, en la región turca del Mar Negro;
• El proyecto de la represa Ilisu, en el río Dicle (Tigris), en las provincias de Mardin y Şırnak;
• Las represas en el valle de Munzur, en la pprovincia de Tunceli, en el río Euphrates
• La construcción de megaembalses en el río Madeira, en el estado de Rondônia, en Brasil; y
• Los impactos socioambientales en México.
La actividad se desarrollará del 10 al 14 de marzo del 2009, en el Salón de Exhibiciones y Centro de Actividades Interculturales Tetun Deposu, en Estambul.
Este será un tribunal ad hoc cuyo jurado estará integrado por reconocidas personalidades internacionales, expertos en el tema.
Un río que ha hecho un largo recorrido hasta Estambul
Como un vasto río en busca de su desaguadero, el Tribunal del Agua ha hecho un largo recorrido antes de desembocar, este mes de marzo, en el Bósforo.
Este río tiene, como es lógico, mucho afluentes. En sus orígenes está la razón principal de su existencia: el riesgo creciente al que están sometidos los sistemas hídricos del planeta, desde las formas más diversas de contaminación y abuso, hasta las amenazas más recientes que se expresan en los intentos de privatizar el agua de consumo humano.
Muy cerca de ese afluente surge otro, que también está en los orígenes de este Tribunal. Se trata de una creciente “crisis de legalidad”, que se expresa en la incapacidad de los Estados para dar satisfacción a las demandas de los ciudadanos que, con cada vez mayor frecuencia, ven amenazado el indispensable acceso al agua necesaria para la vida.
A estas dos grandes vertientes se suman, luego, otras muchas, para dar forma a este vasto río que es hoy el Tribunal del Agua. Se trata de las decenas, luego centenares y, probablemente, miles de afluentes que vendrán, en el futuro, a desembocar en las aguas del Tribunal, con sus demandas y sus esperanzas de que sus justos reclamos por un uso adecuado del agua sean oídos por quienes deben poner atención a las necesidades de la gente.
Un largo recorrido
Ese río ha hecho ya un largo recorrido, antes de llegar a Estambul, desde que fue creado, en 1998, y sesionó, por primera vez, en San José de Costa Rica, en el 2000, para analizar once casos de amenazas a los sistemas hídricos en Centroamérica.
Una segunda audiencia centroamericana se realizó, también en la ciudad de San José, durante la semana del 15 al 19 de marzo de 2004, con el fin de dirimir nueve causas sobre la vulneración a los sistemas hídricos y los derechos ambientales de las comunidades en la región.
Como resultado de esas experiencias, el Tribunal se reunió nuevamente, del 13 al 20 de marzo de 2006, en la ciudad de México, para dirimir 13 causas sobre vulneración a los sistemas hídricos y los derechos ambientales en países latinoamericanos, afectados por proyectos hidroeléctricos de gran envergadura, como el de La Parota, en México; por casos de contaminación industrial y minera; o de privatización del agua, como ocurrió en Bolivia, entre varios otros.
En la siguiente audiencia, en la ciudad mexicana de Guadalajara, en octubre del 2007, el Tribunal reafirmó su vocación internacional, con el juzgamiento de siete casos, desde México y Suramérica, pasando por diversos casos de contaminación por actividades de explotación minera a cielo abierto en Centroamérica.
La última audiencia se llevó a cabo el año pasado, en la ciudad de Antigua, en Guatemala. Esa audiencia tuvo la particular característica de analizar casos de abuso de los sistemas hídricos en territorios indígenas y contó con la participación de representantes de algunas de las principales comunidades de Guatemala.
Este Tribunal del Agua tiene algunos antecedentes ilustres. Experiencias similares fueron llevadas a cabo en Holanda y Brasil. La primera de ellas, en 1983, en Rotterdam. En 1992, en Amsterdam, se efectuó otra sesión, en la que se denunciaron casos de contaminación del agua en Asia, Oceanía y América Latina. En 1993, el Tribunal Nacional de Agua, de Brasil, analizó casos sobre la explotación de carbón y la construcción de hidroeléctricas en ese país.
Inspirado en esas iniciativas, iniciamos, cinco años después, este largo recorrido, que nos ha llevado hasta las orillas del Bósforo, pasando por tierras centroamericanas y latinoamericanas.
Principios éticos
El Tribunal del Agua es una instancia internacional, autónoma e independiente de justicia ambiental, creada con el fin de coadyuvar a la solución de conflictos relacionados con los cuerpos de agua y sistemas hídricos. Se funda en principios de convivencia, respeto a la dignidad humana, solidaridad entre los pueblos, santidad de las formas vivientes y responsabilidad ambiental.
Los procedimientos del TLA implican dos paradigmas fundamentales: el ecocéntrico, que pone a la naturaleza en el centro y supera el antropocentrismo; y, en segundo lugar, una noción holística que rompe con el mecanicismo procesal que instaura procedimientos rígidos y separa la realidad en partes, oponiéndose al pensamiento sistémico, fundamental en la ecología.
El Tribunal busca que la población tome conciencia y se forme opinión sobre el manejo y protección del agua y trata de fomentar una actitud vigilante sobre los proyectos que puedan afectar los sistemas hídricos.
De esta manera, se busca fortalecer una cultura del agua, por medio de la modificación y eliminación de prácticas que afectan ecosistemas y cuerpos de agua.
Los procedimientos para la eficacia en un sistema ético de juzgamiento deben partir de la conexión entre algunos principios procesales del derecho positivo y la celeridad necesaria para un proceso de carácter ético. En este concurso de justicia convergen diversos principios fundamentales, tales como la imparcialidad para el análisis de los sistemas probatorios, el juicio científico y profundo (de acuerdo con la equidad) respecto a los alegatos y argumentos de las partes, la ecuanimidad en cuanto a las pruebas presentadas y el fundamento en criterios sistémicos en lo científico-técnico, la entereza y escrupulosidad en lo concerniente a lo primordial de los valores ecológicos como directrices para el análisis y el respeto al debido proceso.
Si bien es cierto que los veredictos y resoluciones de un tribunal de conciencia no son de cumplimiento obligatorio para las autoridades de ningún país, la difusión internacional de las sentencias y la censura de la comunidad internacional resultante de esa difusión será la que impulse una condena de tipo moral y encauce la búsqueda de alternativas para la solución de los conflictos hídricos.
La audiencia de Estambul
Este largo recorrido ha venido a desembocar en el Bósforo, a las orillas de la ciudad de Estambul, donde se llevará a cabo una nueva audiencia, conjuntamente con la Fundación Heinrrich Böell, en la que se analizarán cinco casos.
El Tribunal del Agua de Estambul será una plataforma de justicia alternativa cuyo propósito es propiciar el diálogo y la búsqueda de soluciones a las diferentes problemáticas hídricas seleccionadas.
En total se atenderán cinco casos: tres de Turquía; uno de México; y otro, de Brasil:
• El proyecto de la represa Yusufeli, en el río Çoruh, en la región turca del Mar Negro;
• El proyecto de la represa Ilisu, en el río Dicle (Tigris), en las provincias de Mardin y Şırnak;
• Las represas en el valle de Munzur, en la pprovincia de Tunceli, en el río Euphrates
• La construcción de megaembalses en el río Madeira, en el estado de Rondônia, en Brasil; y
• Los impactos socioambientales en México.
La actividad se desarrollará del 10 al 14 de marzo del 2009, en el Salón de Exhibiciones y Centro de Actividades Interculturales Tetun Deposu, en Estambul.
Este será un tribunal ad hoc cuyo jurado estará integrado por reconocidas personalidades internacionales, expertos en el tema.