«Biobalas» contra el mejillón cebra

Lun, 02/03/2009

ABC

Hace años que se intenta poner freno a la invasión del mejillón cebra, un molusco minúsculo, pero que se reproduce en grandes cantidades y que ha sido capaz de extenderse masivamente por la cuenca del Ebro en los últimos ocho años. En 2001 su presencia se limitaba a Cataluña, pero ahora está presente no sólo en el río Ebro —incluido su tramo alto— sino también en sus afluentes, en embalses y en canales de derivación. Hasta ahora, todos los sistemas utilizados para erradicarlo han fracasado. De hecho, tampoco se ha sido capaz de evitar que la plaga se extendiera por toda la cuenca del Ebro. Pero los investigadores persisten y ahora confían en un nuevo ingenio, las llamadas «biobalas». Es una especie de cápsulas que incorporan una sustancia letal para el mejillón cebra. En principio, las pruebas de laboratorio que se han realizado apuntan a que son eficaces al atacar sólo a este molusco, de modo que sería un sistema seguro para el ecosistema. Y es que uno de los problemas radica en dar con un método de efecto controlado, letal para el mejillón cebra pero inocuo para el entorno acuático en el que se desenvuelve este bivalvo y en el que habitan otras especies. Desde los mares Negro y Caspio Durante los próximos meses, un equipo de científicos de la británica Universidad de Cambridge trabajará sobre el terreno, en aguas de la cuenca del Ebro, para poner a prueba las «biobalas». Es el grupo internacional de investigación especializado en este método. Si se desarrolla con éxito, su utilización se extenderá a nivel mundial, porque la plaga del mejillón cebra afecta a un buen número de países. En esta aplicación de las «biobalas» que se va a llevar a cabo se invertirán 80.900 euros, según informó ayer la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). Esta especie llegó a la zona del Delta del Ebro en los años 90. En el año 2005 se confirmó también su presencia en el Júcar. Es un bivalvo originario de los mares Negro y Caspio, donde sí habita en equilibrio biológico. Aprovechando el tráfico marítimo, los barcos se han convertido en su medio de transporte para colonizar espacios de agua dulce fuera de su ecosistema originario. En España —igual que en el resto de países que sufren el problema— la práctica de la pesca y el uso de embarcaciones deportivas en embalses ha sido uno de los mecanismos que han ayudado de forma decisiva a su expansión. Pérdidas de 40 millones Las pérdidas económicas que ocasiona son abultadas. Hay pequeños ayuntamientos que se tienen que gastar miles de euros todos los años para limpiar tuberías de abastecimiento del municipio. Lo mismo ocurre con canalizaciones agrarias y con otras instalaciones, caso de las centrales de eléctricas cuyas tuberías son obstruidas por las colonias en las que se agrupan estos moluscos. Un estudio realizado en 2007 por un grupo de científicos y técnicos cifró en 40 millones de euros las pérdidas que ocasionará la plaga del mejillón cebra en la cuenca del Ebro hasta el año 2025. Las «biobalas» con las que se empezará a probar próximamente forman parte de un plan de investigación impulsado por el Ministerio de Medio Ambiente con el objetivo de controlar esta plaga. El trabajo de investigación ha sido asignado a varios organismos e instituciones. Lo lidera la Universidad de Zaragoza, pero participan también la CHE, la Universidad Politécnica de Valencia, la Sociedad de Infraestructuras Rurales Aragonesas (Sirasa) y el Centro de Transferencia Agroalimentaria del Gobierno de Aragón. El equipo de Cambridge que pondrá a prueba las «biobalas» lo hará al amparo de este programa de investigación impulsado por el Ministerio de Medio Ambiente y, más concretamente, de la parcela de trabajo que se le ha asignado a la CHE. La Universidad de Cambridge lleva años investigando en este método. En el año 2006, científicos del equipo que se encarga de ello visitaron España para participar en unas jornadas de expertos sobre el mejillón cebra. Comprobar la eficacia El sistema ha logrado un alto grado de desarrollo, pero ahora queda comprobar si es realmente eficaz en los espacios acuáticos que sufren esta plaga. Hasta ahora se ha probado en sistemas cerrados, como tuberías o balsas, pero en el caso de la cuenca del Ebro también se quiere experimentar en espacios acuáticos abiertos, tales como ríos, canales y embalses. Este proyecto de investigación se desarrollará entre este año y el próximo. En los dos últimos años, la CHE ha invertido 1,4 millones de euros en diversas actuaciones de prevención, formación, investigación y en normativas dirigidas a frenar el avance de la plaga del mejillón cebra. El año pasado se hicieron más de 1.400 muestreos para detectar la presencia de larvas en embalses, ríos y canales de la cuenca del Ebro. Además, hay instalados testigos para controlar la presencia del mejillón cebra adulto en 31 embalses. Se colocaron hace un año y se revisan mensualmente.