Un pantano salvaje

Mié, 15/08/2007

El Mundo

Una presa construida de tierra en 1969 sujetó las aguas del modesto río Bajoz para construir un embalse con el que regar las tierras del entorno de pueblo de la Santa Espina (perteneciente a Castromonte), que unos años antes se había levantado en las proximidades del Monasterio del mismo nombre.Hacia los ochenta, se decidió que ya no se volverían a utilizar estas aguas para regar -la maleza va dando buena cuenta de la extensa red de acequias ahora sin uso que se construyeron-, y su destino se convirtió en velar por la reproducción de aves, acoger aves migratorias, favorecer la vida del extraño gallipato (un anfibio que puede llegar a medir 30 centímetros con una cola aplastada lateralmente) y alojar tencas y carpas.Dicen quienes entienden, que este embalse es el destino preferido de los pescadores de la región que quieren disfrutar de la captura de tencas. No obstante, la necesidad de proteger la reproducción de las aves y no perjudicar a la colonia de anátidas, sobre todo en la cola del embalse, ha hecho que en 2006 las autoridades limitaran a prácticamente la mitad de sus orillas los lugares destinados a la pesca.«Sólo seis permisos al día, los puestos de pesca que están habilitadoscomenta un paisano que andaba por allí- así que unos pocos se cogen los permisos para varios días. Jubilados sobre todo, que tienen tiempo de hacer colas en la Junta».Son varias las posibilidades para llegar al «pantano», como por aquí se conoce el embalse. Tomaremos la que arranca en las puertas del Monasterio y que discurre en buena parte por su interior (ninguna señalización facilita el camino que hemos de seguir, incluso a veces ha de continuarse por el lindero de tierras de cultivo, pero siempre se ha de caminar hacia la parte final de la tapia de piedra, hasta encontrar un hueco evidente).Después de atravesar la tapia del Monasterio -unos treinta minutos desde que se comience a caminar-, y cruzar la carretera a la altura de una pronunciada curva que describe en la parte final de las tierras monacales, una clara pista conduce, en otros veinticinco minutos, a la presa del embalse. También, si se quiere, se accede en coche hasta la misma presa.Se puede rodear todo el pantano, mas para ello no hay que amilanarse cuando la tenue senda parezca perdida o constreñida por el bosque de pinos, encinas y cipreses; ni cuando, ya en la cola, no sea fácil dar con un puentecillo de vigas de madera y cemento que facilita cruzar las magras aguas del Bajoz para volver caminando por la otra orilla.Un indicador que orienta hacia Castromonte -desde aquí dista poco más de tres kilómetros- sirve de guía para saber que se ha de buscar ese puentecillo y retornar hacia la presa, aunque parezca que la orientación nos induce a precipitarnos al agua.Unos cuarenta y cinco minutos se necesitan para circunvalarlo.Y realmente merece la pena: es una zona en la que apenas se percibe la presencia del ser humano.En algún momento del paseo se llegará a ver en el monte próximo la Monasterio una curiosa torre de vigilancia contra incendios que, de forma triangular y construida en ladrillo, es única en Valladolid. Parece un faro que guiara en un mar de pino y encina.La visita al Monasterio, tanto desde el punto de vista histórico y arquitectónico como por la colección de mariposas que alberga, o la visita al Centro de Interpretación de la Vida Rural, sin olvidar un paseo por el pueblo, que en el año 2007 está cumpliendo los cincuenta años desde su inauguración (es un asentamiento rural que se construyó con 20 casas para los agricultores y ganaderos y otras 30 para los obreros), pueden completar la excursión a estas vegas feraces y boscosos montes del Bajoz.APOYO-Las figuras de protección medioambientalLa riqueza y variedad de la fauna del embalse del Bajoz, han hecho que se incluya en el Catálogo de Zonas Húmedas de Interés Especial de Castilla y León: las fochas y los zampullines, las garzas y los martín pescador tienen aquí «casa» abierta todo el año o sólo estacional. También su singularidad le ha hecho acreedor de incluirse en la demarcación declarada Lugar de Interés Comunitario (LIC) Montes Torozos-Páramos de Torquemada-Astudillo.A este propósito, cabe indicar la gran diversidad de formas de protección medioambiental que existe en la actualidad. No obstante, no es nueva la preocupación por la conservación de espacios y hábitats naturales, pues desde 1916 existe una Ley de Parques Naturales. De entonces acá mucho se ha avanzado en este terreno y ahora hay, más bien, una profusa y a veces confusa multitud de figuras de protección que van aprobando el Estado, las Comunidades Autónomas y la Unión Europea. Incluso la comunidad internacional puede llegar a declarar un amplio espacio como Reserva de la Biosfera.Así, en Castilla y León se pueden declarar Monumentos Naturales, Paisajes Protegidos, Parques Naturales, Parques Regionales, Reservas Naturales, además de las citadas Zonas Húmedas y Lugares de Interés Comunitario. También existe la posibilidad de declarar un espacio como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Hay, también, un Catálogo de Arboles Notables, entre los que se incluye, por ejemplo, el pino Macareno de Peñafiel.En Valladolid, el espacio protegido más completo es la Reserva Natural de las Riberas de Castronuño-Vega de Duero y diversos espacios están incluidos en ZEPAs, LICs y Zonas Húmedas (especialmente los lavajos y bodones del sur de la provincia).