Casi el 40% de la superficie española está en riesgo de desertificación
Jue, 21/08/2008
El 37,05% del territorio nacional está en riesgo muy alto, alto o medio de desertificación, según datos del Programa de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación (PAND), del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, publicado ayer en el Boletín Oficial del Estado (BOE).
De acuerdo a estos datos, el 74,05% de la superficie de España -que suman 37.476.605 hectáreas- son zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, de las que el 2,03% sufre riesgo muy alto de sufrir procesos de desertificación, el 15,82% está en riesgo alto, el 19,20% en riesgo medio y el 36,99% de ellas está calificado de riesgo bajo. Mientras, el 26,95% del territorio restante son zonas húmedas y subhúmedas, agua o superficie artificial.
Por áreas, las más afectadas por este fenómeno son el sureste y este peninsular y Canarias, y las que presentan un menor riesgo de desertificación son las tierras del tercio norte peninsular.
La creación de un Observatorio de la Desertificación en España y de un sistema que establezca las zonas en riesgo donde se deben tomar acciones de prevención son dos de las medidas que recoge el nuevo PAND. Este plan, aprobado por Medio Ambiente, fija las líneas de acción del Gobierno para evitar la desertificación, que amenaza de forma significativa a la superficie del país.
El Programa de Acción Nacional contra la Desertificación cumple con la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD), de la que España es firmante. La estrategia comenzó a elaborarse en 2007 y, tras un proceso de revisión, fue sometido a consulta ante la Comisión Nacional de Protección de la Naturaleza, el Consejo Nacional de Bosques, la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente y el Consejo Asesor de Medio Ambiente, recogiéndose sus aportaciones y sugerencias.
Su objetivo es definir en profundidad las líneas de acción fundamentales contra este fenómeno de deterioro, y analizar los principales factores naturales y humanos causantes de la desertificación y los procesos a los que da pie, tales como la aridez, la sequía, la erosión, los incendios forestales, el uso no sostenible de los recursos hídricos y los factores socioeconómicos.
Asimismo, el PAND señala los principales escenarios de la desertificación como los cultivos leñosos afectados por la erosión, cultivos extensivos de secano con riesgo de erosión, sistemas agronómicos de regadío sometidos a procesos de desertificación y matorrales degradados y eriales.
El plan propone también la creación de una Oficina Técnica de la Desertificación que, junto con el Observatorio, desarrollará las medidas propuestas para prevenir la degradación de los suelos como fomentar una agricultura sostenible, luchar contra la sequía o conservar la masa forestal, así como para luchar contra los incendios e investigar este fenómeno.
Se creará un Sistema Integrado de Evaluación y Vigilancia de la Desertificación, que coordinará los estudios que se desarrollan sobre este problema y propondrá otros nuevos para evaluar el estado actual de los suelos y pronosticar su evolución dependiendo de cómo varíen el clima y otros factores.
El plan de acción, que prevé la ejecución de proyectos de restauración de cuencas en zonas áridas y semiáridas degradadas o en proceso de desertificación, recopila además las medidas ya puestas en marcha a través de las cuales también se desarrollarán sus objetivos.
Asimismo, establece los principios de coordinación entre diferentes instituciones y presenta un marco económico de referencia a medio plazo para el desarrollo de las medidas.
La puesta en marcha del plan requerirá la implicación de todas las comunidades autónomas, que han participado en su elaboración a través de la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente, junto con otros organismos como el Consejo Asesor de Medio Ambiente.
Los embalses peninsulares se encuentran por debajo de la mitad de su capacidad total (49,3%) al haber disminuido de nuevo la reserva de agua acumulada durante la última semana, según los datos publicados ayer por el Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino. La reserva hidráulica se ha reducido en 811 hectómetros cúbicos, un 1,5%, y se sitúa en 26.768 hectómetros cúbicos frente a los 27.579 de la semana pasada. Además la proporción de agua embalsada es inferior a la de hace un año (51,2%) y a la media de los últimos cinco años (52%). Por cuencas, la del Duero es la que ha registrado una mayor pérdida, en concreto 216 hectómetros cúbicos, frente a las internas del País Vasco, que no han sufrido variación. Los embalses de las cuencas del Segura y del Júcar siguen siendo los más deficitarios, ya que se encuentran al 19,5 y al 22,8% de su capacidad total, respectivamente, además de los de la Cuenca Mediterránea andaluza (24,2%). Por debajo de la mitad de su capacidad se encuentran también los de la Cuenca Atlántica Andaluza (32,6%), Guadalquivir (35,3%), Guadiana (47,5%) y Tajo (47,6%). Las lluvias de esta última semana han afectado a las cuencas de la vertiente atlántica y la máxima se ha registrado en San Sebastián.
