La Federación de Regantes recuerda que la planificación fluvial es competencia 'exclusiva' del Estado

Vie, 20/04/2007

Europa Press

(EUROPA PRESS) -

El presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore), Andrés del Campo, recordó hoy en Murcia que la planificación hidrológica nacional es competencia "exclusiva" del Estado Central, según informaron fuentes de la federación en un comunicado de prensa.

Del Campo realizó estas declaraciones durante su intervención en la jornada sobre 'Crecimiento sostenible y Desarrollo regional' organizada por la Confederación Regional de Organizaciones Empresariales de Murcia (Croem) y después de que las Cortes aprobaran ayer el nuevo Estatuto de Autonomía de Aragón con el respaldo del Pleno del Senado, que dio su visto bueno al texto con el apoyo de todos las formaciones políticas y la abstención de ERC e ICV.

El nuevo texto, que entrará en vigor el próximo lunes incluye como principales novedades en materia de gestión de recursos hídricos un mandato a las instituciones públicas de velar para evitar transferencias de agua, la garantía de una reserva hidráulica de 6.550 hectómetros cúbicos para uso de los aragoneses y una disposición para ponderar las inversiones del Estado a la superficie y la despoblación.

En este sentido, el presidente de Fenacore insistió en que los estatutos de autonomía de las distintas comunidades autónomas "no pueden entrar, como se ha pretendido en esta legislatura, a regular una competencia exclusiva del Estado, ya que las competencias sobre cuencas intercomunitarias no pertenecen en ningún caso a las regiones, sino al Estado Central, tal como reconoce la Ley de Aguas y la Constitución española en sus artículos 149 y 45.2".

Sobre este punto, el representante de los regantes resaltó que "los ríos que atraviesan varias comunidades autónomas deben ser planificados y gestionados por el Estado, con el fin de evitar la 'instrumentalización' del uso del agua y las denominadas 'guerras' del agua".

OBRAS DE REGULACIÓN

Por otro lado, Andrés del Campo aprovechó su intervención en la jornada de Croem para abogar una vez más por la agilización de las obras contempladas en el Plan Hidrológico Nacional (PHN) y la realización de obras de regulación (embalses) y transporte (trasvases).

En su opinión, estas infraestructuras permiten "equilibrar mejor los efectos adversos derivados de un posible cambio climático, garantizando el suministro de agua en las cuencas hidrográficas deficitarias y permitiendo amortizar las costosas inversiones realizadas para modernizar los regadíos".

Asimismo, se refirió a otras medidas alternativas para hacer frente a la particular climatología de España, como es el uso alternativo de aguas subterráneas y superficiales, utilizando prioritariamente los acuíferos en épocas de sequía para usos agrícolas y reservando las aguas superficiales de mayor calidad para otros usos prioritarios.

Igualmente, remarcó la importancia de reutilizar las aguas regeneradas, procedentes de las poblaciones, para riego de jardines, campos de golf y para el regadío de determinados cultivos de zonas regables próximas a núcleos de población.

El responsable de Fenacore advirtió que si la sociedad española dependiera para su abastecimiento exclusivamente del agua circulante por todos los ríos de la geografía nacional, "sólo se podría atender, con los ratios actuales de consumo por habitante y día, las necesidades de una población de unos tres millones de habitantes durante el verano".

Del Campo señaló que gracias a las infraestructuras hidráulicas existentes, como son los embalses y los trasvases, la población española -que supera actualmente los 44 millones de habitantes- tiene sus necesidades de agua y alimentos abastecidas durante todo el año y, principalmente, durante la época estival, caracterizada por un mayor consumo y un menor nivel de lluvias.

No obstante, el presidente de los regantes advirtió que las condiciones naturales de pluviometría que obligaron a construir trasvases y embalses hace 50 años se "recrudecerán" ante la posible llegada de un cambio climático, marcado por lluvias torrenciales y espaciadas en el tiempo, que extremarán inevitablemente el caudal de los ríos y la prolongación de periodos secos.