El domingo finaliza la temporada de pesca en los ríos no regulados
Vie, 25/07/2008
Los aficionados podrán seguir pescando en los ríos regulados y otras masas de agua La mayoría de los ríos de la provincia de León finalizarán la temporada truchera el próximo domingo, día 27 de julio. No obstante los aficionados podrán seguir pescando en los ríos regulados y otras masas de agua, bien con muerte o bien sin muerte según la normativa que se plantea en el anexo III de la Orden: Se retrasa el cierre al 31 de agosto, sin muerte a partir del 1 de agosto en las siguientes aguas: Río Curueño: En su curso desde su nacimiento al límite inferior del coto de Valdepiélago. Río Sil: Aguas abajo del embalse de las Rozas hasta el embalse de Bárcena. Se retrasa el cierre hasta el 12 de octubre, en las cuales desde el 1 de septiembre se efectuará sin muerte en las siguientes aguas: Río Cea : Desde el puente de Villamartín de D. Sancho hasta el límite de la provincia de Valladolid. Río Esla: Aguas abajo del embalse de Riaño y aguas embalsadas. Río Porma: Aguas abajo del embalse del Porma. Río Luna: Aguas debajo de la central de Mora y aguas embalsadas de Barrios de Luna. Río Órbigo: En todo su curso hasta el límite provincial. Río Sil: Aguas abajo del embalse de Bárcena y sus aguas embalsadas. En el tramo libre sin muerte del embalse del Porma se podrá pescar hasta el 12 de octubre. El estiaje de los ríos que se cierran está sendo bastante notable, de forma que algunos discurren sin apenas caudal. Este es el motivo fundamental del cierre anticipado, ya que las truchas se concentran en las pozas o tablas que conservan agua suficiente. El mes de agosto, sin embargo, se convierte en un auténtico calvario para estas «pintonas» de montaña. Aunque el furtivismo puro y duro de antaño se ha reducido considerablemente con la prohibición de vender las truchas, queda el otro furtivismo tradicional del veraneante o ribereño que con el pretexto de darse un baño se lleva para casa la cena conseguida a mano o con arpón. Pero no todos tienen la habilidad necesaria para este tipo de pesca, por lo que no faltan los desaprensivos que envenenan el río, habitualmente con lejía, y eliminan no sólo las truchas grandes, sino los alevines y la microfauna de un tramo que tardará varios años en recuperarse. Tampoco el tratamiento que se ha dado en los últimos años a los cauces de los ríos ayuda mucho a las truchas que han sobrevivido a la temporada. La extracción de áridos ha movido los fondos y colmatado muchos pozos que eran el mejor refugio. Las sacas de agua para el riego, que antes se hacían a base de construir puertos con ramas y leña, o bien se hacen con una presa de cemento o con plásticos, lo que reduce también el refugio que antaño tenían tanto en la parte superior del puerto, como en la inferior. Si a esto unimos que la vigilancia escasea en esta época del año, tanto por las vacaciones de los agentes forestales como por la dedicación de éstos a otras tareas mas «vistosas» como la prevención y extinción de incendios, el desamparo de las truchas es casi total. La creación de patrullas de vigilancia específicas para el río, es ya una necesidad apremiante, y constituye una de las demandas de las sociedades de pescadores.