Córdoba cierra el año hidrológico con escasas reservas de agua
Lun, 01/10/2007
Primero de octubre y la Cuenca Hidrográfica del Guadalquivir estrena año hidrológico, el tercero consecutivo considerado de sequía por los gestores del agua en Andalucía.
Por ello, y pese a que entre el 1 de octubre de 2006 y el 30 de septiembre de 2007 el régimen de lluvias no ha sido ni mucho menos catastrófico, el campo cordobés afronta un nuevo año hidrológico con escasas reservas de agua en los pantanos, sobre todo los ubicados en la zona oriental de la provincia.
Aunque la situación no es dramática para el abastecimiento de las ciudades, sí que es grave para los agricultores que dependen de los regadíos para garantizar la viabilidad de sus explotaciones. En concreto, los embalses que tienen su cabecera en la provincia de Córdoba retienen un 32,1 por ciento del agua que son capaces de almacenar. En total, esta cifra supone una reserva de 736 hectómetros cúbicos. Por ello, la comisión de desembalse del Guadalquivir ordenó el cierre de todas las compuertas a partir del 15 de agosto, para que los pantanos no llegaran exhaustos al 1 de octubre. Tan sólo se permitió un desembalse especial de 25 hectómetros cúbicos para que los cultivos permanentes como los cítricos no sufrieran graves daños.
A partir de ahora, los gestores de la cuenca andaluza no pueden hacer otra cosa que mirar al cielo y esperar a que llueva mucho para que se llenen los pantanos. De momento, las últimas semanas de septiembre han dado pie al optimismo, ya que ha llovido más de lo previsto. En este sentido, en todo el mes de septiembre el observatorio instalado en el pantano de Bembézar ha recogido más de 33 litros de agua por metro cuadrado, un 259 por ciento más de la pluviometría normal en esta zona para esta época del año. Todos los observatorios pluviométricos de la provincia han registrado un exceso de lluvias importante. El menor, en Cabra, ha acumulado un 43 por ciento más del agua esperada, con un total de 33,5 litros por metros cuadrado.
La irrupción de estas últimas precipitaciones ha permitido maquillar el balance final de tercer año consecutivo de sequía en Córdoba. En este sentido, el volumen de agua embalsada es un 3,52 por ciento mayor a la del año pasado al inicio del año hidrológico. Las previsiones de los gestores de la cuenca eran mucho más pesimistas y preveían que el volumen global de agua de los pantanos de Córdoba estuviera por debajo del 30 por ciento.
Sin embargo, la situación es diametralmente distinta en distintos puntos de la provincia. Así, la sequía es un fantasma del pasado para la zona Noroeste de Córdoba y un problema enquistado para la Sureste. La prueba más evidente de esta contradicción está en los dos embalses más grandes de la provincia.
En Iznájar, ubicado en el extremo Sureste de Córdoba, se han registrado los niveles más bajos de la historia del pantano en los últimos diez años. La presa sólo retiene un 20,3 por ciento del agua que es capaz, es decir, 199 hectómetros cúbicos. Su nivel es tan bajo que han comenzando a vislumbrarse las antiguas edificaciones inundadas por la construcción del pantano.
Por otra parte, el Bembézar está al 71,8 por ciento de su capacidad, con un total de 245 hectómetros cúbicos. En esta zona, las lluvias del pasado otoño facilitaron el llenado de los pantanos.
Por ello, y pese a que entre el 1 de octubre de 2006 y el 30 de septiembre de 2007 el régimen de lluvias no ha sido ni mucho menos catastrófico, el campo cordobés afronta un nuevo año hidrológico con escasas reservas de agua en los pantanos, sobre todo los ubicados en la zona oriental de la provincia.
Aunque la situación no es dramática para el abastecimiento de las ciudades, sí que es grave para los agricultores que dependen de los regadíos para garantizar la viabilidad de sus explotaciones. En concreto, los embalses que tienen su cabecera en la provincia de Córdoba retienen un 32,1 por ciento del agua que son capaces de almacenar. En total, esta cifra supone una reserva de 736 hectómetros cúbicos. Por ello, la comisión de desembalse del Guadalquivir ordenó el cierre de todas las compuertas a partir del 15 de agosto, para que los pantanos no llegaran exhaustos al 1 de octubre. Tan sólo se permitió un desembalse especial de 25 hectómetros cúbicos para que los cultivos permanentes como los cítricos no sufrieran graves daños.
A partir de ahora, los gestores de la cuenca andaluza no pueden hacer otra cosa que mirar al cielo y esperar a que llueva mucho para que se llenen los pantanos. De momento, las últimas semanas de septiembre han dado pie al optimismo, ya que ha llovido más de lo previsto. En este sentido, en todo el mes de septiembre el observatorio instalado en el pantano de Bembézar ha recogido más de 33 litros de agua por metro cuadrado, un 259 por ciento más de la pluviometría normal en esta zona para esta época del año. Todos los observatorios pluviométricos de la provincia han registrado un exceso de lluvias importante. El menor, en Cabra, ha acumulado un 43 por ciento más del agua esperada, con un total de 33,5 litros por metros cuadrado.
La irrupción de estas últimas precipitaciones ha permitido maquillar el balance final de tercer año consecutivo de sequía en Córdoba. En este sentido, el volumen de agua embalsada es un 3,52 por ciento mayor a la del año pasado al inicio del año hidrológico. Las previsiones de los gestores de la cuenca eran mucho más pesimistas y preveían que el volumen global de agua de los pantanos de Córdoba estuviera por debajo del 30 por ciento.
Sin embargo, la situación es diametralmente distinta en distintos puntos de la provincia. Así, la sequía es un fantasma del pasado para la zona Noroeste de Córdoba y un problema enquistado para la Sureste. La prueba más evidente de esta contradicción está en los dos embalses más grandes de la provincia.
En Iznájar, ubicado en el extremo Sureste de Córdoba, se han registrado los niveles más bajos de la historia del pantano en los últimos diez años. La presa sólo retiene un 20,3 por ciento del agua que es capaz, es decir, 199 hectómetros cúbicos. Su nivel es tan bajo que han comenzando a vislumbrarse las antiguas edificaciones inundadas por la construcción del pantano.
Por otra parte, el Bembézar está al 71,8 por ciento de su capacidad, con un total de 245 hectómetros cúbicos. En esta zona, las lluvias del pasado otoño facilitaron el llenado de los pantanos.