José Luis Alonso tilda de pequeño suceso el deslizamiento en Yesa. Los técnicos afirman que el desplazamiento fue de 2,5 cm al día y ahora está paralizado.

Mar, 12/06/2007

El Periódico de Aragón

El movimiento de la masa de tres hectómetros cúbicos, detectado en agosto pasado en una de las laderas de Yesa, fue calificado ayer por el presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), José Luis Alonso, como un "pequeño suceso, un incidente menor desde el punto de vista técnico, que pertenece a lo habitual en este tipo de obras".

En la actualidad, el desplazamiento se ha paralizado, y los técnicos aseguran que la ladera es estable.

"Aun en las peores condiciones, en caso de un deslizamiento de tierras hacia el embalse, se originaría una ola tan pequeña que el riesgo que podría ocasionar sería casi inexistente", explicó Alonso, quien quiso echar por tierra "uno de los mitos ciudadanos sobre grandes olas unidas a movimientos de masas y pantanos".

En cuanto a los informes encargados estos revelan que las velocidades mayores se dieron durante el desembalse de los meses de agosto y septiembre. "La masa se movió a una velocidad máxima de 2,5 centímetros diarios", o, como dijo Alonso, a un milímetro a la hora, "mientras que los episodios de riesgo comienzan con cinco metros por segundo".

Todas estas conclusiones forman parte de una de las conferencias que hoy se impartirán dentro de las Jornadas Técnicas sobre Estabilidad de Laderas de Embalses, organizadas por la CHE y que ha congregado en Zaragoza a más de 320 expertos nacionales en geología e ingeniería.
Con respecto a la petición de algunos alcaldes de realizar más estudios para descartar cualquier peligro, Alonso lamentó que "hayan llegado a la conclusión de que los informes no son válidos y que los colegios oficiales no son dignos de su confianza". Además, apuntó que, en la actualidad "se está aplicando tecnología para impedir que penetre agua de la lluvia en las grietas originadas en la ladera y se sigue comprobando que la zona es estable".

A finales de julio del 2006 se detectaron unas grietas en la margen izquierda del embalse con unas dimensiones de 250 metros de longitud y 325 de anchura, con un volumen aproximado de tres hectómetros cúbicos. La causa última tuvo que ver con la ubicación, a pie del camino de servicio de un vertedero para los excedentes de áridos.

Raimundo J. Lafuente, René Gómez, Marcelo Merino, Pablo De Diego --todos de la CHE--, José Luis Martínez (Euroestudios) y Javier García (Iberinsa), autores del estudio, comentaron que "si hubiera un desplazamiento de masa, incluso en el nivel máximo de capacidad del pantano, existe un volumen de resguardo cuatro veces el de la masa movilizable".