Cuatro desalinizadoras contra la sequía
Dom, 13/01/2008
En el último año las lluvias han sido escasas. Es el segundo ejercicio consecutivo en el que Cataluña, sobre todo su zona central, que se abastece preferentemente del Llobregat y del Ter, tiene que apurar el agua de los embalses. Es difícil que haya otro año peor en mucho tiempo, pero, por si acaso, el Gobierno catalán trabaja, al tiempo, en soluciones de emergencia y en otras a medio plazo que alejen el fantasma de las restricciones. Abandonada la idea de los trasvases (tanto el del Ródano como el del Ebro hacia Barcelona) el Departamento de Medio Ambiente se ha aplicado a trabajar en otro frente para solucionar el problema: las desalinizadoras. En unos años, Cataluña tendrá cuatro plantas trabajando, que producirán en su conjunto unos 200 hectómetros cúbicos de agua. Lo suficiente. Para dar un dato, equivalen a dos tercios de la capacidad de los embalses del sistema Ter-Llobregat.
La primera desalinizadora, que ya funciona, se halla en Tordera. Su producción en estos momentos es de 10 hectómetros cúbicos anuales, pero se halla en fase de ampliación para duplicar esa cifra. El consejero de Medio Ambiente, Francesc Baltasar, cree que las obras estarán listas a finales de año. Pero la Generalitat ha proyectado, casi al lado de esa planta, una segunda que producirá 60 hectómetros cúbicos más. Es una cantidad suficiente como para abastecer a parte de Girona y del Maresme. Este proyecto estará redactado y listo para iniciar los trámites a finales de 2008.
La tercera planta desalinizadora está también en marcha junto a la desembocadura del río Llobregat. La producción de esta planta será de 60 hectómetros cúbicos y se prevé que entre en funcionamiento en el primer trimestre de 2009.
La cuarta desalinizadora estará en Cunit (Baix Penedès) y su capacidad de producción será también de 60 hectómetros cúbicos anuales. En Tarragona, cuya provincia se abastece en su zona norte del minitrasvase del Ebro, hay quien teme que esta planta sirva de punto de enlace entre el agua procedente del Ter y el Llobregat, que llega hasta Cubelles, y la del Ebro, que alcanza hasta las casas de Cunit. De hecho, la desalinizadora de Cunit tomará el agua en Cubelles. Sin embargo, el Gobierno catalán cree que los temores son absurdos: la desalinizadora trata agua marina que capta en el mismo punto donde está la planta. Carecería de sentido, dice Baltasar, utilizar para esto agua del Ebro. Al contrario, la idea es que si las comarcas situadas al sur de Cunit, que ahora consumen agua del Ebro, tienen un día problema de abastecimiento, puedan utilizar el agua desalada en la planta de Cunit. En caso contrario, los 60 hectómetros cúbicos tratados servirían para dar de beber a la comarca del Garraf.
Los presupuestos de estas obras salen, en parte, de las aportaciones de fondos europeos sustitutorias del fenecido Plan Hidrológico Nacional. El importe global de todas las obras superará los 600 millones de euros, una cifra que es casi la mitad del coste más optimista del trasvase del Ebro.
Las obras más baratas son las de la ampliación de la desalinizadora de Tordera, que suman unos 29 millones de euros. El presupuesto inicial de la planta que se instalará en Cunit es de unos 80 millones de euros para la primera fase, que dará solamente unos 20 hectómetros cúbicos. Finalmente, la planta del Baix Llobregat, ya en obras, tiene un presupuesto de 238 millones de euros. En este caso, la obra se financia en sus tres cuartas partes con fondos de cohesión y una parte del presupuesto se cubrirá también con el dinero que Cataluña recibirá de la adicional tercera del Estatuto, que incluye diversas cantidades para infraestructuras.
La primera desalinizadora, que ya funciona, se halla en Tordera. Su producción en estos momentos es de 10 hectómetros cúbicos anuales, pero se halla en fase de ampliación para duplicar esa cifra. El consejero de Medio Ambiente, Francesc Baltasar, cree que las obras estarán listas a finales de año. Pero la Generalitat ha proyectado, casi al lado de esa planta, una segunda que producirá 60 hectómetros cúbicos más. Es una cantidad suficiente como para abastecer a parte de Girona y del Maresme. Este proyecto estará redactado y listo para iniciar los trámites a finales de 2008.
La tercera planta desalinizadora está también en marcha junto a la desembocadura del río Llobregat. La producción de esta planta será de 60 hectómetros cúbicos y se prevé que entre en funcionamiento en el primer trimestre de 2009.
La cuarta desalinizadora estará en Cunit (Baix Penedès) y su capacidad de producción será también de 60 hectómetros cúbicos anuales. En Tarragona, cuya provincia se abastece en su zona norte del minitrasvase del Ebro, hay quien teme que esta planta sirva de punto de enlace entre el agua procedente del Ter y el Llobregat, que llega hasta Cubelles, y la del Ebro, que alcanza hasta las casas de Cunit. De hecho, la desalinizadora de Cunit tomará el agua en Cubelles. Sin embargo, el Gobierno catalán cree que los temores son absurdos: la desalinizadora trata agua marina que capta en el mismo punto donde está la planta. Carecería de sentido, dice Baltasar, utilizar para esto agua del Ebro. Al contrario, la idea es que si las comarcas situadas al sur de Cunit, que ahora consumen agua del Ebro, tienen un día problema de abastecimiento, puedan utilizar el agua desalada en la planta de Cunit. En caso contrario, los 60 hectómetros cúbicos tratados servirían para dar de beber a la comarca del Garraf.
Los presupuestos de estas obras salen, en parte, de las aportaciones de fondos europeos sustitutorias del fenecido Plan Hidrológico Nacional. El importe global de todas las obras superará los 600 millones de euros, una cifra que es casi la mitad del coste más optimista del trasvase del Ebro.
Las obras más baratas son las de la ampliación de la desalinizadora de Tordera, que suman unos 29 millones de euros. El presupuesto inicial de la planta que se instalará en Cunit es de unos 80 millones de euros para la primera fase, que dará solamente unos 20 hectómetros cúbicos. Finalmente, la planta del Baix Llobregat, ya en obras, tiene un presupuesto de 238 millones de euros. En este caso, la obra se financia en sus tres cuartas partes con fondos de cohesión y una parte del presupuesto se cubrirá también con el dinero que Cataluña recibirá de la adicional tercera del Estatuto, que incluye diversas cantidades para infraestructuras.