De acuerdo a estos datos, el 74,05% de la superficie de España -que suman 37.476.605 hectáreas- son zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, de las que el 2,03% sufre riesgo muy alto de sufrir procesos de desertificación, el 15,82% está en riesgo alto, el 19,20% en riesgo medio y el 36,99% de ellas está calificado de riesgo bajo. Mientras, el 26,95% del territorio restante son zonas húmedas y subhúmedas, agua o superficie artificial.
Por áreas, las más afectadas por este fenómeno son el sureste y este peninsular y Canarias, y las que presentan un menor riesgo de desertificación son las tierras del tercio norte peninsular.
La creación de un Observatorio de la Desertificación en España y de un sistema que establezca las zonas en riesgo donde se deben tomar acciones de prevención son dos de las medidas que recoge el nuevo PAND. Este plan, aprobado por Medio Ambiente, fija las líneas de acción del Gobierno para evitar la desertificación, que amenaza de forma significativa a la superficie del país.
El Programa de Acción Nacional contra la Desertificación cumple con la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD), de la que España es firmante. La estrategia comenzó a elaborarse en 2007 y, tras un proceso de revisión, fue sometido a consulta ante la Comisión Nacional de Protección de la Naturaleza, el Consejo Nacional de Bosques, la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente y el Consejo Asesor de Medio Ambiente, recogiéndose sus aportaciones y sugerencias.
Su objetivo es definir en profundidad las líneas de acción fundamentales contra este fenómeno de deterioro, y analizar los principales factores naturales y humanos causantes de la desertificación y los procesos a los que da pie, tales como la aridez, la sequía, la erosión, los incendios forestales, el uso no sostenible de los recursos hídricos y los factores socioeconómicos.
Asimismo, el PAND señala los principales escenarios de la desertificación como los cultivos leñosos afectados por la erosión, cultivos extensivos de secano con riesgo de erosión, sistemas agronómicos de regadío sometidos a procesos de desertificación y matorrales degradados y eriales.
El plan propone también la creación de una Oficina Técnica de la Desertificación que, junto con el Observatorio, desarrollará las medidas propuestas para prevenir la degradación de los suelos como fomentar una agricultura sostenible, luchar contra la sequía o conservar la masa forestal, así como para luchar contra los incendios e investigar este fenómeno.
Se creará un Sistema Integrado de Evaluación y Vigilancia de la Desertificación, que coordinará los estudios que se desarrollan sobre este problema y propondrá otros nuevos para evaluar el estado actual de los suelos y pronosticar su evolución dependiendo de cómo varíen el clima y otros factores.
El plan de acción, que prevé la ejecución de proyectos de restauración de cuencas en zonas áridas y semiáridas degradadas o en proceso de desertificación, recopila además las medidas ya puestas en marcha a través de las cuales también se desarrollarán sus objetivos.
Asimismo, establece los principios de coordinación entre diferentes instituciones y presenta un marco económico de referencia a medio plazo para el desarrollo de las medidas.
La puesta en marcha del plan requerirá la implicación de todas las comunidades autónomas, que han participado en su elaboración a través de la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente, junto con otros organismos como el Consejo Asesor de Medio Ambiente.
Los embalses peninsulares se encuentran por debajo de la mitad de su capacidad total (49,3%) al haber disminuido de nuevo la reserva de agua acumulada durante la última semana, según los datos publicados ayer por el Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino. La reserva hidráulica se ha reducido en 811 hectómetros cúbicos, un 1,5%, y se sitúa en 26.768 hectómetros cúbicos frente a los 27.579 de la semana pasada. Además la proporción de agua embalsada es inferior a la de hace un año (51,2%) y a la media de los últimos cinco años (52%). Por cuencas, la del Duero es la que ha registrado una mayor pérdida, en concreto 216 hectómetros cúbicos, frente a las internas del País Vasco, que no han sufrido variación. Los embalses de las cuencas del Segura y del Júcar siguen siendo los más deficitarios, ya que se encuentran al 19,5 y al 22,8% de su capacidad total, respectivamente, además de los de la Cuenca Mediterránea andaluza (24,2%). Por debajo de la mitad de su capacidad se encuentran también los de la Cuenca Atlántica Andaluza (32,6%), Guadalquivir (35,3%), Guadiana (47,5%) y Tajo (47,6%). Las lluvias de esta última semana han afectado a las cuencas de la vertiente atlántica y la máxima se ha registrado en San Sebastián.