El Ebro recibirá este año un gran deshielo de más de 1.600 hectómetros cúbicos de agua

Dom, 01/02/2009

ABC

El Pirineo se ha convertido este invierno en un gigantesco embalse. Sus reservas siempre son fundamentales para abastecer al Ebro, pero este año adquieren un volumen más que abultado. A través de los ríos de la margen izquierda que se nutren de los deshielos, esta primavera llegarán hasta el Ebro más de 1.600 hectómetros cúbicos de agua. Para hacerse idea de la envergadura de esta cifra basta saber que, en estos momentos, entre todos los embalses de la cuenca del Ebro suman 5.227 hectómetros cúbicos de agua. Es decir, la nieve del Pirineo, la que cubre el terreno de esta cordillera que pertenece a la cuenca del Ebro, equivale a casi la tercera parte del agua que hay embalsada entre todas esas presas, y son sesenta y una.

Según los cálculos de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), en este momento hay nieve equivalente a 1.620 hectómetros cúbicos de agua. Está concentrada en las «subcuencas pirenaicas de la cuenca del Ebro», es decir, en la parte de la cordillera cuyas aguas van a parar al Ebro. Son un total de diez: el área del río Aragón -a caballo entre Navarra y la Comunidad aragonesa-, la del río Gállego, la del Ara, la del Cinca, la del Ésera y, ya en suelo catalán, las del río Garona -hasta Bossost-, el Noguera Ribagorzana, el Noguera Pallaresa, el Valira y el Segre.

En todas ellas, la reserva de nieve es más del doble que la que había el año pasado y también duplica la media de los cinco últimos años. Es un dato positivo, pero con un lado preocupante. Es positivo, en primer lugar, porque las intensas nevadas que se han ido acumulando desde el otoño han beneficiado al turismo del esquí; y, en segundo lugar, porque garantiza aportes hídricos muy relevantes al sistema del Ebro. Pero esto mismo ha de verse con prudencia, porque la gran cantidad de nieve garantiza un gran deshielo y, por tanto, la llegada al Ebro de un gran caudal. Queda patente el riesgo de que eso cause riadas e inundaciones.

Todos los años, coincidiendo con las lluvias de primavera y con el deshielo, el Ebro atraviesa su época más proclive a las grandes avenidas y a los desbordamientos. El promedio de los cinco últimos años demuestra que lo normal es que deje de aumentar la reserva de nieve al acabar febrero y, a partir de marzo, comienza a descender porque se va produciendo el deshielo.

De la mayor o menor rapidez con que ocurra, y de que coincida o no con días de lluvias intensas, es de lo que depende que el deshielo genere crecidas de riesgo. De entrada, la gran cantidad de nieve acumulada ya es un factor de riesgo. Hay que tener en cuenta que en los dos años precedentes se han producido inundaciones por riadas del Ebro ocurridas en primavera, en años en los que la reserva de nieve era la mitad que la que hay ahora.

Además, las posibilidades de regulación son limitadas con los embalses que hay ahora en uso -los del Pacto del Agua se siguen esperando, incluido el recrecimiento de Yesa a una cota inferior de la inicialmente prevista cuando se aprobó dicho pacto, en 1992-.

La reserva de nieve que tiene este año la zona del Pirineo perteneciente al Ebro supera la capacidad máxima del mayor de los 61 embalses que hay en toda esta cuenca hidrológica. El mayor es el de Mequinenza, cuya capacidad máxima es de 1.533 hectómetros cúbicos -actualmente está al 85 por ciento, con 1.300 hectómetros cúbicos de gua embalsada-.

Es decir, el agua que recibirá este año la cuenca del Ebro por el deshielo desbordaría el embalse de Mequinenza aunque se lo encontrara vacío. Y eso que es una presa gigantesca: ocupa 7.540 hectáreas y mide 110 kilómetros de largo.

Este año ha nevado mucho. Empezó en otoño, en fechas tempranas, y las precipitaciones se han mantenido a lo largo del invierno. Los temporales que ha dejado el mes de enero han sumado más nieve aún en la parte del Pirineo que pertenece a la cuenca del Ebro.

Las subcuencas con más nieve

De todas esas subcuencas pirenaicas, las que más reservas de nieve acumulan son las de los ríos Aragón y Noguera Pallaresa. La subcuenca del Aragón, que llega hasta el embalse de Yesa, cuenta actualmente con nieve equivalente a 353 hectómetros cúbicos. Por su parte, en la subcuenca del Noguera Pallaresa, hasta el embalse de Talarn, la nieve acumulada equivale a 409,4 hectómetros cúbicos. Les siguen los 146 hectómetros cúbicos que guarda la subcuenca del río Ara en forma de nieve, los 126 localizados en el área del río Gállego o los 163 hectómetros cúbicos de la subcuenca del Cinca.