El Ebro, con sus embalses al máximo, empieza a recibir las primeras aguas del deshielo

Mié, 11/03/2009

ABC

La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) declaró ayer la situación de prealerta en este río a su paso por la localidad navarra de Castejón, fruto de la crecida que se había ido produciendo como consecuencia de las primeras aguas del deshielo. La CHE permanece especialmente atenta a este fenómeno, dada la gran cantidad de nieve que se acumula en la vertiente del Pirineo que pertenece a esta cuenca hidrológica, es decir, la zona de la cordillera cuyas aguas van a parar al sistema del Ebro. Eso es una buena noticia en condiciones normales, porque el Pirineo actúa como un gran embalse natural. Sin embargo, este año preocupa porque las intensas precipitaciones que han descargado en esta cuenca a lo largo de los meses han llenado los embalses que hay —siguen pendientes los recogidos en el Pacto del Agua—. En muchos de ellos hace semanas, incluso meses, que se están abriendo las compuertas para dejar un margen de seguridad en previsión de avenidas por la época de lluvias y el deshielo, dos fenómenos que suelen coincidir en primavera. Pero hay presas que, aún así, están al máximo. Así, en la cabecera, el embalse del Ebro está al 99 por ciento de su capacidad. En la margen izquierda, la zona que recibe las aguas del Pirineo, el embalse de La Sotonera está al 94 por ciento, como el de El Grado, mientras que Yesa ronda el 80 por ciento. Con cierta preocupación En el propio río Ebro, la presa de Mequinenza, la mayor de toda la cuenca, se encuentra al 85 por ciento, con 1.303 hectómetros cúbicos de agua. Y eso que en la última semana no ha guardado ni una gota, porque el mismo caudal que ha entrado en el embalse ha salido por sus compuertas, 204 hectómetros cúbicos. La presa de Ribarroja, por su parte, próxima a la desembocadura del Ebro en el Mediterráneo, está al 92 por ciento de su capacidad. Con este panorama, el deshielo se sigue con atención y cierta preocupación. Se confía en que se produzca poco a poco. Lo contrario conllevaría crecidas de consideración. Y si coincide con lluvias intensas —propias de primavera— el riesgo potencial de inundaciones aumenta. Estimaciones de deshielo Las altas temperaturas de estos últimos días han acentuado el deshielo y se nota en el Ebro, que ayer ya bajaba crecido a su paso por Zaragoza ayer e inundaba zonas de ribera. Es algo todavía dentro de lo normal, pero indicativo de lo que puede ser este año el deshielo, con embalses muy llenos y, por eso, con menos capacidad para amortiguar las riadas. En estos momentos la zona del Pirineo que vierte al Ebro guarda 2.200 hectómetros cúbicos de agua en forma de nieve. Es cuatro veces más que la que había hace un año. Los técnicos calculan que, con los deshielos, el agua que llega hasta el Ebro viene a ser el 60 por ciento de toda la nieve acumulada; el resto no lo hace por diversos motivos. Por ejemplo, porque se evapora o porque queda en acuíferos. Eso significa que esta primavera el Ebro recibirá más de 1.200 hectómetros cúbicos de agua desde el Pirineo, casi tanta como toda la que podría almacenar el embalse de Mequinenza si estuviera totalmente vacío. Prealerta Los desembalses comenzaron en enero y siguen. La CHE indicó ayer que se realizan en «cantidades moderadas», para no causar perjuicios aguas abajo. Precisaron igualmente que en los sistemas de los ríos Huerva, Noguera Ribagorzana y Segre, el nivel al que se encuentran sus embalses hace que estén en situación de prealerta. En el resto de sistemas regulados, la CHE afirma que hay total normalidad.