Un edificio con forma de ola de 22 metros mostrará en la Expo el efecto del tsunami.
Mié, 04/10/2006
Mostrar los efectos del tsunami, el huracán y la gota fría mediterránea con un elevado grado de realismo para que el público pueda sentirlos es el objetivo de la plaza temática "Agua extrema". La instalación fue presentada ayer por sus creadores, el catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona, Javier Martín, y el diseñador Franc Aleu de Urano Films, junto al presidente de Expoagua, Roque Gistau.
Un total de 3,4 millones de euros costará hacer este edificio en forma de ola gigante de 22 metros de altura rodeada de espuma, cuyas obras comenzarán en marzo de 2007. Su interior se ha diseñado para que cada veinte minutos 150 personas sentadas en una platea circular móvil y fijadas con cinturones de seguridad noten las salpicaduras del agua y su fuerza incontenible en catástrofes y desastres naturales.
Se trata, según Javier Martín, director científico del proyecto, de que "el público sienta miedo ante los riesgos del agua y reflexione sobre su mejor uso y planificación, que hubieran mitigado catástrofes como la del camping de Biescas o la de Nueva Orleans". A su juicio, "la ocultación del riesgo aumenta los desastres que podrían evitarse con una correcta ordenación del territorio".
La visita a esta plaza temática con capacidad para unas mil personas/hora dura unos 20 minutos, los 8 del recorrido por el área expositiva y los 10 de la proyección en el área sensorial donde podrá verse una película inédita con numerosos efectos especiales sobre la belleza y grandiosidad de los riesgos hídricos y sus consecuencias económicas. Durante la proyección, los espectadores irán provistos de un chubasquero reciclable para evitar salir empapados.
Adentrarse en la plaza temática será como hacerlo en el interior de una ola. Planchas metálicas perforadas que dejan pasar la luz y distintas proyecciones sobre gasas de color azul permitirán la evocación del mar al "más puro estilo de Hollywood", según el diseñador. Este itinerario marino estará jalonado por una serie de paneles interactivos. El primero será un reloj meteorológico, de grandes dimensiones, 450 por 215 centímetros, que junto con un planisferio, mostrará, de forma vertiginosa, en un minuto de proyección, las catásfrofes provocadas por el agua en los últimos 20 años. Después, dos paneles interactivos permitirán al visitante elegir países y regiones sobre una esfera virtual para ver el riesgo que tienen de sufrir desastres en términos de frecuencia, intensidad y efectos. En tercer lugar, los visitantes se encontrarán con una instalación denominada "Caos", con audiovisuales sobre distintos episodios de catástrofes.
Por último, los paneles tecnológicos les ofrecerán información en tiempo real de los centros que en el mundo se ocupan del seguimiento de los riesgos hídricos como el Centro Nacional de Huracanes en Estados Unidos o del Centro Mundial de Información Meteorológica en Suiza.
Se podrá también aprender de la historia visionando desastres como la "hazaña del Riñihue", en la ciudad chilena de Valdivia, víctima del gran terremoto de 1960, donde obreros e ingenieros durante un mes lucharon para sacar del río toneladas de barro y evitar que se desbordase. Asimismo se recordará la gran sequía que asoló Sahel (África) de 1968 a 1973.
Por último, proyecciones cenitales sobre el suelo exhibirán modelos de buena gestión de catástrofes como el caso de Cuba, para dar ejemplo de sostenibilidad, ya que como recordó Roque Gistau el "ser humano no sólo es víctima sino agente de las catástrofes".
Un total de 3,4 millones de euros costará hacer este edificio en forma de ola gigante de 22 metros de altura rodeada de espuma, cuyas obras comenzarán en marzo de 2007. Su interior se ha diseñado para que cada veinte minutos 150 personas sentadas en una platea circular móvil y fijadas con cinturones de seguridad noten las salpicaduras del agua y su fuerza incontenible en catástrofes y desastres naturales.
Se trata, según Javier Martín, director científico del proyecto, de que "el público sienta miedo ante los riesgos del agua y reflexione sobre su mejor uso y planificación, que hubieran mitigado catástrofes como la del camping de Biescas o la de Nueva Orleans". A su juicio, "la ocultación del riesgo aumenta los desastres que podrían evitarse con una correcta ordenación del territorio".
La visita a esta plaza temática con capacidad para unas mil personas/hora dura unos 20 minutos, los 8 del recorrido por el área expositiva y los 10 de la proyección en el área sensorial donde podrá verse una película inédita con numerosos efectos especiales sobre la belleza y grandiosidad de los riesgos hídricos y sus consecuencias económicas. Durante la proyección, los espectadores irán provistos de un chubasquero reciclable para evitar salir empapados.
Adentrarse en la plaza temática será como hacerlo en el interior de una ola. Planchas metálicas perforadas que dejan pasar la luz y distintas proyecciones sobre gasas de color azul permitirán la evocación del mar al "más puro estilo de Hollywood", según el diseñador. Este itinerario marino estará jalonado por una serie de paneles interactivos. El primero será un reloj meteorológico, de grandes dimensiones, 450 por 215 centímetros, que junto con un planisferio, mostrará, de forma vertiginosa, en un minuto de proyección, las catásfrofes provocadas por el agua en los últimos 20 años. Después, dos paneles interactivos permitirán al visitante elegir países y regiones sobre una esfera virtual para ver el riesgo que tienen de sufrir desastres en términos de frecuencia, intensidad y efectos. En tercer lugar, los visitantes se encontrarán con una instalación denominada "Caos", con audiovisuales sobre distintos episodios de catástrofes.
Por último, los paneles tecnológicos les ofrecerán información en tiempo real de los centros que en el mundo se ocupan del seguimiento de los riesgos hídricos como el Centro Nacional de Huracanes en Estados Unidos o del Centro Mundial de Información Meteorológica en Suiza.
Se podrá también aprender de la historia visionando desastres como la "hazaña del Riñihue", en la ciudad chilena de Valdivia, víctima del gran terremoto de 1960, donde obreros e ingenieros durante un mes lucharon para sacar del río toneladas de barro y evitar que se desbordase. Asimismo se recordará la gran sequía que asoló Sahel (África) de 1968 a 1973.
Por último, proyecciones cenitales sobre el suelo exhibirán modelos de buena gestión de catástrofes como el caso de Cuba, para dar ejemplo de sostenibilidad, ya que como recordó Roque Gistau el "ser humano no sólo es víctima sino agente de las catástrofes".