Un experto de la UE declara España como ´ejemplo mundial de torpeza´ por las guerras del agua
Jue, 04/09/2008
El investigador del CSIC Rafael Rodríguez, coordinador del proyecto MELIA de la UE sobre política de agua en el Mediterráneo, ha dicho a Efe que España se ha convertido en "un ejemplo mundial de torpeza" por las "guerras del agua" abiertas entre comunidades autónomas.
Rodríguez ha señalado, en una entrevista con Efe, que las reivindicaciones de los nuevos estatutos de autonomía sobre la gestión del agua suponen "un disparate" que se suma al "desastre" sufrido en las últimas décadas en España por un desarrollo urbanístico "disparatado".
"Teníamos en España las mejores leyes de Europa y un sistema de gestión por cuenca, y ahora empiezan las comunidades autónomas a reclamar competencias territoriales que suponen un retroceso y un error; se debería mantener el sistema de gestión integrada de las cuencas", ha enfatizado.
Rodríguez, quien durante seis años fue delegado del CSIC en la Unión Europea y otros cinco en Andalucía, dirige ahora dos "acciones de coordinación" de la UE: el proyecto MELIA, con sede en Sevilla y que promueve el diálogo euromediterráneo sobre gestión sostenible de recursos hídricos en ambas orillas del Mediterráneo, y el proyecto MIRA, encaminado a consolidar la cooperación científica entre Europa y el Magreb.
En su opinión, España debería mantener la gestión hidrológica basada en la unidad de cuenca, que fue asumida por la UE en la Directiva Marco aprobada en 2000, y no fragmentarla por territorios autonómicos.
"Plantear temas de propiedad del agua, sobre todo asignada a un territorio, es una estupidez porque el agua se rige por sus propios ciclos, de evaporación marina, lluvia o circulación, y cuencas que ahora tienen excedentes pueden pasar a una situación de sequía; no podemos llegar al absurdo de que algunas comunidades autónomas reclamen el derecho de paso de las nubes", ha apostillado.
Ha deplorado el "espectacular" episodio vivido esta primavera en Cataluña, donde se planteó un trasvase de urgencia desde el Ebro que fue abandonado después de que unas intensas lluvias llenasen los pantanos.
"De nuevo nos olvidamos del problema hasta la próxima vez y que la Virgen nos proteja", ha enfatizado.
En su opinión, el "desastroso" modelo de crecimiento urbanístico "disparatado", impulsado en comunidades autónomas mediterráneas, carente de "una planificación adecuada" y sin recursos hídricos suficientes supone "una de las mayores catástrofes vividas en España en los últimos años".
"El agua es demasiado importante para someterla a un debate partidista o territorial; tratar de someterla a un criterio de territorialidad es absurdo porque llueve donde llueve y no puedes reivindicar una cosa que, a priori, no puedes contar con ella; el criterio de gestión por cuenca es el racional", ha aseverado.
En su opinión es absurdo pretender gestionar con criterios territoriales un elemento "que no es predictible y está sometido a ciclos fijados por la naturaleza".
Ha abogado por que el agua no se gestione "como en la época de nuestros abuelos" porque aquellos consumos agrícolas son obsoletos y no pueden competir con demandas emergentes, como la del turismo, aunque ha prevenido de que un español consume una media diaria de cuarenta litros y un turista, ochocientos.
Ha lamentado que se toleren "miles de pozos ilegales que destrozan los acuíferos, verdaderas reservas estratégicas para casos de emergencia", y ha opinado que "no es serio pedir luego trasvases".
Para este experto, los trasvases o las desalinizadoras no se deben demonizar ni sacralizar, sino entenderlos como "un abanico de posibilidades" para una política hidrográfica basada "en que la primera fuente de agua es el ahorro".
En su opinión, el trasvase del Ebro que impulsó el Gobierno de José María Aznar fue "una obra faraónica sin justificación", aunque los trasvases son idóneos en casos de sequías excepcionales.
Respecto a las desalinizadoras, ha opinado que "también tienen sus costes y sus impactos".
Rodríguez ha señalado, en una entrevista con Efe, que las reivindicaciones de los nuevos estatutos de autonomía sobre la gestión del agua suponen "un disparate" que se suma al "desastre" sufrido en las últimas décadas en España por un desarrollo urbanístico "disparatado".
"Teníamos en España las mejores leyes de Europa y un sistema de gestión por cuenca, y ahora empiezan las comunidades autónomas a reclamar competencias territoriales que suponen un retroceso y un error; se debería mantener el sistema de gestión integrada de las cuencas", ha enfatizado.
Rodríguez, quien durante seis años fue delegado del CSIC en la Unión Europea y otros cinco en Andalucía, dirige ahora dos "acciones de coordinación" de la UE: el proyecto MELIA, con sede en Sevilla y que promueve el diálogo euromediterráneo sobre gestión sostenible de recursos hídricos en ambas orillas del Mediterráneo, y el proyecto MIRA, encaminado a consolidar la cooperación científica entre Europa y el Magreb.
En su opinión, España debería mantener la gestión hidrológica basada en la unidad de cuenca, que fue asumida por la UE en la Directiva Marco aprobada en 2000, y no fragmentarla por territorios autonómicos.
"Plantear temas de propiedad del agua, sobre todo asignada a un territorio, es una estupidez porque el agua se rige por sus propios ciclos, de evaporación marina, lluvia o circulación, y cuencas que ahora tienen excedentes pueden pasar a una situación de sequía; no podemos llegar al absurdo de que algunas comunidades autónomas reclamen el derecho de paso de las nubes", ha apostillado.
Ha deplorado el "espectacular" episodio vivido esta primavera en Cataluña, donde se planteó un trasvase de urgencia desde el Ebro que fue abandonado después de que unas intensas lluvias llenasen los pantanos.
"De nuevo nos olvidamos del problema hasta la próxima vez y que la Virgen nos proteja", ha enfatizado.
En su opinión, el "desastroso" modelo de crecimiento urbanístico "disparatado", impulsado en comunidades autónomas mediterráneas, carente de "una planificación adecuada" y sin recursos hídricos suficientes supone "una de las mayores catástrofes vividas en España en los últimos años".
"El agua es demasiado importante para someterla a un debate partidista o territorial; tratar de someterla a un criterio de territorialidad es absurdo porque llueve donde llueve y no puedes reivindicar una cosa que, a priori, no puedes contar con ella; el criterio de gestión por cuenca es el racional", ha aseverado.
En su opinión es absurdo pretender gestionar con criterios territoriales un elemento "que no es predictible y está sometido a ciclos fijados por la naturaleza".
Ha abogado por que el agua no se gestione "como en la época de nuestros abuelos" porque aquellos consumos agrícolas son obsoletos y no pueden competir con demandas emergentes, como la del turismo, aunque ha prevenido de que un español consume una media diaria de cuarenta litros y un turista, ochocientos.
Ha lamentado que se toleren "miles de pozos ilegales que destrozan los acuíferos, verdaderas reservas estratégicas para casos de emergencia", y ha opinado que "no es serio pedir luego trasvases".
Para este experto, los trasvases o las desalinizadoras no se deben demonizar ni sacralizar, sino entenderlos como "un abanico de posibilidades" para una política hidrográfica basada "en que la primera fuente de agua es el ahorro".
En su opinión, el trasvase del Ebro que impulsó el Gobierno de José María Aznar fue "una obra faraónica sin justificación", aunque los trasvases son idóneos en casos de sequías excepcionales.
Respecto a las desalinizadoras, ha opinado que "también tienen sus costes y sus impactos".