El Proyecto Ninfa, en unión con grupos de Acción Local, pone en marcha la pesca desde barco en los embalses de León y Palencia
Mié, 09/07/2008
En el mundo de la pesca existen dos placeres supremos, hasta ahora incompatibles. En el mar, pescar desde una embarcación.En interior de montaña, pelear con las truchas, las grandes reinas del deporte de la caña.
Esta disyuntiva, barco o trucha, ya es parte del pasado. Desde este mes ya es posible pescar truchas al curricán (con señuelo artificial y la embarcación avanzando a menos de cinco nudos) en las masas de agua de salmónidos más emblemáticas de Castilla y León. Proyecto Ninfa, el programa de cooperación interterritorial para promocionar el turismo a través de la pesca, que aglutina a 144 municipios y a cuatro grupos de Acción Local Leader y Prodercal -Páramos y Valles en Palencia, Montaña de Riaño, Cuatro Valles y Adescas en León- ha obrado el milagro de conjugar ambas modalidades y, además, en parajes tan sobrecogedores como Riaño y otros pantanos de León y la Montaña Palentina.
El embalse de Riaño lleva ya unos años despuntando en actividades acuáticas, aunque hasta ahora, sólo estaban centradas en actividades deportivas y paseos en barco. A modo de ejemplo, la empresa Alsa, transporta desde 2006 viajeros por el embalse. Este año, la colaboración entre el Camping de Riaño y Proyecto Ninfa ha hecho posible la explotación del servicio de pesca guiada por el pantano, siempre en la modalidad sin muerte.
300 euros, cuatro personas
El paquete por 300 euros que ofrecen el guía de pesca homologado Juan José Fernández Menéndez «El Morci» y el patrón del barco y guía de pesca, Angel Aricha, del cámping de Riaño, consta de seis horas de pesca, a razón de 150 euros por pescador, en una embarcación prevista para dos pescadores, más dos acompañantes que, en este caso, no pagan tarifa. Basta con entrar en la página www.pescaninfa.com o en www.campingriano.com, un alojamiento que, goza, entre otros grandes alicientes, como las impresionantes vistas, de un restaurante de gran calidad en formato de menú del día. Para cerrar una reserva en las páginas citadas, basta con un día de antelación, siempre que no existan reservas previas.
El pescador no tiene que aportar nada, salvo su equipo de pesca y la licencia -es recomendable una caña dura de lance para el curricán y otra de cola de rata para las truchas y escallos en las paradas- ya que los lugares para lanzar la caña los seleccionará Menéndez, un veterano campeón de España por equipos que ya capturaba a cantidades insultantes de truchas de buen tamaño cuando Anciles era aún pueblo con un río Esla preñado de pintonas. De eso hace ya 21 años, porque la piqueta derribó las casas de los siete pueblos del valle y las aguas lo anegaron todo el 31 de diciembre de 1987.
EL MUNDO participó en días pasados en la primera excursión piloto de pesca guiada en Riaño y comprobó lo que ya se intuye desde tierra. Fue soltar amarras en el embarcadero y avanzar sólo una cuarta parte de milla, para captar desde el centro del embalse toda la magnitud del paraje, solamente recortado por las siluetas majestuosas de los picos Yordas (1.963 metros), Peñas Pintas (1.988) y Gilbo (1.677), al que alguien se atrevió a llamar en un arrebato algo almibarado, el «Cervino de Riaño». Las montañas del Parque Regional Picos de Europa y de la Reserva Nacional de Caza de Riaño, se completan con los picos Los Janos (1.835) y Cueto Cabrón (1.583).
Sensación de privilegio
La majestuosidad de las montañas es una de las grandes sorpresas que aguarda la jornada de pesca. El municipio de Riaño comprende tres pueblos: Riaño, Carande y Horcadas, pero el pescador no podrá olvidar en todo el día que está lanzando la caña sobre lo que fueron siete pueblos ahora sumergidos -como dijo Clint Eastwood en «Sin Perdón»: «Todo lo que fueron y todo lo que pudieron llegar a ser»-. Son las ruinas engullidas por el agua de Pedrosa del Rey, Escaro, Salio, Riaño, Anciles, La Puerta y Huelde. Las sensaciones oscilan entre el sobrecogimiento y la tristeza, esto va por barrios, pero todo el mundo coincide en que en la sensación es de privilegio; de lanzar la caña donde nadie lo ha hecho y de moverse bajo la mirada curiosa de los rebecos y el vuelo complaciente de los buitres.
