El CSIC estudia consumo de drogas en cárceles analizando las aguas residuales

Mar, 21/10/2008

EFE

Un equipo del CSIC está elaborando un estudio pionero para conocer el consumo de drogas en el interior de las cárceles por medio de la detección de los restos de estas sustancias en las aguas residuales procedentes de un centro penitenciario.

La doctora Miren López de Alda, del Instituto de Diagnóstico Ambiental, ha explicado a Efe que de momento se está llevando a cabo la investigación con muestras de las aguas fecales de un centro en concreto a petición de una administración pública que ha requerido al CSIC la mayor discreción posible sobre el proyecto, por lo que no ha desvelado qué prisión está siendo analizada.

Los consumidores metabolizan y expulsan las drogas a través de la orina, lo que permite conocer qué sustancias y en qué cantidad se han consumido a través del estudio de las aguas residuales.

López de Alda, que hoy ha ofrecido una charla sobre el método utilizado por el CSIC para detectar la presencia de drogas en las aguas, en el marco del Salón Expoquimia que se celebra en Barcelona, ha indicado que se buscará detectar cinco clases de drogas de abuso:
cocaínicas, opiáceas (como la morfina y heroína), el cannabis, el LSD y los compuestos de la anfetamina (del tipo del éxtasis), a las que se sumará la metadona y un ansiolítico como el Tranquimacín.

Con estos datos, los responsables penitenciarios podrán determinar el grado de consumo de estas drogas y comprobar si las medidas que adoptan para controlar su tráfico son o no eficaces.

El CSIC utiliza el mismo método que ha permitido conocer el consumo aproximado de drogas en algunas zonas por medio de sus aguas residuales.

Entre ellos destaca el estudio realizado recientemente en la depuradora de El Prat con agua residuales procedentes de una parte de Barcelona y su entorno, y que entre otros datos indicaba que algunos fines de semana se llegaban a consumir hasta 40.000 dosis de
cocaína diarias (73.000 si se extrapolaba a la población global del área metropolitana).

También ha realizado análisis similares en depuradoras de siete poblaciones de la cuenca del río Ebro (Miranda de Ebro, Logroño, Pamplona, Tudela, Zaragoza, Lleida y Tortosa), así como en
Benicàssim (Castellón), Gandía (Valencia), Torrelavega (Cantabria) o Santander.

En el estudio de la cuenca del Ebro (que se publicará en breve), destaca el consumo de cocaína en Zaragoza o Pamplona, con una estimación de unas cinco dosis diarias de media cada 1.000
habitantes, frente a las 1,6 de Logroño.

López de Alda ha destacado el caso paradigmático del análisis efectuado el mes de julio pasado en la localidad turística de Benicàssim la misma semana en que este municipio acogía el festival
de música FIB, y que apuntaba un consumo diario de 22,37 dosis de cocaína, y de 24,47 de MDMA (éxtasis) cada 1.000 habitantes.

En general, los informes detectan una mayor presencia de los restos de estas sustancias en el agua conforme se acerca el fin de semana, sobre todo en aquellas drogas relacionadas con el ocio, como la cocaína y el éxtasis.

"Los municipios cuyas autoridades estén interesadas en saber el grado de consumo en su población pueden solicitar el análisis, pero la tecnología que se utiliza es muy cara, unos 400.000 euros, y habitualmente sólo la pueden financiar ciudades grandes", ha subrayado la científica.

Estas mediciones son un complemento a los datos que se obtienen de las encuestas que la administración sanitaria realiza cíclicamente entre la población, y que ofrece resultados más
subjetivos ya que se basan en entrevistas.

La doctora ha explicado que el grado de eliminación de estas sustancias una vez que pasan por la depuradora es variable, y así, mientras el cannabis y sus derivados suelen permanecer, en el caso de la cocaína se eliminan hasta en un 95% sus rastros en el agua.

El CSIC pretende conocer el nivel de este tipo de sustancias en los cauces para determinar también si en un futuro próximo pueden llegar a ser peligrosos para el medio ambiente y los ecosistemas.