La importancia de los humedales

Dom, 04/02/2007

Córdoba

No hace más de treinta años, la perspectiva que gran parte de la sociedad tenía de los humedales de la provincia de Córdoba era de unos lugares improductivos que había que transformar desecándolos para su aprovechamiento agrícola, utilizarlos como cazaderos o bien simplemente para urbanizar su entorno. Se encontraban abandonados por parte de la Administración y la legislación permitía e, incluso, promovía todo este tipo de acciones.
Lugares como Zóñar y Rincón, en Aguilar de la Frontera; Tíscar, en Puente Genil; Jarales y Amarga, en Lucena; y Salobral, en Luque, habían aguantado estoicamente todos los envites posibles para hacerlos desaparecer.
Solamente la existencia de aguas surgentes con acuíferos que drenaban en ellas altos niveles de aguas subterráneas o la alta salinidad, en otras, permitieron su permanencia a lo largo del tiempo.
En aquellos años una especie en peligro de extinción como el pato malvasía fue utilizada como bandera o paraguas para preservar a estos frágiles ecosistemas de las continuas agresiones a que eran sometidos.
Extracciones de agua, contaminación con productos fitosanitarios, aprovechamientos agrícolas en tiempos de sequía, quema de cinturones de vegetación, intentos de desecaciones, caza indiscriminada y un largo etcétera eran acciones comunes por estos pagos. Al ser los únicos lugares que utilizaban por aquel entonces los últimos ejemplares de este pequeño pato, la campaña que se promovió para su protección fue intensa y se consiguieron los objetivos. Hoy día se encuentran protegidos mediante la figura legal de reserva natural junto a los parajes naturales de los embalses de Malpasillo y Cordobilla. Han sido reconocidas por la Unión Europea como Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA), y también forman parte de la red de humedales acogidos al convenio internacional para la protección de las zonas húmedas, más conocido como Convenio Ramsar.
Parece que con las medidas adoptadas el futuro puede estar asegurado o, al menos, la sociedad tiene en sus manos un instrumento para solicitarle a las administraciones públicas una implicación decisiva para promover su conservación.
No hay que olvidar que la responsabilidad es compartida y los ciudadanos deben siempre velar porque se cumplan los objetivos que posibilitaron su protección.
La importancia de estos ecosistemas radica, fundamentalmente, en ser verdaderos oasis de vida en un ambiente de clima mediterráneo, tan hostil para la vida durante el periodo estival. Son lugares de alta productividad que albergan especies que no pueden desarrollarse en otros lugares. Asimismo, son como un rosario de espacios ubicados en el territorio, que son utilizados de forma sucesiva por las especies migradoras para llegar a sus cuarteles de invernada o lugares de reproducción. En algunos casos pueden albergar especies de flora o fauna endémicas, que no se encuentran en otros lugares, con adaptaciones a estos sistemas que en el futuro pueden ser útiles para el desarrollo de la sociedad.
Si los miramos un tanto egoístamente, pueden medirnos el estado de salud del ambiente donde vivimos. Con un seguimiento adecuado de los parámetros físico-químicos de sus aguas y de la biodiversidad que alberga, podremos detectar la presencia de
sustancias no recomendables para la existencia de la vida y la salud de las personas que puedan estar utilizándose en su entorno. Las fluctuaciones en los niveles de sus aguas y de los pozos que las rodean nos indicarán si la utilización del agua subterránea es sostenible o insostenible. La utilización de trampas de sedimentos también nos indicará la magnitud de la pérdida de suelo con las prácticas agrícolas que se desarrollan en su cuenca vertiente, y así poder adoptar medidas adecuadas para hacerlas más sostenibles.
En definitiva, son laboratorios de ensayo sobre la sostenibilidad ambiental.
Con el paso del tiempo otras lagunas se han unido a la demanda social. La laguna del Donadío, en Santaella; la laguna de la Quinta, Rincón del Muerto, Cortijo Viejo, Casasola y el Cambroncillo, en Baena; los Arenales, en Puente Genil, sin olvidar que al abrigo de Rincón y Amarga se consiguió recuperar Santiago y Dulce. El Inventario de Humedales de Andalucía sigue creciendo año tras año y con el transcurso del tiempo muchas de las antiguas zonas húmedas cartografiadas en los planos antiguos aparecerán y se recuperarán conforme la conciencia ambiental vaya incrementándose.
De igual forma comienza a hablarse de la recuperación de los ríos y riberas. Algunos ya se encuentran catalogados dentro de la Red Natura 2000: el río Guadalquivir, la parte baja del Guadajoz, del Cuzna y Gato, Guadamatilla y Tapujar, y el Zújar forman ya parte de este patrimonio europeo. El resto de tramos y ríos con el paso del tiempo serán testigos de un proceso similar al vivido por las lagunas del Sur de Córdoba.