Una cita más que obligada: El dia Mundial del Agua (22 de Marzo)
Mar, 18/03/2008
Se instituyó como un elemento de reflexión, invitando a los diferentes Estados a la celebración de actividades concretas como el fomento de la conciencia publica a través de la producción y difusión de documentales y la organización de conferencias, mesas redondas, seminarios y exposiciones relacionadas con la conservación y desarrollo de los recursos hídricos. Por muchas razones, el interés ha desbordado el ámbito puramente oficial y numerosas instituciones educativas y organizaciones no gubernamentales también realizan actividades entorno a este día, que cada año enfoca un aspecto esencial. En 2007 el lema era “afrontar la escasez de agua”. La campaña para el 2008 se centra en el saneamiento, del que carecen miles de millones de personas. Aunque este lema parece apuntar a otros continentes, están incluidos más de cien millones de europeos y decenas de niños mueren diariamente por enfermedades gastrointestinales en las zonas menos favorecidas de nuestro continente. Evidentemente Naciones Unidas centra sus esfuerzos en los problemas básicos del planeta, que se engloban dentro del Decenio Internacional 2005-2015, bajo el título “El Agua Fuente para la vida” y dentro de los Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio, léase siglo XXI. Estos, a pesar de parecer elementales, corren serios riesgos de no alcanzarse y la ONU ya advirtió en 2005 que, de no tomarse medidas, 1.800 millones de personas vivirán dentro de 20 años en países o regiones con escasez absoluta de agua.
Descendiendo a escenarios más cercanos, olvidados los no tan lejanos tiempos en que nuestro país y provincia eran tierras de emigrantes, cuando muchas localidades carecían de abastecimiento y alcantarillado, el agua se ha convertido en un factor estratégico de riqueza, equiparada en fácil pero no siempre correcta sinonimia con progreso. Los avances tecnológicos han favorecido la construcción de infraestructuras de almacenamiento y distribución de aguas superficiales; captación de aguas subterráneas e incluso desalación masiva de aguas marinas, absolutamente impensables en la época de Joaquín Costa. A lo largo del pasado siglo, en nuestro país se han consolidado enormes usuarios de agua, primero en el campo del regadío, después en la urbanización e industrialización de la postguerra y por ultimo en el campo del turismo, los parques temáticos y la urbanización secundaria de la costa mediterránea. Es indudable que en esta zona las demandas se han incrementado exponencialmente, y macroproyectos como el trasvase del Ebro, han sido y seguirán siendo objeto de debate político y confrontación territorial por generaciones. Esta y otras polémicas más cercanas, se están reactivando como consecuencia de la renovación del Plan Hidrológico de Cuenca que esta realizando la Confederación Hidrográfico del Ebro. Es evidente que en este y otros debates, inevitablemente apasionados, un elemento básico es la difusión de la información.
El final del siglo XX ha incorporado nuevos matices al conflicto humano del agua en nuestro entorno. En realidad algunos son muy viejos, pero que han cobrado un fuerte protagonismo. El primer y lúcido párrafo, del Preámbulo de la Ley de Aguas señala: “El agua es un recurso natural escaso, indispensable para la vida y para el ejercicio de la inmensa mayoría de las actividades económicas; es irreemplazable, no ampliable por la mera voluntad del hombre, irregular en su forma de presentarse en el tiempo y en el espacio, fácilmente vulnerable y susceptible de usos sucesivos”. Efectivamente el agua es una fuente de conflictos, que se agudizan con la sequía, vieja conocida en nuestras tierras altoaragonesas, que está creando, un vez más, inquietud y afecciones económicas en todo el territorio. En segundo lugar, asistimos a un cambio climático, cuya extrapolación pronostica condiciones de mayor aridez en la península ibérica con menos lluvias y de mayor irregularidad. La situación se complica con la predicción de una menor innovación en el Pirineo y un ascenso de la línea de nieve. Nuestro mayor, indiscutido y lúdico embalse está perdiendo capacidad. Y tiene mal reemplazo.
