Los bosques consumen el 80% del agua que cae en Catalunya

Dom, 27/04/2008

El Periódico

Hasta los árboles participan en la pugna por el agua. De hecho, son los primeros que han ido notando los efectos de la sequía en los últimos años. Los bosques de Catalunya consumen el 80% del agua de la lluvia. Un solo árbol coge del suelo hasta 7.000 litros de agua al año para poder vivir. Estos datos fueron explicados por Carles Gràcia, profesor de Ecología forestal de la Universitat de Barcelona e investigador del Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals (CREAF), durante una jornada organizada por el Consorci Forestal de Catalunya el viernes pasado para analizar los efectos del cambio climático en los bosques catalanes. A pesar de la gran cantidad de agua que supone, Gràcia advierte de que no hay que "malinterpretar" estas cifras, ya que son precisamente los árboles los que, entre otras cosas, mejoran la calidad del aire que respiramos, absorben dióxido de carbono, reducen la escorrentía de las tormentas y las inundaciones y mejoran la calidad del agua.
Catalunya sufre un déficit hídrico estructural. No llueven más de 800 litros por metro cuadrado al año y la atmósfera demanda 1.200. Eso quiere decir que hay casi el doble de evaporación que de precipitación. La poca lluvia, la modificación del patrón de precipitación, el aumento de las temperaturas y el tipo de sustrato sobre el que crecen los bosques son los cuatro fenómenos que están deteriorando los bosques de Catalunya, en especial los de pinos albar y hayas, tal y como pudieron demostrar los expertos en varias fincas forestales de Osona. Aquí los bosques crecen sobre margas, una roca fácil de erosionar que no acumula agua.
PEOR EN PRIMAVERA Esto se agrava porque llueve menos y, aunque por fin llegaran los chaparrones, suele llover menos en primavera que en otoño, cosa que no beneficia a los árboles. "La modificación del patrón de precipitación es más importante que la cantidad absoluta de agua que caiga", advierte Gràcia. Además suben las temperaturas, lo que provoca que la respiración de los árboles crezca exponencialmente, es decir, necesitan respirar más, pero no hay agua para hacerlo y pierden almidón, su principal reserva energética. De esta debilidad se aprovechan las plagas, que acaban matando a muchos ejemplares. "Los árboles son víctimas de una fisiología alterada", dice Gràcia.
Generalmente la tala de árboles es considerada por la sociedad como una aberración. Los expertos forestales que asistieron a las jornadas explicaron que son necesarias talas sanitarias controladas para garantizar la regeneración de los árboles muertos en los bosques. Tras haber abandonado parcelas forestales que habían sido gestionadas durante siglos, "hay que reconducirlas a un estado seminatural" para evitar el crecimiento de bosques en mal estado que favorecen a los incendios, indican los expertos.
La actividad humana es una de las principales causantes del cambio climático. "Nos estamos comportando económica y energéticamente como dinosaurios, que se extinguieron porque consumían demasiado", afirma el investigador del CREAF. Gràcia hace la siguiente observación: "Cada habitante de Catalunya produce un promedio de 10 toneladas de dióxido de carbono en un año y una hectárea de bosque absorbe unas cinco toneladas de CO2 en el mismo tiempo".
Eso significa que cada catalán necesitaría dos hectáreas de bosque para neutralizar sus emisiones. Si se tiene en cuenta que en Catalunya viven más de siete millones de personas y que los bosques catalanes suman un poco más de un millón de hectáreas, todo apunta que se necesitarían 13 Catalunyas para compensar las emisiones.

ROBLES POR PINOS Los bosques de Osona son un buen ejemplo de lo que ocurre en toda Catalunya. Allí puede observarse el mal estado de las masas de pino albar, debilitadas por la sequía y afectadas por plagas de pequeños escarabajos. A causa de la falta de recursos hídricos, en esta zona las robledas están sustituyendo a los pinos, ya que es una especie que consume menos agua.