Los regantes defienden el autocontrol para garantizar el ahorro de agua y el cuidado del medio ambiente
Jue, 04/12/2008
El presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (FENACORE), Andrés del Campo, abogó hoy por el "autocontrol" y la "autorregulación" dentro del sector agrario, de manera que sean los propios usuarios del agua quienes controlen una serie de criterios de calidad en sus cuencas agrícolas para garantizar un riego más eficiente y una mayor sostenibilidad medioambiental.
Asimismo, Del Campo defendió, en el IX Congreso Nacional de Medio Ambiente (CONAMA) que se celebra esta semana en Madrid, la puesta en marcha de un código de buenas prácticas agrícolas para que se conozca la responsabilidad real de los regantes en la contaminación de sus cuencas de regadío, por pequeñas que éstas sean.
El seguimiento de estos controles de calidad se realizarán a través del Plan de Vigilancia Ambiental (PVA) y la red informática Corenet, que permitirán "conocer en tiempo real a regantes y comunidades, el posible grado de contaminación de sus distintas zonas regables, aportando datos sobre el impacto real de compuestos asociados (nitrógeno, fósforo, etc.), así como la calidad y la cantidad de los retornos del riego que pueden ser de nuevo reutilizados", señaló.
Al parecer, los regantes confían en que este código deontológico basado en la autorregulación sea capaz de borrar la "visión catastrofista" que se trata de imponer a la sociedad sobre la gestión y uso que los usuarios están realizando del agua en España y desmontar así las "falsas creencias" de que los agricultores son unos "despilfarradores" del recurso y de que el regadío y las obras hidráulicas "son causantes de la degradación del medio ambiente".
Con esta iniciativa, Fenacore pretende sumarse de motu propio al PVA que recoge el Plan de Choque contra la Sequía aprobado por el Ejecutivo, según el cual aquellas zonas regables que acometieran procesos de modernización deberían controlar una serie de parámetros medioambientales con el fin de evitar la contaminación difusa en su zona regable.
En definitiva, el presidente de Fenacore aclaró que los procesos de modernización de regadíos que están llevando a cabo los regantes suponen un "giro de 180 grados" a la hora de gestionar el agua, ya que conlleva una serie de efectos beneficiosos para el medio ambiente como la reducción de consumos, el ahorro de agua y la mejora de la eficiencia.
Asimismo, Del Campo defendió, en el IX Congreso Nacional de Medio Ambiente (CONAMA) que se celebra esta semana en Madrid, la puesta en marcha de un código de buenas prácticas agrícolas para que se conozca la responsabilidad real de los regantes en la contaminación de sus cuencas de regadío, por pequeñas que éstas sean.
El seguimiento de estos controles de calidad se realizarán a través del Plan de Vigilancia Ambiental (PVA) y la red informática Corenet, que permitirán "conocer en tiempo real a regantes y comunidades, el posible grado de contaminación de sus distintas zonas regables, aportando datos sobre el impacto real de compuestos asociados (nitrógeno, fósforo, etc.), así como la calidad y la cantidad de los retornos del riego que pueden ser de nuevo reutilizados", señaló.
Al parecer, los regantes confían en que este código deontológico basado en la autorregulación sea capaz de borrar la "visión catastrofista" que se trata de imponer a la sociedad sobre la gestión y uso que los usuarios están realizando del agua en España y desmontar así las "falsas creencias" de que los agricultores son unos "despilfarradores" del recurso y de que el regadío y las obras hidráulicas "son causantes de la degradación del medio ambiente".
Con esta iniciativa, Fenacore pretende sumarse de motu propio al PVA que recoge el Plan de Choque contra la Sequía aprobado por el Ejecutivo, según el cual aquellas zonas regables que acometieran procesos de modernización deberían controlar una serie de parámetros medioambientales con el fin de evitar la contaminación difusa en su zona regable.
En definitiva, el presidente de Fenacore aclaró que los procesos de modernización de regadíos que están llevando a cabo los regantes suponen un "giro de 180 grados" a la hora de gestionar el agua, ya que conlleva una serie de efectos beneficiosos para el medio ambiente como la reducción de consumos, el ahorro de agua y la mejora de la eficiencia.