La sociedad estatal Acuamed ultima la resolución de las alegaciones que se presentaron al proyecto de la futura desalinizadora de Guardamar del Segura
Mié, 17/09/2008
La planta producirá 40 hectómetros cúbicos anuales destinados exclusivamente al uso agrícola
La sociedad estatal Acuamed, el organismo dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino que se encarga de ejecutar las infraestructuras hídricas en la cuenca del Mediterráneo, ultima la resolución de las alegaciones que se presentaron al proyecto de la futura desalinizadora de Guardamar del Segura para sacar a concurso las obras antes de finales de este año.
Ese es al menos el compromiso adquirido por el director general de Acuamed, Adrián Baltanás, con la comunidad de Riegos de Levante Margen Izquierda, que es la principal destinataria del agua que generará esta nueva planta, según confirmó ayer Manuel Serrano, el presidente de esta comunidad agraria, a la que pertenecen más de 20.000 comuneros del campo de Elche que en su conjunto suman cerca de 40.000 hectáreas de cultivo.
En principio, todo el caudal que generen estas instalaciones, que tendrán capacidad para producir 40 hectómetros cúbicos de agua al año, se destinarán exclusivamente para uso agrícola. Sin embargo, dado que en un futuro se podrá ampliar la capacidad de la planta hasta los 60 hectómetros cúbicos anuales, y que varios municipios, sobre todo Guardamar, están interesados en convertirse en usuarios de la planta, no se descarta que al final una parte de la producción se destine a abastecimiento urbano.
El pasado 12 de abril salió a información pública el proyecto informativo de la desalinizadora, cuya dotación inicial se hará llegar a la Comunidad General de Regantes de Riegos de Levante Margen Izquierda, con la que Acuamed ya ha suscrito el correspondiente acuerdo de intenciones.
La desalinizadora se ubica en el término municipal de Guardamar del Segura, en una zona urbanizable de uso industrial, próxima a la desembocadura del río Segura. No obstante, las obras afectan también a los términos municipales de Alicante, Catral, Crevillente, Dolores, Elche, San Fulgencio y Santa Pola.
Las instalaciones de toma y vertido de la planta se han ubicado en el entorno de la desembocadura del Segura. Tras el estudio de distintas alternativas, la zona propuesta para el vertido de salmuera es la gola del río.
En cuanto a las obras de distribución del agua producto, constan de una primera impulsión de unos 9 kilómetros hasta el depósito del Molar, desde donde se conducen en unos 17 kilómetros por gravedad hasta el depósito situado en la Cuarta Estación de elevación. Desde allí, se impulsan de nuevo otros tres kilómetros hasta su destino final en el embalse de Crevillent, donde Riegos de Levante dispone de infraestructuras capaces de distribuir los recursos almacenados a lo largo de toda su zona regable.
La desalinizadora es la última esperanza de los agricultores para garantizarse el agua necesaria y complementar los caudales procedentes del trasvase del Tajo y los sobrantes del río Segura con independencia de los ciclos de sequía, pues el déficit hídrico estructural que padece la cuenca del Segura está poniendo en peligro explotaciones en las que tras acometerse inversiones millonarias para modernizar sus sistemas de riego, ni siquiera se han podido probar por falta de agua.
La sociedad estatal Acuamed, el organismo dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino que se encarga de ejecutar las infraestructuras hídricas en la cuenca del Mediterráneo, ultima la resolución de las alegaciones que se presentaron al proyecto de la futura desalinizadora de Guardamar del Segura para sacar a concurso las obras antes de finales de este año.
Ese es al menos el compromiso adquirido por el director general de Acuamed, Adrián Baltanás, con la comunidad de Riegos de Levante Margen Izquierda, que es la principal destinataria del agua que generará esta nueva planta, según confirmó ayer Manuel Serrano, el presidente de esta comunidad agraria, a la que pertenecen más de 20.000 comuneros del campo de Elche que en su conjunto suman cerca de 40.000 hectáreas de cultivo.
En principio, todo el caudal que generen estas instalaciones, que tendrán capacidad para producir 40 hectómetros cúbicos de agua al año, se destinarán exclusivamente para uso agrícola. Sin embargo, dado que en un futuro se podrá ampliar la capacidad de la planta hasta los 60 hectómetros cúbicos anuales, y que varios municipios, sobre todo Guardamar, están interesados en convertirse en usuarios de la planta, no se descarta que al final una parte de la producción se destine a abastecimiento urbano.
El pasado 12 de abril salió a información pública el proyecto informativo de la desalinizadora, cuya dotación inicial se hará llegar a la Comunidad General de Regantes de Riegos de Levante Margen Izquierda, con la que Acuamed ya ha suscrito el correspondiente acuerdo de intenciones.
La desalinizadora se ubica en el término municipal de Guardamar del Segura, en una zona urbanizable de uso industrial, próxima a la desembocadura del río Segura. No obstante, las obras afectan también a los términos municipales de Alicante, Catral, Crevillente, Dolores, Elche, San Fulgencio y Santa Pola.
Las instalaciones de toma y vertido de la planta se han ubicado en el entorno de la desembocadura del Segura. Tras el estudio de distintas alternativas, la zona propuesta para el vertido de salmuera es la gola del río.
En cuanto a las obras de distribución del agua producto, constan de una primera impulsión de unos 9 kilómetros hasta el depósito del Molar, desde donde se conducen en unos 17 kilómetros por gravedad hasta el depósito situado en la Cuarta Estación de elevación. Desde allí, se impulsan de nuevo otros tres kilómetros hasta su destino final en el embalse de Crevillent, donde Riegos de Levante dispone de infraestructuras capaces de distribuir los recursos almacenados a lo largo de toda su zona regable.
La desalinizadora es la última esperanza de los agricultores para garantizarse el agua necesaria y complementar los caudales procedentes del trasvase del Tajo y los sobrantes del río Segura con independencia de los ciclos de sequía, pues el déficit hídrico estructural que padece la cuenca del Segura está poniendo en peligro explotaciones en las que tras acometerse inversiones millonarias para modernizar sus sistemas de riego, ni siquiera se han podido probar por falta de agua.