Las nevadas atraerán las tormentas en primavera pero no resuelven la sequía

Mié, 31/01/2007

La Razón

El único alivio, según explica el director de Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo, Millán Millán, se producirá durante la próxima primavera. La humedad que dejará la nieve en el suelo favorecerá que se produzcan tormentas a unos 40 kilómetros de la costa.
A pesar de que la nieve ocupa mucho volumen, contiene una pequeña proporción de agua que sólo sirve para «esponjar» el suelo. Además, si se tiene en cuenta que los suelos están tremedamente secos, el beneficio de estas nevadas se reduce todavía más. Como mucho, podrá servir para recargar mínimamente los acuíferos y para restaurar el ciclo hídrico que algún día funcionó como la más perfecta de las maquinarias.
Millán Millán explica que la Tierra ha tenido siempe la misma cantidad de agua y si ahora hay escasez en algunas zonas se debe exclusivamente a que el hombre ha cambiado, entre otras muchas cosas, los usos del suelo. La nieve servirá para refrescar la capa superficial de la tierra, pero el déficit hídrico es en estos momentos «tan grande» que poco pueden resolver estas nevadas.
La vegetación retiene la humedad tras la nevada y ésta se va evaporando poco a poco y ascendiendo en la atmósfera que se carga de dicha humedad. Cuando ésta entra en contacto con las brisas frías de la capas altas, vuelve a caer en forma de chubascos que posiblemente, estarán presentes en nuestro terriorio la próxima primavera. Las zonas intermedias serán las más beneficiadas.
La explicación de la sequía, por tanto, no depende tanto de los ciclos que ha sufrido siempre el Mediterráneo, como de la escasez de masa vegetal. Este problema se hace todavía más grave en Alicante. Millán pone como ejemplo un problema que se está tratando en el ámbito europeo: la deforestación de los bosques de Brasil ha provocado que deje de llover. Las típicas tormentas tropicales desaparecen donde se han arrasado los bosques. Cuanto menos vegetación hay, más tarda en producirse el ciclo de recirculación de agua, y por tanto, llueve menos.
Sin embargo, los cambios del suelo no es ni mucho menos algo de este siglo. Los romanos ya comenzaron a desecar los humedales para evitar problemas como la malaria. La agricultura, y por supuesto la urbanización del territorio, han hecho el resto.
Millán proponer como solución a este problema subvencionar, en lugar de otros cultivos, la plantación de árboles. De esta forma, los agricultores que pensaban abandonar sus campos y que los acaban convirtiendo en cultivos subvencionables, colaborarían en reforestar la masa arbórea y permitirán así, recuperar el ciclo natural que algún día producía las lluvias necesarias incluso en lo que hoy ya se conoce como la España seca.