La vanguardia arquitectónica del siglo XXI se instala a orillas del Ebro

Vie, 13/06/2008

EFE

La nueva silueta de Zaragoza se levanta a orillas del Ebro. Llamada a convertirse en el referente del siglo XXI de la ciudad, la arquitectura de vanguardia es la seña de identidad de la Exposición Internacional de 2008 y también su principal legado de futuro.
La iraquí Zaha Hadid, la primera mujer en lograr el Premio Pritzker de Arquitectura en 2004, es la artífice del emblema de la Expo, el Pabellón Puente, al que miran como iconos de la muestra el Puente del Tercer Milenio, de Juan José Arenas, la Torre del Agua, de Enrique de Teresa, y los pabellones de España y de Aragón, diseñados por Patxi Mangado y por el equipo de Daniel Olano y Alberto Mendo.
Tendido en oblicuo sobre el cauce del Ebro, el Pabellón Puente es el edificio más arriesgado del recinto, un grandioso viaducto peatonal de 7.000 metros cuadrados con una base estructural de acero y forma orgánica trenzada que evoca un gladiolo que se abre y se cierra. Su envoltura se inspira en las escamas de un pez, generadas por tábulas solapadas que garantizará un microclima natural interior.
Con 280 metros de longitud y alturas y anchuras variables hasta un máximo de 30 metros, esta obra de ingeniería ha batido el récord en España en cimentación, con sus 72,5 metros de profundidad, y el lanzamiento sobre el Ebro hasta su posición definitiva de 140 metros de estructura construidos en la orilla, con 2.200 toneladas de peso, singulariza a esta puerta de acceso a la Expo.
Único en el mundo, por sus dimensiones y materiales empleados, especialmente por el uso por primera vez de hormigón blanco de alta resistencia autocompactable en toda la obra, además de su estética y emplazamiento sobre el Ebro, es el Puente del Tercer Milenio del ingeniero Juan José Arenas.
Con 270 metros de longitud, 216 metros de luz principal, 36 metros de altura del arco sobre el tablero y un ancho excepcional de 43 metros para seis carriles de vehículos, dos de bicicletas y dos galerías para peatones acristaladas, el Puente del Tercer Milenio, situado a poca distancia del de Hadid, es el resultado de toda una trayectoria en el diseño de puentes y un reto para la ingeniería con la apertura en "clave" del arco.
Enrique de Teresa firma el diseño del icono vertical de la Expo, la Torre del Agua, un edificio de 76 metros de altura con un zócalo de hormigón blanco visto de 13 metros y un esqueleto con marcado carácter escultórico en forma de gota de cristal y disposición interior hueca ideado como contenedor expográfico que el visitante debe recorrer de forma ascendente y descendente por medio de rampas.
Con más de 21.000 metros cuadrados de superficie, su personalidad dual permitirá que de día prevalezca la transparencia de su cuerpo acristalado y el volumen que recrean las bandejas parasoles exteriores y de noche se erija como el faro de la Expo y alcance su plena expresividad como espacio iluminado y líquido, marcado por la continua oscilación de sus efectos de luz.
La utilización de materiales respetuosos con el medio ambiente y la integración de energías renovables hacen del Pabellón de España, proyectado por Patxi Mangado, en colaboración con el Centro Nacional de Energías Renovables, un ejemplo de arquitectura comprometida con el desarrollo sostenible.
El edificio, con 8.000 metros cuadrados en tres plantas, reproduce un bosque de pilares forrados de barro cocido que al mojarse actuarán como un botijo y climatizarán el interior de forma natural, y cuenta con una gran cubierta que, además de proporcionar sombra, se convierte en contenedor energético de colectores solares y acumuladores de agua de lluvia.
El tándem formado por Daniel Olano y Alberto Mendo firma el Pabellón de Aragón, una "cesta" de mimbre típica aragonesa construida con paneles entrelazados de vidrio y micro-hormigón con fibra de vidrio blanco que dejan pasar a su interior mucha luz natural.
Atraviesan el edificio, que aparentemente se suspende en el aire sobre una gran plaza, nueve columnas irregulares de gran formato que cumplen funciones estructurales a la vez que ornamentales, cada una de un color como diverso es el paisaje aragonés y que, por la noche, quedarán en la azotea ocultas por diecisiete hinchables iluminados de gran tamaño con formas de frutas y verduras típicas de la región.