La disponibilidad de agua en la región mediterránea será inferior a la actual en 2050, según un nuevo informe del IPCC

Vie, 11/04/2008

Europa Press

La disponibilidad de agua dulce en regiones áridas o semiáridas, como la cuenca mediterránea, el oeste de Estados Unidos, África del Sur o el noreste de Brasil, habrá disminuido a mitad de siglo debido al calentamiento global, según predicen los modelos climáticos. Así lo pone de manifiesto el informe sobre Cambio Climático y Agua, presentado hoy en Budapest (Hungría) en el marco de la 28 reunión del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de la ONU.


Este documento técnico señala que las regiones mencionadas están "particularmente" expuestas a los impactos del cambio climático y sufrirán un descenso de sus recursos hídricos, mientras que en las regiones del norte y zonas húmedas del trópico aumentarán las crecidas de los ríos y la disponibilidad de agua.


"Los datos observados y los modelos de predicción ofrecen abundante evidencia de que los recursos de agua dulce son vulnerables al cambio climático, cuyo impacto será potencialmente fuerte, con consecuencias de dimensiones planetarias en las sociedades humanas y los ecosistemas", resume el texto, presentado hoy en rueda de prensa por el presidente del IPCC, Rejandra Pachaury.


En la misma línea, los modelos para 2050 predicen un incremento de chubascos en las latitudes del norte y zonas del trópico, mientras que disminuirán en otras del subtrópico y en regiones medias y bajas. Pero además, en muchas áreas se incrementará la intensidad y variabilidad de las precipitaciones. De hecho, durante este siglo se espera un aumento de los fenómenos de lluvias torrenciales, con los consecuentes riesgos de inundaciones.


Igualmente, el porcentaje de superficie terrestre en situación de "sequía extrema" probablemente aumentará, sumándose a la tendencia de más sequía en regiones del interior durante el verano, especialmente en los subtrópicos y latitudes medias y bajas.


Junto a ello, declinarán las reservas de agua en los glaciares y las superficies nevadas, reduciendo su disponibilidad en aquellos lugares que se abastecen del agua derretida de las montañas, en los que vive más de una sexta parte de la población mundial.


MENOS RECURSOS HÍDRICOS EN ZONAS COSTERAS


Por otro lado, las altas temperaturas y los fenómenos extremos, como inundaciones y sequías, afectarán a la calidad del agua y exacerbarán la contaminación de los acuíferos. El aumento del nivel del mar también supondrá una extensión de la salinización de aguas subterráneas y estuarios, reduciendo su disponibilidad en zonas costeras.


Los cambios en el volumen y calidad del agua afectarán también a los alimentos y a las funciones y operabilidad de las actuales infraestructuras hidráulicas, como los embalses hidroeléctricos, las defensas frente a inundaciones, los sistemas de alcantarillados y riego o los modelos de gestión del agua. En general, la demanda de consumo aumentará en las próximas décadas debido al incremento de población y, a nivel regional, se esperan grandes cambios en la demanda hidráulica para la agricultura.


En definitiva, el IPCC alerta de que los actuales políticas de gestión hidráulica pueden no ser suficientemente eficaces para superar los impactos del cambio climático sobre suministro adecuado de agua, las inundaciones, la salud, la agricultura, la energía y los ecosistemas acuáticos. "El calentamiento global desafía la asunción de que la experiencia hidrológica del pasado es una buena guía para las condiciones futuras", enfatiza.


Por ello, recomienda que las medidas de adaptación para garantizar agua dulce en condiciones normales y de sequía integren las políticas de gestión de la demanda con las estrategias de suministro de agua.


Entre las primeras, señala la reutilización, los incentivos económicos, incluida la instalación de contadores y una política tarifaria para promover el desarrollo de mercados del agua que faciliten el comercio de los recursos hídricos. Entre las segundas, afirma que generalmente recogen el incremento de la capacidad de las reservas hidráulicas, la extracción desde los cursos del agua, y las transferencias de agua, más conocidas como trasvases.


"Para ser efectivos, la gestión integrada debe utilizar la escala adecuada o diferentes escalas para conseguir acciones específicas para cada objetivo concreto", señala.


En cuanto a las medidas de mitigación, el informe apunta que pueden reducir los impactos del cambio climático en los recursos hídricos, pero tienen también considerables efectos negativos si no están adecuadamente gestionadas, por ejemplo, el incremento de consumo hídrico que exigen las reforestaciones o los biocombustibles. Además, algunos sistemas de gestión del agua, como los embalses, emiten gases de efecto invernadero, a pesar de que al mismo tiempo son fuente de energía renovable.