La tormenta perfecta
Dom, 03/06/2007
ACOSTA MADRID. Las intensas tormentas que dejaron precipitaciones abundantes en Alcázar de San Juan (Ciudad Real) y que durante varios días mantuvieron en vilo a los habitantes de esta población por miedo a que la vía del tren, que hizo de improvisado dique, se rompiera dejando paso libre a las enfurecidas aguas, tuvieron una causa clara y perfectamente conocida por los meteorólogos, aunque se trata de un fenómeno «excepcional» en nuestro territorio, según explicó a ABC Ángel Rivera, portavoz del Instituto Nacional de Meteorología (INM). Lo que se desarrolló en esa tarde del pasado 23 de mayo fue un tipo de tormenta que se conoce como «supercélula», que tiene fuertes corrientes verticales en rotación, y en el interior un mesociclón, esto es, un ciclón «de mediana entidad», explica Rivera. La «supercélula» es la estructura nubosa de la tormenta, que puede ir acompañada de fuertes vientos, granizo y precipitación abundante, aunque no tiene por qué. Las tormentas son arrastradas por el viento de la troposfera, que define su trayectoria. Sin embargo, las fuertes corrientes de rotación de este fenómeno provocan un movimiento anómalo con respecto a la dirección del viento, tanto es así, que puede moverse incluso en perpendicular. En el caso que nos ocupa, la «supercélula» permaneció prácticamente estacionaria en el área geográfica de Alcázar de San Juan, generando acumulaciones importantes de precipitación. Situación inestable Ese día la situación atmosférica general estuvo marcada por la presencia de una borrasca fría de niveles altos al suroeste de la Península Ibérica y un flujo cálido y húmedo en niveles bajos. Condiciones ideales para estos sistemas, que se desarrollan en entornos hidrostáticamente muy inestables. A lo largo de la segunda mitad del día la actividad convectiva fue en aumento en la meseta sur, desarrollándose diversas tormentas móviles que se desplazaban en sentido sureste-noroeste de acuerdo con el viento reinante. A primeras horas de la tarde se observó en las imágenes del radar de vigilancia de la zona centro que una de ellas adquiría un espectacular desarrollo, destacando del resto. Su singularidad se acentuó, ya que adquirió un desplazamiento anómalo respecto al flujo general del viento y por tanto al del resto de las tormentas de la zona. Esto es, se produjo una interacción entre su movimiento y los vientos de esa zona. Al mismo tiempo adquirió grandes dimensiones y permaneció casi estacionaria en la zona noreste de Ciudad Real y limítrofe con la provincia de Toledo durante varias horas. La captación de este fenómeno fue posible gracias al radar «doppler» de Madrid. Según explicó Rivera, un radar normal sólo distingue la gota de precipitación, pero el «doppler» puede «ver» en qué dirección se mueve y el movimiento de rotación interno. Rivera explicó que se recogieron 240 litros por metro cuadrado. Esta cifra significa más del doble del valor estimado de la precipitación para un periodo de retorno de 200 años. Preguntado por el caso de Biescas (Huesca), la tormenta de agosto de 1996 que dejó 150 litros por metros cuadrado, Rivera explicó que era de otro tipo ya que se quedó estacionaria por motivos de orografía. Pero las consecuencias de estar tantas horas sobre un mismo punto fueron las mismas, las llamadas inundaciones relámpago. Asimismo, el 16 de agosto de 2003 un mesociclón dejó en Alcañiz (Teruel) vientos fuertes y lluvia, aunque el elemento que batió todas las marcas de tamaño fue el granizo, según un estudio de José Quirantes, también del INM. Según testimonios de los vecinos, recogidos en los diferentes diarios de comunicación turolenses, las piedras grandes pesaban una media de 500 gramos y medían 12 centímetros de diámetro.