Esta disyuntiva, barco o trucha, ya es parte del pasado. Desde este mes ya es posible pescar truchas al curricán (con señuelo artificial y la embarcación avanzando a menos de cinco nudos) en las masas de agua de salmónidos más emblemáticas de Castilla y León. Proyecto Ninfa, el programa de cooperación interterritorial para promocionar el turismo a través de la pesca, que aglutina a 144 municipios y a cuatro grupos de Acción Local Leader y Prodercal -Páramos y Valles en Palencia, Montaña de Riaño, Cuatro Valles y Adescas en León- ha obrado el milagro de conjugar ambas modalidades y, además, en parajes tan sobrecogedores como Riaño y otros pantanos de León y la Montaña Palentina.
El embalse de Riaño lleva ya unos años despuntando en actividades acuáticas, aunque hasta ahora, sólo estaban centradas en actividades deportivas y paseos en barco. A modo de ejemplo, la empresa Alsa, transporta desde 2006 viajeros por el embalse. Este año, la colaboración entre el Camping de Riaño y Proyecto Ninfa ha hecho posible la explotación del servicio de pesca guiada por el pantano, siempre en la modalidad sin muerte.
300 euros, cuatro personas
El paquete por 300 euros que ofrecen el guía de pesca homologado Juan José Fernández Menéndez «El Morci» y el patrón del barco y guía de pesca, Angel Aricha, del cámping de Riaño, consta de seis horas de pesca, a razón de 150 euros por pescador, en una embarcación prevista para dos pescadores, más dos acompañantes que, en este caso, no pagan tarifa. Basta con entrar en la página www.pescaninfa.com o en www.campingriano.com, un alojamiento que, goza, entre otros grandes alicientes, como las impresionantes vistas, de un restaurante de gran calidad en formato de menú del día. Para cerrar una reserva en las páginas citadas, basta con un día de antelación, siempre que no existan reservas previas.
El pescador no tiene que aportar nada, salvo su equipo de pesca y la licencia -es recomendable una caña dura de lance para el curricán y otra de cola de rata para las truchas y escallos en las paradas- ya que los lugares para lanzar la caña los seleccionará Menéndez, un veterano campeón de España por equipos que ya capturaba a cantidades insultantes de truchas de buen tamaño cuando Anciles era aún pueblo con un río Esla preñado de pintonas. De eso hace ya 21 años, porque la piqueta derribó las casas de los siete pueblos del valle y las aguas lo anegaron todo el 31 de diciembre de 1987.
EL MUNDO participó en días pasados en la primera excursión piloto de pesca guiada en Riaño y comprobó lo que ya se intuye desde tierra. Fue soltar amarras en el embarcadero y avanzar sólo una cuarta parte de milla, para captar desde el centro del embalse toda la magnitud del paraje, solamente recortado por las siluetas majestuosas de los picos Yordas (1.963 metros), Peñas Pintas (1.988) y Gilbo (1.677), al que alguien se atrevió a llamar en un arrebato algo almibarado, el «Cervino de Riaño». Las montañas del Parque Regional Picos de Europa y de la Reserva Nacional de Caza de Riaño, se completan con los picos Los Janos (1.835) y Cueto Cabrón (1.583).
Sensación de privilegio
La majestuosidad de las montañas es una de las grandes sorpresas que aguarda la jornada de pesca. El municipio de Riaño comprende tres pueblos: Riaño, Carande y Horcadas, pero el pescador no podrá olvidar en todo el día que está lanzando la caña sobre lo que fueron siete pueblos ahora sumergidos -como dijo Clint Eastwood en «Sin Perdón»: «Todo lo que fueron y todo lo que pudieron llegar a ser»-. Son las ruinas engullidas por el agua de Pedrosa del Rey, Escaro, Salio, Riaño, Anciles, La Puerta y Huelde. Las sensaciones oscilan entre el sobrecogimiento y la tristeza, esto va por barrios, pero todo el mundo coincide en que en la sensación es de privilegio; de lanzar la caña donde nadie lo ha hecho y de moverse bajo la mirada curiosa de los rebecos y el vuelo complaciente de los buitres.