La sequía amenaza la cosecha china

Mié, 25/02/2009

El cielo nublado y gris que cubría Pekín hace diez días dejó sorprendido a más de uno: no era fruto de la contaminación, un problema que ha mejorado notablemente gracias a las medidas introducidas durante los Juegos Olímpicos, sino de que, por primera vez en 110 días, nevaba. El norte de China sufre la peor sequía de los últimos 50 años y amenaza con estropear las cosechas anuales de trigo, de las que depende el bienestar de miles de campesinos. Las precipitaciones provocadas artificialmente por las autoridades chinas han reducido los daños, pero el riesgo de sequía está aún lejos de desaparecer.

"Aunque han caído seis milímetros de precipitación desde el 7 de febrero, la cosecha de trigo se verá afectada por la sequía si no regamos", declaró el viernes un alto cargo de Gangli, una de las aldeas de la provincia de Henan más afectadas. Por ese motivo, el Ejército chino sigue ayudando en las tareas de irrigación y se mantienen las medidas excepcionales puestas en marcha a principios de mes. Al anunciarlas, el primer ministro Wen Jiabao advirtió que los esfuerzos para paliar la sequía debían convertirse en "la primera prioridad" de las autoridades locales en este "período de crisis financiera global".
Henan, en el interior de China, produce una cuarta parte del trigo del país y millones de sus campesinos dependen de las cosechas de grano para sobrevivir. Especialmente este año, en que la crisis económica ha provocado una caída de los precios de los cereales y ha dejado a 20 millones de inmigrantes de las zonas rurales en paro. Henan, Hubei, Anhui y Shanxi, provincias azotadas por la sequía, son también el origen de millones de trabajadores inmigrantes que cada año acuden en busca de empleo a las fábricas para la exportación de Guangdong, en el sur.

El Gobierno chino ha puesto en marcha un plan de rescate, que incluye operaciones masivas para provocar la lluvia artificial y ayudas millonarias a campesinos y gobiernos locales. Más de 2.300 soldados y 76 camiones militares han sido desplazados a Henan para colaborar en las tareas de irrigación y excavar acueductos de emergencia, según informó el diario del Ejército chino, Liberation Army Daily.

La frágil política de autosuficiencia
Los aviones militares también participan en el lanzamiento de cientos de cohetes cargados con yoduro de plata para provocar lluvia artificial. Las precipitaciones conseguidas en las últimas semanas y los más de 5.000 millones de metros cúbicos de agua desviados desde el Yangtzé al río Amarillo, han levantado el estado de emergencia. Aún así, podría volver a imponerse si no hay más lluvia, alerta la Oficina Estatal para el Control de Inundaciones y Sequías.

El impacto de la sequía en las cosechas de trigo pone en evidencia la vulnerabilidad de la política de autosuficiencia alimentaria que defiende Pekín. El Gobierno chino quiere minimizar la importación de alimentos para nutrir a sus 1.300 millones de ciudadanos y proteger el sector agrícola, que sigue empleando al 43% de la población. Pero la escasa modernización del campo, la pérdida de terrenos de cultivo en favor de la urbanización y el aumento progresivo del consumo de la clase media ponen en duda la sostenibilidad de la política de autosuficiencia a largo plazo. Una de las mayores preocupaciones que genera el paquete de medidas anticrisis anunciado por Pekín, que incluye inversiones millonarias en infraestructuras de transportes, es que se reduzca la superficie agraria.
Industria contaminante
Los efectos del cambio climático y el rápido desarrollo urbano e industrial de los últimos 30 años también han agravado los problemas de escasez de agua en el norte y centro de China, una región tradicionalmente afectada por la sequía. Una hora de tren de Pekín a Hebei, la provincia que rodea la capital, es suficiente para contemplar el paisaje desolador de fábricas, campos de trigo secos y cauces de río vacíos, cubiertos de polvo.

Los expertos en medioambiente denuncian que la fiebre constructora desatada en los últimos años en la capital china y las necesidades de agua potable de sus 17 millones de habitantes han dejado sin agua a las provincias de los alrededores. Miles de campesinos de Hebei se ven hoy obligados a recurrir a las aguas subterráneas, un proceso costoso y poco sostenible, ya que son limitadas. Las escasas reservas de agua naturales de Hebei, como el pantano de Miyun, a unos 100 km de Pekín, están protegidas para abastecer a la capital.