Los embalses alcanzan el nivel más bajo de su historia
Sáb, 09/02/2008
El nivel de reservas de agua que acumulan los embalses de los ríos catalanes se encuentra en estos momentos en el punto más bajo de su historia reciente, según un estudio de la Agència Catalana de l'Aigua. El estudio compara las reservas existentes desde 1971 -siempre a fecha de 31 de diciembre- y concluye que el invierno del 2008 es el que registra el porcentaje más reducido de caudales para abastecimiento contando todos los embalses.
Con unas reservas de tan sólo 166 hectómetros cúbicos, el nivel de los pantanos catalanes (exceptuada naturalmente el área de Ebro) cubre ahora sólo el 24% de su capacidad máxima, con lo que se da una situación aún grave que la registrada en 1990. Entonces, el volumen almacenado era 173 hm3, lo que representaba el 28% del total, y las restricciones tenían un horizonte de tres meses. Otros años especialmente secos fueron el 2002 o 1999, con reservas que suponían, respectivamente, el 30% y el 35% de su capacidad máxima.
En términos absolutos (por volumen de agua almacenada), para documentar reservas inferiores a las actuales habría que remontarse hasta el año 1978 (144,5 hm3) y anteriores, pero hay que tener en cuenta que aquel momento había menos embalses o no se disponía de toda la información.
No obstante, estos mismos datos permiten apreciar que la situación en los embalses del río Ter (Sau y Susqueda) era peor en 1990. Entonces, cubría el 17,8%, mientras que ahora alcanza el 23.3%. En cambio, en los del Llobregat, el porcentaje es ahora dos décimas más bajo (el 23,5%) que entonces. En conjunto, sin embargo, éste es el peor año conocido debido a los bajos niveles en las reservas del río Muga, que lleva meses en situación crítica.
La escasez de agua para abastecer el área de Barcelona y Girona es una situación cada vez más repetida. Tres de los cuatro años con menos porcentaje de agua disponible en los últimos 38 años se concentran en la última década. En cambio, a lo largo de los años 90 (y concretamente hasta 1999) no hubo que temer el riesgo de restricciones, lo que ahora aparece como una posibilidad más que cierta que si no llueve en primavera.
Los hidrólogos se muestran especialmente preocupados por el hecho de que los porcentajes tan bajo de caudales se dan justamente cuando ya nos encontramos en un momento muy avanzado el invierno, lo que no hace esperar grandes precipitaciones a corto plazo. Todas las esperanzas de que no haya que sufrir restricciones o que éstas se demoren dependen de que se lleven a cabo las numerosas obras hidráulicas previstas en el área de Barcelona y que llueva durante la próxima primavera.
La sequía ha obligado a promover la recuperación de una docena de viejos pozos de abastecimiento en el área metropolitana -que fueron abandonados por estar contaminados-, y que funcionarán con modernos sistemas de filtrado y potabilización. Además, en el Baix Llobregat, se destinará agua residual a los polígonos industriales de Zona Franca y Pratenc y al regadío agrícola, para ganar recursos para usos domésticos. La previsión en el peor de los casos es que haya que traer agua potabilizada en barcos en mayo desde la desalinizadora de Carboneras (Almería), de Marsella (Ródano) o de Tarragona, o por potabilizar desde el Canal de Languedoc.
Después de 17 meses sin precipitaciones importantes, la Agència de l'Aigua ha debido facilitar el abastecimiento con camiones cisterna o la realización de pequeñas obras hidráulicas a más de 50 municipios. En la mayoría de estos casos, el suministro se ha hecho a núcleos concretos aislados que se abastecen habitualmente de una fuente propia que se ha agotado a causa de la falta de lluvias.
Con unas reservas de tan sólo 166 hectómetros cúbicos, el nivel de los pantanos catalanes (exceptuada naturalmente el área de Ebro) cubre ahora sólo el 24% de su capacidad máxima, con lo que se da una situación aún grave que la registrada en 1990. Entonces, el volumen almacenado era 173 hm3, lo que representaba el 28% del total, y las restricciones tenían un horizonte de tres meses. Otros años especialmente secos fueron el 2002 o 1999, con reservas que suponían, respectivamente, el 30% y el 35% de su capacidad máxima.
En términos absolutos (por volumen de agua almacenada), para documentar reservas inferiores a las actuales habría que remontarse hasta el año 1978 (144,5 hm3) y anteriores, pero hay que tener en cuenta que aquel momento había menos embalses o no se disponía de toda la información.
No obstante, estos mismos datos permiten apreciar que la situación en los embalses del río Ter (Sau y Susqueda) era peor en 1990. Entonces, cubría el 17,8%, mientras que ahora alcanza el 23.3%. En cambio, en los del Llobregat, el porcentaje es ahora dos décimas más bajo (el 23,5%) que entonces. En conjunto, sin embargo, éste es el peor año conocido debido a los bajos niveles en las reservas del río Muga, que lleva meses en situación crítica.
La escasez de agua para abastecer el área de Barcelona y Girona es una situación cada vez más repetida. Tres de los cuatro años con menos porcentaje de agua disponible en los últimos 38 años se concentran en la última década. En cambio, a lo largo de los años 90 (y concretamente hasta 1999) no hubo que temer el riesgo de restricciones, lo que ahora aparece como una posibilidad más que cierta que si no llueve en primavera.
Los hidrólogos se muestran especialmente preocupados por el hecho de que los porcentajes tan bajo de caudales se dan justamente cuando ya nos encontramos en un momento muy avanzado el invierno, lo que no hace esperar grandes precipitaciones a corto plazo. Todas las esperanzas de que no haya que sufrir restricciones o que éstas se demoren dependen de que se lleven a cabo las numerosas obras hidráulicas previstas en el área de Barcelona y que llueva durante la próxima primavera.
La sequía ha obligado a promover la recuperación de una docena de viejos pozos de abastecimiento en el área metropolitana -que fueron abandonados por estar contaminados-, y que funcionarán con modernos sistemas de filtrado y potabilización. Además, en el Baix Llobregat, se destinará agua residual a los polígonos industriales de Zona Franca y Pratenc y al regadío agrícola, para ganar recursos para usos domésticos. La previsión en el peor de los casos es que haya que traer agua potabilizada en barcos en mayo desde la desalinizadora de Carboneras (Almería), de Marsella (Ródano) o de Tarragona, o por potabilizar desde el Canal de Languedoc.
Después de 17 meses sin precipitaciones importantes, la Agència de l'Aigua ha debido facilitar el abastecimiento con camiones cisterna o la realización de pequeñas obras hidráulicas a más de 50 municipios. En la mayoría de estos casos, el suministro se ha hecho a núcleos concretos aislados que se abastecen habitualmente de una fuente propia que se ha agotado a causa de la falta de lluvias.