Un último y creciente problema es la contaminación de los recursos hidráulicos. Está ya fuera de cuestión que agua y medio ambiente son conceptos unidos. El adecuado y obligado cumplimiento de la Directiva del Agua de la Unión Europea obliga a construir y mantener importantes infraestructuras de depuración de aguas residuales, que tienen una fuerte incidencia en las cabeceras de nuestros ríos, con los problemas de gestión técnica y económica que supone la fuerte estacionalidad de los núcleos turísticos. El sector agropecuario es también un importante contaminador. Todos nuestros acuíferos de la zona llana están sensiblemente contaminados por nitratos procedentes de un exceso de abonado y de la inadecuada eliminación de purines.
Por tanto, una tarea insoslayable para nuestra sociedad altoaragonesa es la búsqueda de modelos gestión sostenible de nuestros recursos hídricos. Es una tarea enorme, posiblemente inacabable y conflictiva pero necesaria. Desde luego inflamará pasiones y hará correr ríos de tinta editorial. Evidentemente se prestará a exageraciones desde posturas ultraconservacionistas hasta los que proclaman que los campos de golf son una gran mejora del medio ambiente, dada la captación del CO2 por el “green”. A presentar elementos de reflexión ayudan acontecimientos de escalas diversas, como las pasadas Jornadas que realizó el Instituto de Estudios Altoaragoneses sobre Modernización de Regadíos y el próximo Congreso Nacional de Regadíos, que se celebrará en Junio en la Escuela Politécnica Superior de Huesca. La Exposición Universal de Zaragoza 2008, aparte de obras singulares y los aspectos lúdicos, presenta en la Tribuna del Agua, una magnífica oportunidad para profundizar en la temática de la sostenibilidad del uso de agua. Sus aportaciones pudieran ser más constructivas, útiles y duraderas que otros gastos de la Expo. A esperar que se concreten las actividades a realizar en el Palacio de Congresos de Huesca.
Un aspecto fundamental para abordar una gestión sostenible es la educación y formación de la sociedad en su conjunto, pero especialmente de las nuevas generaciones. En un pasado no muy lejano, parecía superfluo incidir en el tema, pero hoy se detectan, en esta sociedad, comportamientos de “nuevos ricos” que menosprecian el esfuerzo no sólo educativo frente a formas de enriquecimiento rápido. A modo de ejemplo, está la acusada caída del número de alumnos de las carreras técnicas. Es evidente que el problema, y sus posibles soluciones, superan el ámbito del agua, pero es evidente que en un futuro inmediato hacen falta muchos profesionales para resolver conflictos, informar a la sociedad, incrementar la eficacia de los regadíos, gestionar las instalaciones de depuración, reciclar aguas ya usadas y vigilar la calidad ambiental de las masas de agua. En este sentido solo cabe apostar por una creciente relación entre la sociedad y los centros universitarios y de investigación presentes en el Alto Aragón y en ámbitos mayores. Y esperar que llueva pronto.
Descendiendo a escenarios más cercanos, olvidados los no tan lejanos tiempos en que nuestro país y provincia eran tierras de emigrantes, cuando muchas localidades carecían de abastecimiento y alcantarillado, el agua se ha convertido en un factor estratégico de riqueza, equiparada en fácil pero no siempre correcta sinonimia con progreso. Los avances tecnológicos han favorecido la construcción de infraestructuras de almacenamiento y distribución de aguas superficiales; captación de aguas subterráneas e incluso desalación masiva de aguas marinas, absolutamente impensables en la época de Joaquín Costa. A lo largo del pasado siglo, en nuestro país se han consolidado enormes usuarios de agua, primero en el campo del regadío, después en la urbanización e industrialización de la postguerra y por ultimo en el campo del turismo, los parques temáticos y la urbanización secundaria de la costa mediterránea. Es indudable que en esta zona las demandas se han incrementado exponencialmente, y macroproyectos como el trasvase del Ebro, han sido y seguirán siendo objeto de debate político y confrontación territorial por generaciones. Esta y otras polémicas más cercanas, se están reactivando como consecuencia de la renovación del Plan Hidrológico de Cuenca que esta realizando la Confederación Hidrográfico del Ebro. Es evidente que en este y otros debates, inevitablemente apasionados, un elemento básico es la difusión de la información.
El final del siglo XX ha incorporado nuevos matices al conflicto humano del agua en nuestro entorno. En realidad algunos son muy viejos, pero que han cobrado un fuerte protagonismo. El primer y lúcido párrafo, del Preámbulo de la Ley de Aguas señala: “El agua es un recurso natural escaso, indispensable para la vida y para el ejercicio de la inmensa mayoría de las actividades económicas; es irreemplazable, no ampliable por la mera voluntad del hombre, irregular en su forma de presentarse en el tiempo y en el espacio, fácilmente vulnerable y susceptible de usos sucesivos”. Efectivamente el agua es una fuente de conflictos, que se agudizan con la sequía, vieja conocida en nuestras tierras altoaragonesas, que está creando, un vez más, inquietud y afecciones económicas en todo el territorio. En segundo lugar, asistimos a un cambio climático, cuya extrapolación pronostica condiciones de mayor aridez en la península ibérica con menos lluvias y de mayor irregularidad. La situación se complica con la predicción de una menor innovación en el Pirineo y un ascenso de la línea de nieve. Nuestro mayor, indiscutido y lúdico embalse está perdiendo capacidad. Y tiene mal reemplazo.
Un último y creciente problema es la contaminación de los recursos hidráulicos. Está ya fuera de cuestión que agua y medio ambiente son conceptos unidos. El adecuado y obligado cumplimiento de la Directiva del Agua de la Unión Europea obliga a construir y mantener importantes infraestructuras de depuración de aguas residuales, que tienen una fuerte incidencia en las cabeceras de nuestros ríos, con los problemas de gestión técnica y económica que supone la fuerte estacionalidad de los núcleos turísticos. El sector agropecuario es también un importante contaminador. Todos nuestros acuíferos de la zona llana están sensiblemente contaminados por nitratos procedentes de un exceso de abonado y de la inadecuada eliminación de purines.
Por tanto, una tarea insoslayable para nuestra sociedad altoaragonesa es la búsqueda de modelos gestión sostenible de nuestros recursos hídricos. Es una tarea enorme, posiblemente inacabable y conflictiva pero necesaria. Desde luego inflamará pasiones y hará correr ríos de tinta editorial. Evidentemente se prestará a exageraciones desde posturas ultraconservacionistas hasta los que proclaman que los campos de golf son una gran mejora del medio ambiente, dada la captación del CO2 por el “green”. A presentar elementos de reflexión ayudan acontecimientos de escalas diversas, como las pasadas Jornadas que realizó el Instituto de Estudios Altoaragoneses sobre Modernización de Regadíos y el próximo Congreso Nacional de Regadíos, que se celebrará en Junio en la Escuela Politécnica Superior de Huesca. La Exposición Universal de Zaragoza 2008, aparte de obras singulares y los aspectos lúdicos, presenta en la Tribuna del Agua, una magnífica oportunidad para profundizar en la temática de la sostenibilidad del uso de agua. Sus aportaciones pudieran ser más constructivas, útiles y duraderas que otros gastos de la Expo. A esperar que se concreten las actividades a realizar en el Palacio de Congresos de Huesca.
Un aspecto fundamental para abordar una gestión sostenible es la educación y formación de la sociedad en su conjunto, pero especialmente de las nuevas generaciones. En un pasado no muy lejano, parecía superfluo incidir en el tema, pero hoy se detectan, en esta sociedad, comportamientos de “nuevos ricos” que menosprecian el esfuerzo no sólo educativo frente a formas de enriquecimiento rápido. A modo de ejemplo, está la acusada caída del número de alumnos de las carreras técnicas. Es evidente que el problema, y sus posibles soluciones, superan el ámbito del agua, pero es evidente que en un futuro inmediato hacen falta muchos profesionales para resolver conflictos, informar a la sociedad, incrementar la eficacia de los regadíos, gestionar las instalaciones de depuración, reciclar aguas ya usadas y vigilar la calidad ambiental de las masas de agua. En este sentido solo cabe apostar por una creciente relación entre la sociedad y los centros universitarios y de investigación presentes en el Alto Aragón y en ámbitos mayores. Y esperar que llueva pronto.